PARÍS
Actualizado:Las dos mujeres que dirigen París y su región lideran las candidaturas de dos partidos históricos que, según los sondeos, no tienen ninguna opción en estas elecciones presidenciales de Francia. La alcaldesa de la capital, la socialista Anne Hidalgo, se estanca en los sondeos en torno al 2%, y la presidenta de la región parisina, la más grande de Francia con 10 millones de habitantes, la conservadora Valérie Pécresse, está entre el 9% y el 10%.
El Partido Socialista (PS) y Los Republicanos (antigua UMP del expresidente Nicolas Sarkozy), dominaron en el pasado la presidencia francesa y la Asamblea Nacional de la V República, hasta que hace cinco años Emmanuel Macron hizo estallar por los aires su hegemonía, rompiendo en pedazos al Partido Socialista y agrietando a los conservadores.
En 2017, el liberal Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía del presidente socialista François Hollande, decidió lanzar su propio movimiento, La República en Marcha, y presentarse a las elecciones dejando fuera de juego a un Hollande que dio un paso atrás descabezando a su partido para las presidenciales.
El bipartidismo fue fagocitado por el Macron de 2017
Macron no sólo arrasó en esas elecciones frente a Marine Le Pen en la segunda vuelta con el 66% de los votos, sino que por el camino dinamitó el bipartidismo. Muchos socialistas, los más liberales, se fueron con Macron; y otros se acercaron a la izquierda de Jean-Luc Mélenchon, tercer favorito para las elecciones del 10 de abril con el 15% en los sondeos.
"Pido a los socialistas que no agachen la cabeza, que estén orgullosos... Este país no sería el mismo si no hubiésemos estado ahí", lanzaba el pasado miércoles Anne Hidalgo en un acto de campaña en Liévin (Pas-de-Calais), reivindicando la herencia del PS en Francia, cuyo ADN no se entendería sin los 14 años de François Miterrand en el Palacio del Eliseo (1981-1995). Pero ya se ha consumado el final de una era.
"La elección presidencial tiene un efecto cada vez más destructor sobre el sistema político. Particularmente porque, en las elecciones pasadas, Macron, de forma deliberada, así lo quiso: se empleó a fondo para acabar con este sistema", explica Frédérique Matonti, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona y autora del libro: Comment sommes-nous devenus réacs? (Fayard, 2021).
Macron sedujo a figuras notables de ambos lados; alcaldes, diputados y ministros, como el socialista Jean Yves Le Drian, que hoy es su titular de Asuntos Exteriores, o el conservador Édouard Philippe, alcalde de Le Havre, que fue su primer ministro de 2017 a 2020. Después de atraer a pesos pesados, llegó el asalto de la Asamblea Nacional. Hoy los socialistas cuentan con una treintena de diputados de un total de 577, cuando en 2012 eran 295. Los Republicanos tienen 100 frente a los 194 de 2012.
Para la experta, nos encontramos, sin embargo, ante una paradoja. El retroceso histórico que están experimentando los partidos tradicionales en las presidenciales está completamente desfasado con la implantación que tienen a nivel local y regional. De las trece regiones metropolitanas, los socialistas gobiernan en cinco y los conservadores, en siete; un centrista completa el cuadro. El partido de Macron, La República en Marcha no gobierna en ninguna y la ultraderecha de Marine Le Pen, tampoco; y son los dos favoritos para enfrentarse en la segunda vuelta de estas elecciones presidenciales.
Socialistas y ecologistas: 'Je t’aime, moi non plus'
Esta sangría provocada por Macron no es la única razón para explicar por qué Anne Hidalgo está tan baja en los sondeos. "Lo del Partido Socialista es un desastre, estamos en un callejón sin salida", analiza Matonti, para quien Anne Hidalgo no es una mala candidata, sino que se equivocó al querer jugar en solitario, prescindiendo de Los Verdes, cuyo candidato presidencial Yannick Jadot tiene el 6% de la intención de voto, el triple que la socialista.
"Hubo una buena dinámica de unidad que se había creado para las europeas y las regionales, al menos un acercamiento entre el PS y Los Verdes, pero esta dinámica se rompió porque algunos ediles consideraron, como Hidalgo, que los socialistas eran capaces de ganar en las regionales sin Los Verdes, así que apostaron por la candidatura única", añade.
Los conservadores: "No estamos en venta"
Los diputados conservadores intentan mantener la unidad, al menos de cara a la galería, en torno a su candidata, Valérie Pécresse, primera mujer del partido que se presenta a las elecciones. "Ha conseguido hacerse un lugar en un partido muy masculino, pero es verdad que es la líder de la derecha desde hace poco tiempo y no ha tenido una forma de ascendencia simbólica como la tuvo Nicolas Sarkozy", explica Emilien Houard-Vidal, politólogo y especialista de la derecha francesa.
Ante las pocas posibilidades que tiene la candidata Pécresse, cuya candidatura no ha despegado y se estanca por debajo del 10%, la tentación de los conservadores de alinearse con Macron no es banal. Si en 2017 el partido derechista comenzó a agrietarse, en esta ocasión parece que se ha desatado el pánico entre sus filas. Es como si estuviéramos en el segundo acto de un plan para desintegrar, ahora, a Los Republicanos.
Esta semana, los diputados publicaron una tribuna de opinión en el diario Le Figaro. "No somos solubles ni en la mayoría encarnada por Emmanuel Macron, ni en la extrema derecha", afirman. Pero la tribuna tiene un génesis. Según publicaba France Info, la iniciativa viene del diputado Olivier Marleix, que en una versión original aseguraba que "no estamos en venta", frase que desapareció de la tribuna publicada en la prensa. Además, como indica France Info, algunos diputados están molestos porque el expresidente Nicolas Sarkozy no ha hecho público su apoyo a la candidata.
Esta es la situación en la que se encuentran estos dos partidos históricos que articularon la política francesa durante años. Hoy corren el riesgo de volverse insignificantes o incluso, si el macronismo consigue despedazar a los conservadores por completo, desaparecer como alternativa de gobierno.
Aunque no hay que ver en esta travesía del desierto una fatalidad, según Frédérique Matonti. "Hace unos cuatro o cinco años decíamos que la socialdemocracia alemana estaba muerta, que no conseguiría restituirse y ahora el canciller alemán [Olaf Scholz] es un socialdemócrata", recuerda la profesora de la Sorbona.
Siempre hay un margen de error en las encuestas de opinión y aún queda por delante una semana de campaña antes de que los franceses se desplacen a los colegios electorales. Pero, si los sondeos se cumplen, tanto el Partido Socialista como Los Republicanos pasarían a ser personajes secundarios.
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