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Los judíos etíopes denuncian el racismo en Israel

Un incidente con apariencia de racista ha sacudido al colectivo judío etíope, que representa menos del 2% de la población. Los jóvenes aseguran que no van a tolerar más discriminación.

Israelíes etíopes en una protesta antirracista en Qeirat Gat. EFE

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN.- Dos recientes manifestaciones de judíos de origen etíope han sacudido Israel. La primera tuvo lugar en Jerusalén en la noche del viernes, y la segunda en Tel Aviv durante la tarde y la noche del domingo. Las dos fueron reprimidas violentamente por la policía, especialmente la segunda, en la que las fuerzas de seguridad se sirvieron de medios antidisturbios que habitualmente solo usan contra los palestinos.


Los manifestantes portaban banderas israelíes y pancartas que denunciaban la discriminación que sufren debido al color oscuro de su piel y a una cultura diferenciada. No es la primera vez que esta comunidad se manifiesta contra el “sistema”, pero sí es la primera vez que la policía acaba perdiendo el control de la situación.

“Nos arrancaron de Etiopía haciéndonos promesas, pero ¿qué nos han dado a cambio? Racismo. Hemos decidido dejar de ir a la reserva del ejército hasta que nos traten de otra manera, porque nosotros también somos sionistas”, ha dicho Noy Tekta, un hombre de 31 años que participó en las dos concentraciones. “Asumimos la conclusión de que solo la violencia nos ayudará y que sin violencia nuestra situación no mejorará”.

La manifestación de Tel Aviv duró desde primera hora de la tarde hasta bien entrada la madrugada. Uno de los momentos álgidos se desarrolló en la plaza Yitzhak Rabin entre las ocho y las nueve de la noche, el momento de los telediarios, cuando los tres canales de televisión transmitieron en directo una brutal represión que sorprendió al israelí común en mitad de la cena.

Los disturbios tienen su origen en un incidente ocurrido la semana pasada en Holón, un suburbio de Tel Aviv, cuando dos agentes de la policía propinaron una paliza a Demas Fikadey, un soldado de 21 años uniformado. Una cámara de video estática grabó el suceso, donde queda claro que la somanta es arbitraria. Esa misma noche todos los israelíes pudieron ver la grabación en los informativos.

“Hay quien piensa que las manifestaciones son un fin en sí mismas, pero en realidad son solo un medio para conseguir que el gobierno resuelva nuestros problemas”, ha dicho Fantum Assefa-Dawit, uno de los líderes que han convocado las protestas y que se ha expresado reiteradamente en contra de la violencia, tanto de los manifestantes como de la policía.

En mitad del desconcierto general han salido a la superficie datos de la comunidad que en algunos casos son muy significativos y muestran el nivel de la discriminación que sufre. Aunque en Israel hay 135.000 miembros de esta comunidad, es decir menos del 2% de la población, el 40% de los menores de entre 14 y 18 años que están privados de libertad son etíopes. Y estudios sociológicos muestran que el 75% de ellos volverán a ser detenidos.

Mientras el salario medio es de 2.400 euros, el salario medio de un etíope es de exactamente la mitad. Los miembros de la comunidad se emplean en trabajos que no desean los demás y constituyen la población judía más discriminada del país, muy por encima de los judíos orientales, que también experimentan numerosas discriminaciones.

Hay colegios que restringen, o impiden directamente, la matriculación de niños etíopes, o que los segregan en clases distintas de los demás niños judíos. En 2012 hubo protestas similares, aunque no violentas, porque en la localidad de Kiryat Malachi, una de las más pobres de Israel, donde vive una importante comunidad etíope, se les prohibió adquirir viviendas fuera de sus propios guetos.

En 1996 hubo otro escándalo, seguido de las correspondientes protestas callejeras no violentas, cuando se supo que los hospitales desechaban automáticamente todas las donaciones de sangre de etíopes. Las autoridades explicaron que se hacía así para evitar el riesgo de contaminación del sida.

El 40% de los etíopes ha nacido en Israel y el 85% de ellos sirve en el ejército con el fin de integrarse en la sociedad y obtener mejores empleos. Su porcentaje de enrolamiento es muy superior al de las comunidades asquenazi y oriental, donde un alto porcentaje de jóvenes se libra de la mili mediante los más variados subterfugios.

Su elevada participación en el ejército contrasta con el número de estudiantes que hay en las universidades y que es de menos de la mitad de su correspondiente porcentaje respecto al conjunto de la población. Así mismo, solo 1.074 judíos etíopes son funcionarios del gobierno, un porcentaje irrisorio en comparación con las demás comunidades.

“Los judíos etíopes, especialmente los jóvenes, quieren ser como los demás, no solo en el ejército, sino también en la universidad y en el trabajo”, comenta Tsaga Malko, una periodista autora de dos libros sobre su comunidad. “Es inaceptable que el 40% de los prisioneros en la cárcel Ofek sean etíopes cuando la comunidad solamente representa el 2% de la población”.

Malko se lamenta de que cada vez que ha habido una protesta, las autoridades han prometido cambios, aunque enseguida que las cosas han vuelto a su cauce, se han olvidado de las promesas. “El tiempo pasa y no se hace nada para resolver los problemas. Las nuevas generaciones, que han nacido en Israel, son conscientes de que a sus padres no se les hizo caso, y no quieren que suceda lo mismo con ellos”, dice.

“Los jóvenes han dejado de creer en el sistema. Cada vez escuchan más música etíope y se interesan por la cultura etíope, y eso es todo un síntoma. El incidente del soldado ha sido como el gatillo que nos ha hecho decir basta. Nuestro futuro está en juego y no queremos renunciar a él. Así que si no resuelven nuestros problemas habrá una explosión. Lo que queremos simplemente es un país multicultural que nos acepte como somos”, concluye Malko, quien emigró a Israel en 1984, con 16 años.

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