bruselas
Actualizado:Consternación, shock, sorpresa, indignación, enfado, vergüenza. Eran las palabras que afloraban en diciembre en el Pleno de Estrasburgo de diciembre. Acababa de estallar el Catargate. Poco más de un mes después, el debate plenario sobre el mayor escándalo de corrupción de la cámara se ha vivido con aparente desgana. Solo han asistido una treintena de eurodiputados de un total de 705. Con ya Marruecos en el centro de la diana, la mayoría de los intervinientes han obviado mencionar el papel de los de Mohamed VI en esta trama de chantaje y sobornos destinada a influir en la toma de decisiones europea.
La investigación policial, bautizada como Operación Mezzo, comenzó a fraguarse en primavera, tras el chivatazo a los belgas de la inteligencia de un país UE. El objetivo inicial era, sin embargo, Marruecos, el país que habría tejido esta red desde hacía años desde las cafeterías, pasillos y despachos del Parlamento. "Parecía Ocean's Eleven", afirman testigos que recoge el diario belga Le Soir.
"El Catargate desmanteló un sistema que habría permitido a Marruecos comprar el silencio del Parlamento Europeo durante años. A partir de ahora, toda la luz debe arrojarse sobre estas violaciones y sobre la injerencia de Marruecos en la cámara. No cederemos ante la presión", denuncia Manon Aubry, eurodiputada de Francia Insumisa, que se ha convertido en uno de los rostros más vocales en torno a la que es ya la mayor trama de corrupción en la historia de la Eurocámara.
Las primeras consecuencias sobre los presuntos intentos de coerción, chantaje y presión de Doha y Rabat para influir en la toma de decisiones políticas de la UE y para blanquear su imagen ya se dejan notar. La Eurocámara ha prohibido la entrada a sus edificios a diplomáticos cataríes. Con Marruecos, de momento, las implicaciones son más sutiles y mucho menos contundentes. "No entiendo cómo estos días ha habido representantes del Parlamento marroquí aquí en esta cámara. ¿No hemos aprendido nada? Tenemos que limpiar este establo. Lo que afecta a Catar debe aplicarse también a Marruecos", ha denunciado el socialdemócrata Andreas Schieder.
La Eurocámara ha prohibido la entrada a sus edificios a diplomáticos cataríes
El erigido como socio prioritario y estratégico de los europeos en la vecindad sur ha gozado durante las últimas décadas de un estatus privilegiado en las instituciones comunitarias. Era prácticamente misión imposible asistir a debates y resoluciones del Parlamento Europeo que vertiesen algún atisbo de críticas sobre la vulneración de derechos humanos por parte del país magrebí o sobre la situación encorsetada del Sáhara Occidental.
"El MarruecosGate es el escándalo que inicia esta red de corrupción. No el Catargate. Y a muchos de nosotros no van a callarnos porque Marruecos no puede seguir teniendo esta impunidad en la Eurocámara ni en las instituciones europeas. Es culpable de ocupación ilegal, de asesinatos, de torturas, de represión y de vulneración de la libertad de expresión", ha afirmado Ana Miranda, del grupo de Los Verdes.
El primer Pleno de Estrasburgo del año ya pone a la monarquía alauí en el punto de mira, pese a que en diciembre una mayoría de la cámara se conjuró para excluirlo de la primera resolución en torno al Catargate. Este martes, los eurodiputados han celebrado un debate sobre "los nuevos desarrollos en el caso de corrupción y la injerencia internacional, incluyendo la que afecta a Marruecos y la necesidad sobre aumentar la transparencia, integridad y rendición de cuentas de las instituciones europeas". Además, el miércoles debatirán sobre la "situación de los periodistas en Marruecos, notablemente el caso de Omar Radi" y la resolución correspondiente se votará el día siguiente.
La propia Aubry ha publicado en Twitter un e-mail enviado por representantes marroquíes a los eurodiputados sobre por qué "no deberían votar a favor de esa resolución". Un modus operandi de lobby que ya aplicó Catar pocos días antes de la votación sobre las violaciones de derechos humanos y la situación de los trabajadores en torno al Mundial de Catar.
Pero el dedo acusador sobre Rabat y el tono laxo sigue prevaleciendo. Durante la hora de debate plenario, la palabra Rusia se ha dejado caer casi con más frecuencia que las referencias a Marruecos. "Marruecos. Lo digo porque muchos de los interlocutores precedentes ni han mencionado al que es el presunto instigador de este sistema de corrupción desde hace muchos años y que ha beneficiado a otros Estados como Arabia Saudí o Mauritania", ha afeado Aubry.
Medidas a medio gas
"No es el Catargate. Es el CatarMarruecosGate. Yo pensaba que la comisaria [Ylva Johansson] nos iba a proporcionar algún tipo de información, como el viaje a Borrell y las explicaciones de Marruecos. Pero no nos ha dicho nada", ha coincidido Jordi Cañas, eurodiputado de Ciudadanos. A comienzos de este mes, Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, viajó en Rabat, en el que fue el primer viaje oficial al vecino del sur durante su mandato.
La visita estuvo marcada por el cierre de filas entre Bruselas y Rabat, las pocas explicaciones sobre el MarruecoGate y las nulas referencias al escándalo de Pegasus, según el cual el Gobierno marroquí habría infectado con este software espía los móviles del propio Emmanuel Macron, presidente francés, y su homólogo español Pedro Sánchez.
Las instituciones europeas no han tomado ninguna medida de calado contra Marruecos
De momento, las instituciones europeas se escudan en que la investigación continúa en marcha. No han tomado ninguna medida de calado y es difícil escuchar voces críticas con la actuación de Marruecos, con el que priman muchos intereses comerciales, de seguridad o migratorios.
El Parlamento Europeo ha presentado un plan de acción para endurecer los controles de transparencia y las reuniones con lobbistas y agentes extranjeros. Pero muchas voces piden acciones más contundentes, como la puesta en marcha de una comisión de Investigación en el seno de la Eurocámara.
Por su parte, Ylva Johansson, comisaria de Interior, ha avanzado que la Comisión Europea presentará en breve una nueva ley destinada a penalizar "toda forma de corrupción". "En diciembre se rompió la confianza. Ahora debemos recoger los pedazos y reconstruir mejor y más fuerte que antes", ha afirmado la sueca desde Estrasburgo.
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