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Sanidad Las enfermedades que vetan el acceso a ciertos empleos públicos

Son muchas y muy variadas las causas de exclusión médica para determinados puestos de funcionario y empleado público. Los expertos califican algunos de los vetos como desfasados e incoherentes.

Imagen: Guardia Civil (Flickr)

Ángela Bernardo | Civio

Las personas con juanetes (hallux valgus, en términos médicos) no pueden entrar en los Mossos d’Esquadra. Las que sean tartamudas tampoco lo hacen en la Ertzaintza, si a juicio del tribunal supone una limitación. No son las únicas causas de exclusión médica en el acceso a ciertos empleos públicos. Las malformaciones y anomalías congénitas en los genitales y las gónadas -ovarios y testículos- impiden el ingreso en la Guardia Civil y el Ejército, mientras que las enfermedades de transmisión sexual limitan el acceso a la Policía Nacional. Quien padezca estrabismo tampoco puede ingresar en los cuerpos de Instituciones Penitenciarias, ni en la Policía Nacional o los Mossos.

Algunas de las exclusiones médicas previstas en las convocatorias de ciertos empleos públicos resultan razonables. Ese sería el caso, por ejemplo, de una persona que sufra un cáncer o una grave afección respiratoria. Entre los vetos para acceder a estos puestos también se encuentran problemas como la insuficiencia cardíaca y las cardiopatías isquémicas. Según Manuel Anguita Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), las enfermedades que aparecen de su especialidad responden a “criterios lógicos de exclusión”.

Menos sensata parece la inclusión de la diabetes, la enfermedad celíaca, la psoriasis y la infección por VIH. Pese a que la evidencia actual confirma que los afectados pueden llevar una vida activa normal, lo cierto es que estas patologías suponían un veto para el ingreso en determinadas plazas. El pasado mes de noviembre, el Consejo de Ministros propuso su eliminación como causas de exclusión médica. La medida se iba a aplicar en las convocatorias posteriores al acuerdo de noviembre y, en todo caso, a las derivadas de la oferta de empleo público del año 2020. No obstante, el Gobierno ha incumplido su promesa en relación a una conocida afección de la piel, la psoriasis. Según el catálogo actualizado de 2019, la enfermedad continúa siendo un impedimento para acceder a la Guardia Civil y el Ejército, si bien camuflada bajo una denominación más genérica: las dermatosis extensas y generalizadas.

¿Exclusiones antiguas y discriminatorias?

Los procedimientos selectivos pueden exigir la superación de un reconocimiento médico, con el fin de garantizar que los candidatos mantienen un buen estado de salud en relación al puesto al que aspiran. Todo ello sin olvidar que las pruebas deben garantizar los principios de igualdad, mérito y capacidad. En ese sentido, las normativas que regulan el acceso a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, las fuerzas armadas, los cuerpos de vigilancia aduanera y los de instituciones penitenciarias incluyen cuadros de exclusiones médicas variables.

En algunos casos, los expertos consultados por Civio tachan estos vetos como desactualizados y desfasados. En otros, los facultativos no entienden ni comparten su inclusión, e incluso apuntan hacia cierta discriminación. “Me he quedado atónita porque se excluye casi todo”, dice Laura Audí Parera, especialista en Bioquímica clínica.

“En general estas exclusiones médicas están obsoletas y son incoherentes”

Para el oftalmólogo Rubén Pascual Pérez-Alfaro, “en general estas exclusiones médicas están obsoletas y son incoherentes”. Por ejemplo, aunque entiende que “hay que asegurar que los militares tienen buena función visual”, el experto critica que se realice una mezcla arbitraria de las patologías con los parámetros para asegurar una buena visión -como las dioptrías y la agudeza visual-, que sí tienen sentido.

Según Pascual, resulta menos lógica la inclusión de ciertos diagnósticos médicos: la normativa de la Guardia Civil y el Ejército, por ejemplo, cita el nistagmus —movimiento involuntario de los ojos—, los exoftalmos —un problema por el que los ojos están un poco salidos, sin tener por qué afectar a la visión—, y la queratitis, una inflamación de la córnea, la capa externa del ojo. “Todos hemos tenido queratitis superficial cuando dormimos poco o se nos secan los ojos con el aire acondicionado”, señala el oftalmólogo.

Por el contrario, María José Lavilla Martín de Valmaseda, portavoz de la Sociedad Española de Otorrinolangología (SEORL), sí comparte que la tartamudez pueda ser un veto para el acceso a ciertos empleos públicos. “En situaciones de estrés los problemas aumentan”, sostiene Lavilla, por lo que los afectados podrían no dar órdenes de forma adecuada en puestos “de tantísima responsabilidad”. Sin embargo, el Consejo de Ministros acordó en 2005 suprimir la tartamudez como causa de exclusión en el acceso al empleo público. La por entonces secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad, Amparo Valcarce, admitió que era un motivo de exclusión para la Guardia Civil, pero también para cuerpos como los bomberos y los policías municipales. Hoy en día la tartamudez grave o limitante continúa figurando como veto para los centros docentes militares de formación (Guardia Civil y Ejército) y la Ertzaintza, respectivamente.

Otros cuadros de exclusiones médicas, como los establecidos en 2018 —antes del acuerdo del Consejo de Ministros— en las convocatorias para el ingreso a Instituciones Penitenciarias y Vigilancia Aduanera, incluyen problemas digestivos como la enfermedad inflamatoria intestinal. Bajo este término se agrupan afecciones como el síndrome de Crohn y la colitis ulcerosa, dos patologías muy “complejas” y con tratamiento “muy diverso y difícil”, según Fernando Gomollón García, especialista del Servicio de Digestivo del Hospital Clínico de Zaragoza. Sin embargo, el gastroenterólogo comenta que “el 95% de los pacientes pueden llevar una vida activa normal”, por lo que no cree “que sea justo excluirlos”. Gomollón pone el ejemplo de Dwight Eisenhower, presidente de Estados Unidos y organizador del desembarco de Normandía, que padecía la enfermedad de Crohn. “No parece que le incapacitara para el servicio militar”, zanja.

[Esta información es una republicación, respetando su licencia, del original en El BOE nuestro de cada día, un proyecto de la Fundación Civio]

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