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Otro gran naufragio conmociona a Europa cuando se impone más mano dura contra la migración

Organismos internacionales y ONG insisten en que las decenas de fallecidos en el Jónico son "muertes evitables". Bruselas encara las negociaciones del pacto de migración y asilo con los gobiernos ultraderechistas.

Imagen del pesquero naufragado con cientos de migrantes a bordo, fotografiado por un helicóptero de la Guardia Costera Grecia el martes 13 de junio antes de hundirse en aguas del Mar Jónico.
Imagen del pesquero naufragado con cientos de migrantes a bordo, fotografiado por un helicóptero de la Guardia Costera Grecia el martes 13 de junio antes de hundirse en aguas del Mar Jónico.

Casi 80 cadáveres recuperados por los equipos de salvamento en aguas del mar Jónico, en el Mediterráneo oriental, han vuelto a conmocionar a Grecia y Europa. Aún se desconoce el alcance de la que ya es la tragedia migratoria más grande registrada en el país heleno

Las primeras informaciones hablan de al menos 400 migrantes a bordo del pesquero naufragado, aunque la organización Alarm Phone cree que el barco hundido transportaba a 750 personas con las que se perdió el contacto la noche del martes, tras solicitar auxilio.

Por el momento solo se ha rescatado con vida a 106 personas, todas varones mayores de edad y, según informa Associated Press, son procedentes de Egipto, Pakistán, Siria y Palestina.

El naufragio vuelve a poner sobre la mesa los efectos de la falta de vías legales y seguras para migrar o buscar protección internacional en Europa. Se trata de una tragedia, en principio, de mayores proporciones que la registrada el pasado febrero frente a las costas de Cutro, en la región italiana de Catania. Entonces fueron al menos 94 las víctimas mortales, entre ellas varios niños de muy corta edad, cuando una embarcación sobrecargada chocó contra una roca a poca distancia de la costa.

Falta de asistencia y rescate

En aquel momento se levantó una gran tormenta política contra el Gobierno ultraderechista de Italia, al que se acusó de no haber puesto en marcha un operativo de rescate adecuado pese a conocer la situación del barco con  horas de antelación.

En el caso del naufragio de este miércoles, las autoridades griegas han indicado que recibieron información sobre el pesquero la noche anterior a la tragedia, aunque aseguran que sus ocupantes rechazaron la asistencia que se les ofreció en varias ocasiones, pues los migrantes querían continuar su travesía hasta las costas italianas.

Alarm Phone: "las autoridades europeas podrían haber enviado recursos de rescate"

Alarm Phone, una red de activistas que recoge alertas de embarcaciones de migrantes a la deriva en diferentes rutas migratorias de Europa, afirma que mantuvo el contacto con una embarcación en apuros hasta la noche del martes.

La organización cree que se trata del mismo pesquero naufragado este miércoles y, en un comunicado, ha denunciado que las "autoridades europeas podrían haber enviado recursos de rescate adecuados sin demora". Según Alarm Phone, "no lo hicieron porque su deseo de evitar llegadas [de migrantes a Europa] era más fuerte que la necesidad de rescatar cientos de vidas".

Vicent Cochetel, enviado especial del ACNUR para el Mediterráneo Central, también ha criticado en Twitter la falta de asistencia de la Guardia Costera griega. "Este barco no era apto para navegar y no importa lo que algunas personas a bordo puedan haber dicho, la notificación de peligro no es discutible", ha asegurado. Se necesita un régimen SAR robusto y predecible dirigido por los Estados en el Mediterráneo Central si queremos evitar que se repitan tragedias como estas.

Muertes evitables

Cochetel ha pedido una vez más un sistema de búsqueda y rescate de migrantes "robusto y predecible" en el Mediterráneo a cargo de los estados miembros de la UE.

La Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Grecia han lamentado las muertes en aguas del Jónico al tiempo que han vuelto a insistir en que este tipo de tragedias serían "evitables" si Europa trabajara en crear vías legales y seguras para los migrantes o solicitantes de asilo que buscan refugio en Europa.

Sin embargo, la retórica oficial que aparece una y otra vez tras este drama ya normalizado pasa por culpar en exclusiva a las mafias o redes criminales que organizan los peligrosos viajes. Un ejemplo claro ha sido la tardía reacción de la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson. Se ha mostrado en Twitter "profundamente afectada" por el naufragio, aunque su receta para "garantizar la seguridad de los migrantes es prevenir estos viajes catastróficos".

Y en eso trabaja Bruselas. Esta nueva tragedia llega pocos días después de que los ministros del Interior de la Unión Europea desbloquearan un avance en el pacto de Migración y Asilo, encallado durante toda la legislatura y que podría acordarse durante la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.

Aunque el acuerdo asienta ya políticas restrictivas en cuanto a acogida y reparto de solicitantes de asilo, detenciones y deportaciones de migrantes, los países más conservadores, Polonia y Hungría, ya han mostrado su rechazo al acuerdo por laxo. Sin embargo, el acuerdo ha sido apoyado por Italia, principal receptor de migrantes de Europa, que ha vuelto a resucitar su guerra contra las ONG de rescate en el Mediterráneo.

La mano dura contra las personas migrantes avanza para encontrar un encaje legal y comunitario que además sirva a una extrema derecha en auge. Aunque ya hace tiempo que la política migratoria europea rema en esa dirección con acuerdos y financiación a diferentes países de corte autoritario –Libia, Marruecos, Turquía y ahora Túnez– para que controlen o bloqueen a las miles de personas que cada año zarpan desde su territorio hacia los países del sur europeo.

La política de contención y bloqueo comunitaria viene además reforzada por diferentes prácticas cada vez más agresivas contra las personas migrantes.

De hecho, Grecia es uno de los ejemplos de mayor brutalidad documentada. Su violenta política de devoluciones en caliente de migrantes, abandonados en barcas lanzadas al mar de vuelta a Turquía, ya le costó la dimisión al Mario Leggeri, expresidente de Frontex, la agencia europea de control de fronteras, en abril de 2022, cuando se supo que el organismo era conocedor de estas devoluciones que vulneran los derechos humanos, sin que hiciera nada para evitarlas.

Pero estas devoluciones sumarias, en muchos casos plagadas de agresiones y violencia explícita contra los migrantes, han seguido produciéndose sin que la Unión Europea las censure.

Estas prácticas, unidas a una férrea política de bloqueo de los solicitantes de asilo que llegan a sus islas, están llevando a los migrantes a aventurarse en rutas más largas y peligrosas para evitar su paso por el país.

El naufragio de este miércoles es un buen ejemplo. El pesquero, según las informaciones preliminares, zarpó desde la costa este de Libia con rumbo a Italia, cuando la ruta más habitual desde Libia es la de Mediterráneo Central, ahora bajo fuerte vigilancia y control de la Guardia Costera libia financiada por la UE.

En el caso del naufragio en Italia del pasado febrero, la embarcación zarpó desde las costas de Turquía, pero se aventuró durante cientos de millas hacia Italia para esquivar a las autoridades helenas.

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