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PIB Beneficios empresariales e impuestos se comen la recuperación a costa de los salarios

La recaudación del Estado y las ganancias de las empresas se llevan más de la mitad de los ‘brotes verdes’ mientras la creación de empleo diluye el reparto del aumento de la masa salarial

Trabajadores en una línea de embotellado de una fábrica de cerveza, en Madrid. REUTERS/Sergio Perez

El Estado y las empresas se están llevando más de la mitad de la recuperación económica mientras el aumento de la masa salarial se diluye al repartirse entre un mayor número de trabajadores como consecuencia de la creación de empleo, según se desprende de los datos del PIB y la Renta Nacional ( ) elaborados por el INE (Instituto Nacional de Estadística).

De hecho, la cantidad que esa estadística refleja como excedente bruto de explotación, que viene a equivaler a las ganancias brutas de las empresas, antes de pagar sus impuestos, va acercándose a la cifra que destinan a salarios. Eso, si se incluyen las cotizaciones empresariales. Si la referencia son los sueldos netos, las ganancias se sitúan claramente por encima.

En los cinco años transcurridos desde que entre finales de 2013 y principios de 2014 comenzara la recuperación de las variables macroeconómicas en lo que se dio en llamar los "brotes verdes", la masa salarial del país, que incluye el dinero que las empresas destinan cada año a pagar a sus trabajadores, pasó de 487.328 a 570.551 millones de euros mientras las ganancias brutas de las empresas subían de 440.354 millones a 510.393 millones.

Sería un avance de 82.223 millones por otro de 69.729 millones en términos brutos. Sin embargo, si se descuentan las cotizaciones sociales el aumento ha sido menor en el caso de los salarios, que en su versión neta pasaron de 384.591 a 450.439. Eso supone una mejora de 65.848 millones de euros al cabo del año frente a los 69.739 de las ganancias empresariales.

¿Y dónde está la diferencia? En las arcas del Estado, que en ese mismo periodo de tiempo ha visto aumentar en 19.410 millones de euros los ingresos por cotizaciones sociales (de 104.255 millones a 114.713 millones) y que, al unirlo a la recaudación por impuestos, que ha supuesto una mejora de más de 10.000 millones, le sitúa como uno de los principales beneficiarios de la mejora de las variables macroeconómicas del país.

Más trabajadores, mismos sueldos

La masa salarial del país ha experimentado en ese lustro un aumento conjunto del 17%, frente a una mejora de casi el 16% en el caso de los beneficios empresariales.
Sin embargo, y tal y como vienen señalando organismos como la Agencia Tributaria, el reparto de esos beneficios de la recuperación no está reflejándose en un aumento de los salarios mientras las ganancias ya superan a las que se obtenían antes de la crisis.

La explicación, aunque pueda parecer paradójica, se encuentra en la creación de empleo y en la calidad de los puestos de trabajo que genera el mercado laboral español, con altas tasas de precariedad y de temporalidad.

En ese sentido, y según la EPA (Encuesta de Población Activa), la ocupación aumentó en esos cinco años un 14,17% en España, al pasar de 17,13 a 19,56 millones de trabajadores. La práctica totalidad de ese incremento se centró en los asalariados, cuyo volumen creció un 16,7% al pasar de 14,09 a 16,45 millones.

Es decir, que el crecimiento de la masa salarial ha ido prácticamente en paralelo a la creación de empleo (aunque esta sigue lejos de los registros previos a la crisis), con lo que la mejora de la primera se ha diluido sin dar lugar a incrementos de los salarios que perciben los trabajadores. Entre otros motivos, por el fraccionamiento del trabajo y por las altas cotas de precariedad del mercado laboral español, tendencias que se consolidan junto a otras como la caída de los costes laborales reales.

El reparto de los ‘brotes verdes’

Los datos del INE sitúan a los salarios como aparentes principales beneficiarios de los brotes verdes en términos globales, ya que en ese lustro de mejora de la macroeconomía han acumulado un avance de 224.634 millones de euros.
Sin embargo, cuando se trata de sueldos netos, de lo que realmente reciben a final de mes, ese incremento se reduce notablemente, ya que baja hasta los 181.874, apenas una tercera parte de lo que ha crecido el ‘volumen de negocio’ del país en ese mismo periodo.

Paralelamente, las ganancias brutas de las empresas han avanzado a un nivel similar al que lo ha hecho la masa salarial, ya que el crecimiento acumulado entre el cierre de 2013 y el de 2018 se eleva a 177.812, ‘solo’ 4.000 millones por debajo, apenas un 2,3% por debajo.

Y, entre unos y otros, las arcas públicas han ido mejorando sus resultados, con una tajada de 102.772 millones de euros que sale de sumar la mejora de las cotizaciones sociales como consecuencia del aumento del número de trabajadores a la que se ha dado en el balance entre los ingresos por impuestos y las subvenciones a la producción.

Otra cosa es el origen de esos ingresos tributarios, cuando el cruce de los datos estadísticos pone sobre la mesa los elevados índices de elusión fiscal del país, que hace que las empresas paguen impuestos por menos de la mitad de lo que ganan en la práctica, pese a iniciativas como el control instantáneo de las facturas, mientras asalariados y autónomos soportan una mayor presión fiscal.

La combinación de todos esos factores lleva a un aumento de las brechas sociales, con un incremento simultáneo del número de ricos y de pobres en el país mientras el crecimiento de las rentas familiares se atasca al padecer las consecuencias de la precariedad y la ineficiencia de los sistemas de redistribución de la riqueza.

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