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Los países árabes siguen de cerca a Biden para adivinar el precio del petróleo

El cambio de administración en Washington puede incidir decisivamente en el precio del petróleo en los mercados internacionales. Los países productores esperan que la pandemia toque a su fin en 2021 y cruzan los dedos para que el impulso a las energías renovables que persiguen los demócratas no choque con el Senado y con los intereses republicanos.

Joe Biden
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden. REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Los exitosos ensayos de la vacuna contra el Covid-19 por la compañía estadounidense Pfizer han provocado una ola de optimismo en los mercados internacionales y un incremento sustancial del precio del petróleo hasta superar los 40 dólares por barril. Sin embargo, esto no significa que los problemas de los países productores vayan a resolverse inmediatamente o para siempre.

Un informe publicado esta semana por Izvestia estima que para la primera mitad del año que viene, el precio de barril rondará los 25 dólares con independencia de la euforia que ha causado la vacuna, y que ese precio se mantendrá hasta bastante después de que el demócrata Joe Biden entre en la Casa Blanca el 20 de enero.

Uno de los argumentos que los analistas utilizan para explicar esa perspectiva es que probablemente Biden levantará las sanciones contra Irán, aunque sea parcialmente, con lo que habrá más crudo en el mercado. La producción de Irán puede llegar a más de 2 millones de barriles diarios, mientras que ahora apenas supera los 500.000 debido a las sanciones.

Para exportar ese medio millón de barriles diarios, Teherán ha logrado establecer una red clandestina que elude en parte las sanciones del presidente Donald Trump. Responsables iraníes han indicado que su producción sigue creciendo, aunque sea a un ritmo menor, y se niegan a revelar cómo hacen para exportar y escapar al control americano.

Si Irán incrementa la producción, la distribución de cuotas de la OPEP+ deberá reformarse dando a los demás países productores una cuota menor con el fin de que no haya una superproducción en relación a la demanda global, que ha bajado significativamente en los últimos meses.

En Oriente Próximo, la economía de países como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos, que se encuentran entre los grandes productores, se resentirá. De hecho, la economía de Arabia Saudí está atravesando por fuertes tensiones por ese motivo y los faraónicos planes del príncipe Mohammad bin Salman están en entredicho.

Algunos expertos estiman que en el mejor de los casos, durante el año que viene el barril fluctuará entre los 40 y 45 dólares, no más, mientras que en el peor de los casos se quedará en 25. Con estas proyecciones, los grandes productores tendrán que seguir apretándose el cinturón y echar mano de las reservas para mantener la estabilidad.

Existe otro factor importante a la hora de determinar el precio del petróleo: el desarrollo de proyectos de energía alternativa a la de origen fósil. En este sentido, el presidente electo Biden ha indicado recientemente que está interesado en buscar energías alternativas y que su intención es apoyar esos proyectos con dos mil millones de dólares con el fin de eliminar completamente la emisión de dióxido de carbono de las plantas eléctricas en el año 2050.

Durante el mandato de Donald Trump este tipo de proyectos han sido castigados porque el actual presidente consideraba que las energías alternativas conducirían a enormes pérdidas financieras a los productores de petróleo americanos y eliminarían millares de empleos.

Algunos expertos indican que el factor determinante en el precio del petróleo será el ritmo de la recuperación económica, del que dependerá la recuperación de la demanda hasta que alcance los niveles normales previos a la crisis. Es probable que para que se complete esa recuperación sea necesario que transcurran varios años, y aquí vuelve a incidir el teórico desarrollo de energías alternativas, lo que indica que el precio del barril en un futuro próximo oscilará en una horquilla de entre 30 y 50 dólares.

La intervención de Biden en el sector de la energía estará en función de varios elementos. En primer lugar habrá que ver cuán rápido se resuelve la disputa electoral y legal en Estados Unidos y sobre todo cómo evoluciona la pandemia contando con la vacuna, lo que podría mantener atadas las manos de Biden hasta mediados de 2021.

Además, la determinación de la nueva administración demócrata podría encontrar obstáculos en el Senado si esta cámara mantiene la mayoría republicana, algo que se aclarará en las próximas semanas, cuando se podrá ver si la ambiciosa legislación sobre el clima que preparan los demócratas, contraria al petróleo, cuenta con el visto bueno del Senado.

Esta situación está al servicio de los productores y arroja más incertidumbre sobre los planes de Biden, quien probablemente no tendrá al principio capacidad para impulsar las energías renovables tanto como ha prometido, para introducir el impuesto al carbón o para presentar un proyecto de ley que apoye de manera significativa a la energía limpia.

Muchos de estos factores pueden ser decisivos para la evolución del precio del petróleo, de ahí que los países productores, y en particular los países del Golfo Pérsico, sigan de cerca lo que la próxima administración estudia en Estados Unidos. Si las decisiones no son favorables, los precios se resentirán y los países productores sufrirán un serio revés que en algún caso podría volverse contra los gobiernos.

A esto debe añadirse la incidencia política que pueda tener la presidencia de Biden en relación con países como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que durante el mandato de Trump han podido hacer todo lo que les venía en gana y que a partir de enero se encontrarán frente a una administración que fiscalizará sus movimientos.

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