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Austria e Italia buscan consolidar un eje para restringir la migración en Europa

Salvini se ha reunido hoy con su homólogo austriaco, Herbert Kickl, para tratar la política de migración y asilo comunitaria. Mañana el canciller de Austria, Sebastian Kurz, viajará a Budapest para reunirse con Viktor Orbán y el resto de líderes del Grupo Visegrád.

A la derecha, el vicecanciller austriaco Heinz Christian Strache con el ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini. / REUTERS

Àngel Ferrero

Bajo su aparente habitual calma, ésta es una semana movida en Viena. Como en una partida de ajedrez, el gobierno austriaco está disponiendo sus piezas en el tablero europeo con miras a crear un "eje de los voluntariosos" a partir de la idea común de restringir la política de migración y asilo comunitaria. Con ese fin, el vicencanciller de Austria, Heinz-Christian Strache, y el ministro del Interior, Herbert Kickl, se han desplazado este miércoles –coincidentemente, el día mundial del refugiado– a Roma, para reunirse con el homólogo italiano de este último, Matteo Salvini, en el centro de atención de los medios de comunicación internacionales estos últimos días por su decisión de cerrar los puertos del país al Aquarius. Strache y Kickl pertenecen al Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) y Salvini a la Liga; ambos partidos son miembros del grupo la Europa de las Naciones y las Libertades (ENF) en el Parlamento Europeo, pero hoy se encuentran en calidad de ministros. El martes por la tarde Salvini publicó en su Facebook un selfi con Strache acompañado por el texto "Aquí estoy con el vicencanciller austriaco Strache: amigos y aliados en la defensa de nuestros pueblos".

También este miércoles, el canciller austriaco, Sebastian Kurz, se ha reunido con el ministro-presidente de Baviera, Markus Söder, en la ciudad de Linz. Kurz ha recibido el apoyo de Söder y ha afilado sus declaraciones contra la política de Merkel. "Deseo que el gobierno alemán encuentre una línea común en esto", ha dicho. "Todos aquellos que defendieron una política de fronteras abiertas han reconocido que era incorrecta", ha cargado al subrayar que "quienes abrieron entonces las fronteras son los responsables de que hoy haya controles fronterizos". A la vuelta, Kurz ha celebrado a partir de las seis su primera fiesta como canciller en el Palais Schönburg de Viena, a la que han asistido un millar de invitados mientras una manifestación contra la política de migración del gobierno pasaba por delante de las puertas del edificio hasta terminar en Karlsplatz.

Los líderes del Grupo Visegrád (V4) tienen en común su rechazo a la política de migración y asilo de la Unión Europea

El jueves, Kurz viajará a Budapest para reunirse con los líderes del Grupo Visegrád (V4), compuesto por Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia. El anfitrión del encuentro, Viktor Orbán, es un viejo conocido de los medios por sus posiciones sobre migración, pero el resto de jefes de gobierno del V4 le va a la zaga, desde el primer ministro checo, Andrej Babiš, hasta el jefe del ejecutivo eslovaco, Peter Pellegrini, y el del polaco, Mateusz Morawiecki. Ninguno de ellos pertenece a la misma familia política –en Hungría gobierna Fidesz, miembro del Partido Popular Europeo (PPE); en Eslovaquia, los socialdemócratas; en Chequia, los liberales; y el Partido de Ley y Justicia (PiS) polaco pertenece a la Alianza de los Conservadores y Reformistas Europeos–, pero todos tienen en común su rechazo a la política de migración y asilo de la Unión Europea. Situándose al frente del V4, una de las demandas del FPÖ durante la pasada campaña electoral en Austria, el gobierno de Kurz –cuyo Partido Popular Austríaco (ÖVP), como el Fidesz de Orbán, pertenece al PPE– pasa a liderar una suerte de "bloque austrohúngaro". Si además se le suma Italia, entonces un verdadero telón de acero ha caído sobre el continente desde el Báltico hasta el Mediterráneo en lo que migración se refiere.

Finalmente, el viernes Kurz regresará a Viena, donde se reunirá con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para oficialmente tratar la presidencia de turno de la UE, que este año recae sobre Austria, pero todo el mundo espera que la migración tenga un papel destacado. El objetivo último es la celebración de una cumbre europea para tratar el control de las fronteras exteriores comunitarias, en la que además de todos los países anteriormente mencionados participarían Alemania y España. Viena, Berlín y Roma podrían acoger esta cumbre. La semana que viene Kurz tiene pensado reunirse con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en los márgenes de la próxima cumbre de la UE.

Migrantes en un bote de goma en el Mar Mediterráneo. / REUTERS

Migrantes en un bote de goma en el Mar Mediterráneo. / REUTERS

El 9 de mayo, coincidiendo con el Día de Europa, Kurz y Strache presentaron en la capital austriaca las prioridades de la presidencia de turno: "La seguridad (lucha contra la migración ilegal asegurando las fronteras exteriores), mantener la competitividad de Europa mediante la digitalización), y la estabilidad de los países vecinos (trabajar para el acceso a la UE de los países de los Balcanes occidentales)". La presidencia temporal significará además una redistribución del trabajo en el ejecutivo austríaco. "Él se ocupará del Consejo Europeo y yo, de Austria", declaró a la prensa Strache. Que el presidente de un partido de derecha radical ocupe temporalmente el cargo de canciller ha provocado aún menos revuelo que su entrada en el gobierno, y huelga decirlo, mucho menos que la posibilidad de que Jörg Haider fuese canciller tras las elecciones de 1999, cuando el FPÖ empató con el ÖVP y ambos formaron una coalición de gobierno a la que Bruselas respondió amenazando con la imposición de sanciones, mientras que otros gobiernos europeos, que todavía no formaban parte de la UE, suspendieron sus contactos políticos y diplomáticos con Viena. Como en el título de una vieja película del Grupo Dziga Vertov, en Europa soplan hoy vientos del Este, pero lo que estos vientos transportan es algo muy diferente.

Desplazando el eje a la derecha

"Los austriacos se toman el tema de la seguridad, la protección de fronteras y la migración de manera concreta y pragmática", dijo días atrás Matteo Salvini al destacar la "sintonía total" con Viena en materia migratoria. Con la presidencia de turno de Austria, añadió, "todo será más fácil". Salvini también expresó su voluntad de colaborar con Orbán "para modificar las reglas de la Unión Europea". Con formaciones que comparten una ideología similar al alza en casi todo el bloque comunitario, los partidos de derecha nacional-populista han aparcado temporalmente su discurso euroescéptico. En las elecciones de 2019 el ENF podría pasar de 35 a 47 escaños en el Parlamento Europeo, disponiendo de más recursos económicos y exposición en los medios. Desde el gobierno, en coalición con partidos conservadores, o ejerciendo presión desde la oposición en los parlamentos, la estrategia es desplazar el eje de la política europea hacia la derecha. "Somos optimistas, los vientos en Europa están cambiando", se ha congratulado Salvini este miércoles.

En el caso concreto de la política de migración y asilo, el diario austriaco Die Presse adelantaba ya el 14 de junio que uno de los planes del "eje de los voluntariosos" podría ser negociar con Serbia, Albania, Macedonia y Kosovo para crear en estos países centros donde los demandantes de asilo esperarían a la resolución de su petición. El escaso atractivo económico de estos países, además, serviría para desincentivar la llegada de nuevos demandantes de asilo, en opinión de estos partidos. Otra posibilidad sería reformar el mandato de Frontex para que los inmigrantes rescatados no sean trasladados a costas europeas, sino transportados hasta centros de inmigrantes que se esperaría construir en el norte de África. Este último plan también contaría con el aval del gobierno de Macron en Francia, pero hasta la fecha ningún gobierno de la zona ha dado su visto bueno. Sectores del FPÖ en Austria y Alternativa para Alemania (AfD) en el país vecino son partidarios de copiar el "modelo australiano" e impedir la entrada de embarcaciones con inmigrantes en aguas comunitarias, con un bloqueo naval si es necesario.

"Si alguien en la UE piensa que seguirá siendo un campo para refugiados se equivoca", ha asegurado un desafiante Salvini

Este miércoles, en la breve rueda de prensa en Roma con Salvini –de unos veinte minutos y retransmitida, como viene siendo habitual, a través de su cuenta de Facebook–, en la que Kickl ha celebrado la rapidez con la que Viena y Roma se han coordinado, Strache ha vuelto a insistir en poner fin a las mafias de tráfico de personas e insistido en la idea de crear un "eje de los voluntariosos" con el que alcanzar un "cambio de paradigma" y modificar las reglas comunitarias. El titular de Interior austriaco ha pedido a su turno un "giro coperniciano" en la política de asilo para "recuperar la confianza de la población en la política y en las instituciones europeas". "Si alguien en la UE piensa que seguirá siendo un campo para refugiados se equivoca", ha asegurado un desafiante Salvini en el turno de preguntas. La situación es delicada porque sin una solución común se corre el riesgo de que cada país opte por un cierre unilateral de fronteras con consecuencias imprevisibles. En cualquiera de los escenarios Austria juega un papel clave, según explica Daniela Kittner este miércoles en el diario Kurier , porque "su radio de influencia política abarca desde Budapest y más allá de los Balcanes hasta Berlín y la Baviera rebelde".

Merkel, bajo presión

El "eje de los voluntariosos" divide a Berlín: mientras el ministro del Interior, el socialcristiano bávaro Horst Seehofer, quiere integrarse en él, Angela Merkel se resiste. La situación tensa la coalición entre la CDU de Merkel y la CSU bávara. Esta última se enfrenta el próximo mes de octubre a unas elecciones regionales en las que AfD amenaza con poner fin a décadas de dominio incontestable. La subida en las encuestas de AfD ha llevado a la CSU a endurecer su discurso, no sólo en materia de migración, para mantener a AfD a raya.

Baviera también contará con su propia policía fronteriza

El 22 de mayo Baviera publicó en su boletín oficial una nueva ley que obliga a colgar en la entrada de todas las administraciones públicas un crucifijo "como expresión de la impronta histórica y cultural" del catolicismo en este estado federado. Cuando los periodistas preguntaron al secretario general de la CSU, Markus Blume, por las numerosas críticas a la medida, éste se limitó a responder que veía en los críticos a una "alianza impía de enemigos de la religión e hipócritas". Colgar el cruficijo equivale a un "reconocimiento" por del que nadie "ha de justificarse", añadió Blume. A partir de este verano Baviera también contará con su propia policía fronteriza, compuesta por un millar de agentes, una medida que fue vista desde Berlín como un gesto de desconfianza. Seehofer ya invitó en enero a Viktor Orbán a un congreso de la CSU y en marzo de 2017 decidió apartarse de la línea oficial de la CDU en el gobierno y ejercer una política exterior independiente viajando hasta Moscú para reunirse con el presidente ruso, Vladímir Putin. Pero la medida más controvertida ha sido el ultimátum de Seehofer a Merkel para que ésta proponga "una solución europea" a la cuestión migratoria hasta el 1 de julio. De no hacerlo, amenazó con que el Ministerio del Interior detendrá a los refugiados que lleguen a la frontera alemana. De tomar esta medida, el Ministerio del Interior de Austria ya ha alertado de que responderá de manera simétrica.

Más de la mitad de los solicitantes de asilo de Afganistán vieron sus peticiones rechazadas en 2017

Los medios no se cansan de repetir estos días que, en contra de las declaraciones de Seehofer y los titulares de la prensa sensacionalista alemana, las cifras de llegada de refugiados han descendido y las denegaciones de permisos de asilo han aumentado. Más de la mitad de los solicitantes de asilo de Afganistán vieron sus peticiones rechazadas en 2017: solo la consiguieron un 47% frente al el 61% de 2016 y el 78% de 2015. Otro tanto ocurre con los demandantes de asilo de Irak: con un 64% (2017), 77% (2016) y 99% (2015). La cifra total de peticiones aprobadas en 2017 fue de 68.245, similar a la de mediados de 2013. "La sensación de 'esto lo conseguimos' (Wir schaffen das) se evapora: los alemanes no quieren fronteras abiertas", escribe en su último número la revista Cicero. No se trata únicamente de las noticias en la prensa sensacionalista que vinculan migración a delincuencia, los atentados yihadistas en Europa o los sucesos en Colonia durante el año nuevo de 2015, sino de causas geopolíticas más profundas que los medios del establishment acostumbran a pasar por alto. "De momento vienen pocos refugiados, pero eso puede cambiar en cualquier momento si el conflicto en Siria vuelve a experimentar una escalada o la pobreza en los estados africanos empuja a más habitantes a la emigración", recuerda el autor del artículo, Christoph Wöhrle. A todo ello aún habría que añadir la intervención militar en Libia de 2011 y el cambio de régimen, que ha provocado un vacío institucional en el país del que se aprovechan los traficantes de personas.

En Austria, la situación en Alemania provoca ese sentimiento tan alemán de Schadenfreude, o alegría en la desdicha ajena. El tabloide conservador Krone describía el lunes la situación actual en Berlín com "todavía más confusa que en la tradicionalmente caótica Italia". Si Merkel optase por cesar a su ministro del Interior debido a las presiones públicas de éste, la decisión provocaría con toda seguridad una crisis de gobierno y quizá incluso la salida de la CSU del ejecutivo, cuyo sostén podrían pasar a ser los 67 diputados de Los Verdes, consumado ya su giro socioliberal. La CDU podría amenazar con presentar una lista propia en las próximas elecciones en Baviera, pero la CSU podría devolver el golpe haciendo lo mismo: según una encuesta reciente de INSA, si la CSU se presentase en las próximas elecciones alemanas a escala federal conseguiría un 18% de los votos, convirtiéndose en el segundo partido del país por delante de la temida AfD. Sería el mismo salto que la Liga de Salvini, que en diciembre de 2017 retiró el término 'norte' y el símbolo de la Padania de su logotipo, provocando las iras de viejos liguistas como Umberto Bossi y Roberto Maroni. Ya en campaña, la Liga incluyó en su programa electoral la renovación del marco institucional para dar más fuerza al regionalismo dentro de un "federalismo de geometría variable" y utilizó los eslóganes 'Prima gli italiani' (Los italianos primero) y 'Qui si fa l'Italia' (Aquí se hace Italia), muy posiblemente una referencia a una conocida frase de Garibaldi en la batalla de Calatifimi (Aquí se hace Italia o morimos).

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