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Actualizado:El primer ministro británico, Boris Johnson, conservó este lunes su puesto al frente del Gobierno británico gracias al apoyo de una mayoría de diputados conservadores en la moción de confianza interna sobre su liderazgo planteada por los propios parlamentarios de su partido, el Partido Conservador. Sin embargo, la mayoría de Johnson fue tan exigua que deja a los tories muy divididos.
Para Johnson, sin embargo, fue un resultado "decisivo" y "convincente", que permitirá a su Gobierno pasar página del escándalo de las fiestas. "Lo que debemos hacer ahora es unirnos, como gobierno y como partido", para "centrarnos en las cosas que creo que realmente le importan a la gente", dijo.
Estaban llamados a votar los 359 diputados del Parlamento británico. Johnson salvó el pellejo político por 211 votos a favor y 148 en contra. Es decir, más del 40% de los diputados tories votó en contra de su jefe de filas.
El jefe del Ejecutivo, castigado por el escándalo de las fiestas en Downing Street durante la pandemia, sufrió un fuerte varapalo al ver cómo 148 parlamentarios tories (de un total de 359) votaron por retirarle la confianza.
Aunque Johnson ha superado los 180 votos para mantenerse en el poder, la historia apunta a que su futuro es incierto, ya que en este tipo de situaciones, un primer ministro al final es destituido.
De hecho, antes de conocerse los resultados de la votación, ya el 60% de los británicos consideraba que Johnson debe ser destituido del cargo en la moción de censura interna en marcha, según dos estudios publicado este lunes elaborados por YouGov y ComRes.
De hecho, el propio Johnson afirmó cuando su antecesora, Theresa May, se sometió a esta moción de censura y logró un 63% de apoyo que fue "un muy mal resultado, mucho peor de lo que parece". Por eso, como Johnson ha conseguido menos de 226 votos ha sido un duro revés porque supone un resultado peor que el de May, que finalmente abandonó el cargo seis meses después de la moción de censura interna. El porcentaje de diputados que respaldaron a Johnson fue del 59%. A modo de comparación, su predecesora Theresa May consiguió el apoyo del 63% en 2018 cuando era asediada por sus problemas para sacar adelante el Brexit.
También ha salido peor parado que otros ex líderes conservadores, como Margaret Thatcher o John Major, que afrontaron rebeliones internas. Para todos ellos, la votación fue el principio del fin.
Victoria pírrica
Se trata más que nunca de una victoria pírrica, entendida, en su acepción original, como aquella en la que el vencedor sale peor parado que el vencido.
Ha tardado, pero las heridas abiertas por el escándalo de las fiestas ilegales en Downing Street durante la pandemia, que desangran desde hace meses la popularidad del Ejecutivo, comienzan a pasarle factura en sus propias filas.
Y en la despiadada tradición del partido "tory", muchos de sus diputados no han dudado en revolverse contra el líder una vez que es percibido como una debilidad ante el electorado.
De poco le valdrá la mayoría absoluta de 80 diputados de la que goza el Partido Conservador en el Parlamento si es incapaz de recabar el apoyo de sus propios compañeros para sacar adelante la legislación que desea.
Para sus detractores, la cuenta atrás se acaba de poner en marcha para Johnson. Sin embargo, mal harían en subestimar la resistencia de un político que ha demostrado una capacidad sobrehumana de salir indemne de muchas crisis y un apego extraordinario por el cargo.
Johnson ve "convincente" su victoria
El primer ministro británico, Boris Johnson, consideró este lunes que su victoria en la moción de censura interna del Partido Conservador es "convincente" y aseguró que tiene intención de "seguir adelante" al frente del Ejecutivo.
"Lo que debemos hacer ahora es unirnos, como gobierno y como partido", para "centrarnos en las cosas que creo que realmente le importan a la gente", dijo Johnson a la BBC tras conocerse los resultados.
Con todo, Johnson insistió en que el resultado es "extremadamente bueno". "Esto nos permite centrarnos en ayudar a la gente con el coste de la vida, en acabar con las listas de espera generadas por la covid, en hacer que nuestras calles y comunidades sean más seguras", esgrimió.
Una jornada frenética
Todo empezó a primera hora del lunes. A primera hora de la mañana del lunes, el presidente del Comité 1922 (que agrupa a los diputados conservadores sin cartera), Graham Brady, confirmó que más del 15% de parlamentarios tories habían pedido la votación de censura.
El informe de la alta funcionaria Sue Gray sobre las fiestas en Downing Street y los abucheos que recibió el primer ministro por parte del público en uno de los actos del Jubileo de Isabel II acabaron de rebosar el vaso de la paciencia.
De inmediato los aliados de Johnson en el Gobierno salieron a demostrarle su apoyo, mientras que algunos rebeldes anunciaban su dimisión o su voto en contra.
El insurrecto más destacado fue el exministro de Exteriores y de Sanidad Jeremy Hunt, quien es visto como la alternativa más clara a Johnson en caso de que éste finalmente deje el cargo. "La decisión de hoy es cambiar o perder. Yo votaré por el cambio", escribió Hunt en su cuenta de Twitter.
El ahora presidente de la comisión parlamentaria de Sanidad considera que los tories van rumbo de perder las próximas elecciones generales.
Discurso a la desesperada
Mientras, en su último esfuerzo por ganarse el apoyo de sus diputados, Johnson los reunió a puerta cerrada antes de la votación para dirigirles un discurso.
Allí recurrió al Santo Grial de los conservadores, la promesa de una bajada de impuestos, como recurso a la desesperada.
El ahora presidente de la comisión parlamentaria de Sanidad considera que los 'tories' van rumbo de perder las próximas elecciones generales
El estilo rompedor e iconoclasta de Johnson le ha dado enormes beneficios como conectar con la ciudadanía a las mil maravillas, pero a la vez le ha privado de forjar alianzas dentro de su propia formación.
Y en un momento como el actual, al primer ministro le pasó factura no contar con una columna de fieles dentro del Legislativo.
"Este no es el momento para un lento e innecesario drama político y meses y meses de vacilación en el Reino Unido. Es el momento de dejar de mirarnos el ombligo", dijo Johnson a los tories.
En su alocución, agitó los temores a un eventual Gobierno laborista si es descabalgado del poder, tras acusar al principal partido de la oposición de estar en manos de la Unión Europea y de preparar una alianza con los independentistas escoceses.
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