El gobierno peruano ha paralizado este lunes la actividad de carga y descarga de los barcos petroleros en la Refinería La Pampilla, que está operada por la empresa española Repsol, después de que el pasado 15 de enero la compañía derramara de al menos 10.396 barriles de crudo al mar.

La decisión ha sido comunicada por el ministro de Ambiente de Perú, Rubén Ramírez, que ha expresado que "Repsol no ha dado la certeza de que pueda afrontar un nuevo derrame" desde la refinería. 

La paralización, ha explicado el ministro, continuará hasta que Repsol dé a las autoridades nacionales "las garantías técnicas de que no se va a producir otro daño en el mar de los peruanos", incluyendo un cambio en los planes de contingencia, que deberán incluir acciones más drásticas.

En este sentido, la compañía petrolera deberá presentar "un plan de gestión ante derrames de hidrocarburos en mar" y sus instalaciones deberán volver a pasar una revisión que certifique su integridad. 

Prohibido el uso de la refinería y del buque 

La orden de paralizar las actividades de Repsol de carga y descarga en la refinería, que viene dada por el Organismo Fiscalizador de Evaluación Ambiental (OEFA), contempla los cuatro terminales marítimos de los que dispone la destilería, pues uno de ellos es diferente al resto. 

Por un lado está el terminal de la Monoboya, en el que el barco puede moverse en torno a la misma, y por otro, tres terminales en los que el buque debe permanecer quieto. Y, aunque el derrame se produjo en uno de estos, el Monoboya también ha quedado clausurado. 

Además, Repsol tampoco puede hacer uso del buque con el que sucedió el accidente, el Mare Doricum, ya que continúa en la bahía del Callao, en el Mar de Grau, con una orden de inmovilización bajo fianza de 150 millones de soles (unos 39 millones de dólares).