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El FMI redobla su apuesta por España como potencia industrializada más dinámica en 2023 y 2024

El PIB español crecerá un 1,5% en 2023 y medio punto adicional el próximo ejercicio y se instala, a los ojos del FMI, a la vanguardia del crecimiento entre las naciones de rentas altas. 

Puesto de frutas en un mercado, a 15 de marzo de 2023, en Madrid.
Puesto de frutas en un mercado, a 15 de marzo de 2023, en Madrid. Eduardo Parra / Europa Press

"La economía global se ha desperezado [de la escalada energética y de las tensiones geopolíticas que se instalaron en su coyuntura desde el verano de 2021], pero el camino hacia un ciclo de dinamismo estable es todavía demasiado pedregoso". Este diagnóstico de situación de Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del Departamento de Estudios del FMI, deja una clara reflexión sobre la trayectoria que ha tomado el clima económico mundial. La actividad emite suficientes señales que invitan a descartar una recesión oficial, aunque el pulso es frágil y la incertidumbre está lejos de desaparecer. "La inflación está cayendo lentamente, bajo un ritmo del patrón de crecimiento históricamente y riesgos financieros cada vez más intensos e inciertos –dice Gourinchas– que presagian una etapa de estanflación".

La economía española se ha instalado por encima del promedio del club de países de rentas altas

En este contexto, el World Economic Outlook (WEO) de primavera del FMI, restablece su plena confianza en que la economía española será la que registrará las tasas de mayor prosperidad en 2023 y 2024 de entre las potencias industrializadas. Con la única exclusión de las ajenas al G-7 y a la zona del euro. Es decir, los PIB de naciones como Australia o Corea del Sur. Para este año, el informe semestral del Fondo establece un repunte del mercado productivo español del 1,5%, al tiempo que presagia un ejercicio de incremento de la actividad, medio punto más, a lo largo del próximo ejercicio. De modo que la cuarta economía del euro consolidaría un cuatrienio –desde 2021– en el que se ha instalado cómodamente por encima del promedio del club de países de rentas altas. El FMI calcula que entre 2022 y 2024, el PIB conjunto de este bloque económico se habrá expandido un 2,7%, un 1,3% y un 1,4% respectivamente, frente a un cuadro de mando, el español, que concretó dos subidas anuales del 5,5% (en 2021 y, contra todo pronóstico, en 2022) a las que sumaría las predicciones del 1,5% y del 2% en el bienio en curso.

Por encima del comportamiento de la primera economía global –de la que el Fondo anticipa que sorteará la recesión, en contra de las predicciones del mercado, que aventuran números rojos a EEUU a lo largo de este año o, a lo sumo, el siguiente–, marcando el paso económico de la zona del euro, alejándose de la británica, con la que disputó el liderazgo industrializado en 2022, pero sobre la que el FMI atisba tres décimas de recesión este año –fosa en la que sumerge también al PIB alemán, aunque de tan solo un 0,1%– y distanciándose de la canadiense con la que se disputa desde comienzos del actual milenio una cerrada batalla de tamaño de sus sistemas productivos.

En el terreno de los precios, el WEO también es benévolo con la coyuntura hispana. El esfuerzo por revertir la espiral inflacionista tendrá su recompensa. Relativa, pero constante. Porque, a los ojos del FMI, el IPC español bajará cuatro puntos, hasta el 4,3%, este año y se situará en el 3,2% en 2024. La de 2023 será la tasa más baja de entre las potencias del euro –con la excepción de la holandesa, que bajará hasta el 2,9%– y seguirá su corrección el próximo ejercicio –progresión que pierde la de Países Bajos, por ejemplo–, en menor medida que la alemana, la francesa o la italiana, que dejarían la evolución de los precios de la zona monetaria en el 2,9% aún por encima del objetivo –flexible– del 2% que dictaminan los estatutos del BCE.

Un cuadro de mando español que también irá ajustando caídas en la tasa de desempleo, aunque dentro del nivel del 12% de la población activa, y con un menor superávit de la balanza financiera por cuenta corriente.

Despegue mundial gradual, pero de poca intensidad

El WEO habla de una "recuperación gradual" tras el doble golpe al ciclo de negocios post-covid de la Gran Pandemia –la mayor recesión desde el crash de 1929– y de la invasión rusa de Ucrania, gracias al "fuerte rebote" de la actividad en China, de la paulatina superación de las disrupciones en las cadenas de valor de las empresas y de los cuellos de botella logísticos y comerciales y las distorsiones energéticas y en el resto de los mercados de materias primas; principalmente, los de alimentos y metales. Un escenario que generó un "masivo y sincronizado" encarecimiento del precio de dinero para contener unas inflaciones galopantes y descontroladas.

Bajo este escenario, los riesgos resultan persistentes y generan tensiones añadidas. A juicio de Gourinchas, "la reciente inestabilidad bancaria en EEUU deja mayor fragilidad" a unos mercados ya excesivamente preocupados por la espiral inflacionista, pese al reverso sobre la coyuntura de "los precios de la alimentación y la energía" que han desplazado la atención de los analistas a la inflación subyacente. No en vano, auguran que este indicador –que excluye energía y alimentos– concluya 2023 en el 5,1% de promedio en todo el mundo.

El ciclo post-covid, que se resiste a su evaporación, "nunca tuvo una andadura fácil"; más bien al contrario, "ha navegado y surfea tanto en la cresta de la ola como en la parte más peligrosa y baja de su recorrido", aclara el WEO. De hecho, alerta sobre una evolución "anémica" del PIB mundial, que apenas repuntará un 2,8% este año y otro "modesto" 3% en 2024. El nivel, este último que, a tenor de la jerga multilateral del FMI, implica, de facto, recesión. Al igual que el baremo que sus expertos prevén para el comercio global, que sitúan en el 2,4% este año y el 3,5% –la cota a la que catalogan de barrera de contracción comercial– para el próximo ejercicio.

El Fondo, sin embargo, expande la tregua de los combustibles fósiles a los IPC al considerar que la cotización del petróleo disminuirá un 24,1% este año y otro 5,8% en 2024.

Riesgos latentes sobre la coyuntura internacional

El FMI, en cualquier caso, deja algunas lecturas obligadas. Deberes de obligada resolución. A los bancos centrales, les pide que "perseveren en su empeño de mantener a raya la inflación", con una vigilancia expresa a "la oscilación de los costes de los alimentos y la energía" y con atención preferencial, en sus políticas de subidas de tipos, a las "vulnerabilidades del sector bancario", a la estabilización de la arquitectura financiera global y a "los temores de contagio"; incluidos los de entidades financieras no bancarias. Una asignatura a la que convocan de igual manera a las autoridades económicas en el cometido de conseguir que "no cunda el pánico en los mercados".

Los expertos del Fondo aconsejan que los tipos de interés "vuelvan a sus escalafones previos a la epidemia"

En paralelo a este mensaje que parte del poderoso Departamento de Asuntos Monetarios del FMI otra de sus áreas de especial influencia, la fiscal, advierte sobre la necesidad –desde ahora ya sí imperiosa, después del largo lustro de displicencia presupuestaria para atender programas de estímulo económico y monetario con los que amortiguar los daños colaterales de la crisis sanitaria global, sus confinamiento sociales y sus hibernaciones productivas– de iniciar procesos de consolidación de las cuentas públicas y de reducción de los niveles de endeudamiento. De las obligaciones de pagos de los servicios de deuda el FMI asegura que se mantienen especialmente altos y limitan "la habilidad de los gobiernos para responder a nuevos desafíos" de la economía.

Jean-Marc Natal y Philip Barrett, asesores del Fondo, aconsejan que los tipos de interés "vuelvan a sus escalafones previos a la epidemia" una vez las tensiones inflacionistas "estén bajo control". Un escenario que desde el FMI consideran que deben reflejar las expectativas a medio plazo de la evolución de los precios –más que los saltos coyunturales de los IPC– y tener presente medidas de flexibilización de los otrora férreos objetivos de inflación, situados en el 2% en EEUU y en la zona del euro. "La proximidad a los estadios de tipos previos a la Gran Pandemia dependerá de la persistencia de las deudas públicas, del clima que engendren las políticas económicas y sus métodos de financiación de recursos –es decir, de las hojas de ruta nacionales para la estabilidad presupuestaria– y del grado de deterioro, fortalecimiento o extinción de la globalización".

La deuda soberana se aproximó ya en 2020 al 100% del PIB mundial y se espera que se mantenga por encima de los niveles previos a la covid-19 en alrededor de la mitad de los países en 2023. Muy en especial, en las potencias industrializadas.

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