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Los diez mandamientos del FMI para abordar la espiral inflacionista y de recesión que se avecina

El FMI pone punto final a la etapa poscovid, y apunta a un nuevo ciclo con la economía global sumida en una escalada de precios con perspectivas de recesión y unos mercados de capitales volátiles. 

13/10/2022 La directora del FMI, Kristalina Georgieva, durante las Reuniones Anuales del organismo con el Banco Mundial en Washington
La directora del FMI, Kristalina Georgieva, durante las Reuniones Anuales del organismo con el Banco Mundial en Washington. James Lawler Duggan / Reuters

El despegue de la actividad tras la crisis sanitaria, la salida fulgurante de la gran pandemia y los resortes presupuestarios y monetarios que impulsaron el ciclo de negocios que sacó al planeta de la recesión sincronizada de mayor profundidad en tiempos de paz han tocado a su fin.

Atrás queda un episodio de cierta bonanza global que ha durado un bienio, desde su comienzo en el verano de 2020. A esta etapa, que finalizó en el periodo estival de 2022, le ha sucedido una tormenta perfecta con la que el mundo parece encaminarse irremediablemente a una nueva era, menos globalizada, con más dosis de conflictividad y con notables visos de que se produzca una fragmentación o decoupling entre dos bloques comerciales -cada uno de ellos abanderado por las dos superpotencias, EEUU y China-. Lo que desencadenará una paulatina sucesión de aliados que se inclinarán por uno u otro bando y altas volatilidades en los mercados.

Ante este cúmulo de inclemencias en la generación de prosperidad, el FMI acaba de dejar en su cumbre otoñal algunos retazos nítidos del grave escenario en el que se va a dirimir el futuro de la economía y las finanzas y la salud de Gobiernos, empresas y hogares. También ha dado una retahíla de consejos económicos y monetarios que podría resumirse en los siguientes diez mandamientos.

Un decálogo nada halagüeño con el que atravesar el borrascoso otoño y el crudo invierno, y bajo unas perspectivas negativas, como mínimo, para el conjunto del año 2023, como asegura el Fondo Monetario Internacional.

1.- Un tercio de la economía global merodea la recesión

La lectura de la coyuntura actual, según el World Económic Outlook (WEO) -el evangelio de cabecera del FMI con sus previsiones económicas-, que se renueva cada seis meses, es la siguiente: caídas del poder adquisitivo de las familias y de la liquidez, de la capacidad financiera y de los flujos de inversión de las empresas por la espiral inflacionista generada por la escalada de los precios de la energía desde el otoño de 2021. Entonces, el Kremlin reactivó los cortes en el grifo del gas y dicha espiral se acentuó tras el estallido de la guerra de Ucrania y sus daños económicos colaterales.

A esto se le suma una estrategia desaforada de los bancos centrales por contener una inflación galopante, con subidas de tipos rampantes nunca vistas en más de cuatro décadas, que no han impedido por ahora que los IPC en el espectro industrializado sigan coqueteando con los dobles dígitos o incluso rebasándolos.

El resultado es ya patente en EEUU, sumido en recesión en la primera mitad de este año y a cuyo PIB le augura el FMI episodios contractivos en 2023. Este mismo escenario ya se adivina en Europa, con Alemania e Italia protagonizando los números rojos más alarmantes. Mientras, China se apresta a vivir un aterrizaje más o menos brusco, pero con notable pérdida de altura, hasta amenazar por primera vez en 40 años con una ralentización de su frenética actividad durante este tiempo.

Dicha situación conducirá al PIB del planeta a un aumento del 3,2% este año y del 2,7% el siguiente. Técnicamente, según la jerga multilateral al uso, en recesión. Porque cualquier movimiento de la economía global por debajo del 3,5% relega a una parte substancial de la actividad planetaria a varios trimestres de contracción. El horizonte resulta inexpugnable. Las vacas flacas camparán a sus anchas sin remedio.

2.- Otro año que viviremos peligrosamente

A las tensiones geopolíticas se sumarán las presiones inflacionistas, que continuarán siendo más persistentes de lo inicialmente anticipado, con tasas globales que se catapultarán al 9,5% este año antes de desacelerarse al 4,1% en 2024.

El WEO también lo expresa de otra manera, quizás más significativa: "El grado de incertidumbre y el listado de fragilidades que van a acechar a las políticas monetarias, fiscales y financieras" van a poner a prueba la resistencia de sus autoridades.

Todo bajo una atmósfera de dificultades tanto en el acceso a la financiación como en las condiciones crediticias, aunque también por la fortaleza inusitada del dólar, los vientos huracanados que se avecinan en los mercados y las perspectivas de fugas masivas de inversiones y capitales.

Esta climatología adversa traerá, más tarde o más temprano dependiendo del país, "rigideces" en los mercados laborales que podrían generar protestas, así como nuevas convulsiones geopolíticas, en alusión velada al reciente recorte productivo de la OPEP+, que supone una alineación más de Arabia Saudí con la causa rusa, que "exacerben aún más" los precios de los combustibles fósiles.

A todo ello se añadirán los costes adicionales asociados a las hipotecas, que arrastran a la actividad inmobiliaria, deterioran las demandas domésticas y precipitan a los gobiernos a liberar "respaldos fiscales para ayudas a corregir las fugas de ingresos" por el encarecimiento de la luz y de las cestas de la compra. La pinza inflacionista y geopolítica seguirá atenazando la escena económica global.

3.- Menos comercio y energía más cara

La apreciación del billete verde americano, del 13% este 2022, dejará al comercio en estado de shock porque las ventajas competitivas de una divisa que retrocede con el dólar se van a diluir por la drástica importación de inflación de unos flujos de bienes y servicios denominadas mayoritariamente en la moneda de EEUU.

El comercio global apenas repuntará un 4,3% este año y se reducirá al 2,5% en 2023, cifras que se sitúan lejos del 10,1% registrado en 2021. Tampoco ayudará el encarecimiento de otros 41,4 dólares que sumará la factura del crudo este año. En este contexto, el FMI insta a las autoridades monetarias a hacer converger sus políticas de tipos, y a las económicas a inyectar nuevos rescates a hogares y empresas.

Todo ello deberá formar parte de un recetario inclusivo que corrija las desigualdades sociales y proteja a las clases más vulnerables. Gastar, pero guardando las facturas para su posterior pago en diferido. Sin controles de precios, ni subsidios no focalizados a familias vulnerables o compañías en riesgo evitable de default o a tentaciones proteccionistas, que son "fiscalmente costosos y conducen a excesos de demanda, escasez de oferta, mala asignación, racionamiento y primas del mercado negro".

La Historia "nos enseña que rara vez funcionan", asegura el FMI, que se decanta por defender recetas específicas con transferencias temporales. El mensaje es hacer un uso responsable de los gastos, pero dirigir los recursos necesarios a los estratos sociales menos pudientes. La consolidación fiscal precisa de otro periodo de transitoriedad.

4.- Riesgo de un rápido y desordenado ajuste en los mercados

Los peligros de desestabilización financiera se sitúan en niveles similares a los de las crisis precedentes, alerta el informe otoñal de mercados de capitales del FMI, que menciona expresamente las presiones que ejerce la pinza inflacionista y geopolítica como detonante de un riesgo latente de desorden en el precio de los activos. El Fondo aconseja de forma expresa a los bancos centrales que calibren cuidadosamente y con transparencia sus esfuerzos para reducir la inflación galopante.

Como alerta Tobias Adrian, consejero financiero de la institución, "la atmósfera internacional es sumamente frágil" y las amenazas asociadas a su arquitectura de capitales son "claramente elevadas".

En su opinión, "los mercados atraviesan una etapa extremadamente volátil y de menor liquidez y los inversores se encuentran atenazados por la escalada inflacionista y las políticas monetarias restrictivas impuestas por los bancos centrales, como no se había visto en décadas". Así lo admite el FMI, que habla abiertamente de señales patentes de suspensiones de pagos en los servicios de deuda corporativa y soberana por los virulentos incrementos del precio del dinero.

"Cuanto más elevados son los riesgos, más proporcionales a ellos son las correcciones de los mercados de capitales", conviene Adrian. La proclama del brazo financiero del FMI justifica el reforzamiento de los escudos protectores a las empresas. Malos tiempos para las bolsas.

5.- Tanto en áreas industrializadas como en mercados emergentes y de rentas bajas

El escenario de ajuste bursátil global no sólo afecta a las potencias industrializadas. También los mercados emergentes se enfrentan a una multiplicidad de riesgos.

Como botón de prueba, el FMI calcula que sólo el 29% de los bancos de estas latitudes estarían en condición de alcanzar los requerimientos de capital que exigiría un periodo de tensión en los mercados.

Sus pruebas de estrés alertan de igual modo a las naciones en desarrollo sobre la severidad de un drástico descenso de activos por sus elevados riesgos de default y sus dificultades negociadoras ante cualquier proceso de reestructuración de deuda. Más de la mitad de los países de rentas bajas estarían en este limbo de especial tensión sobre sus servicios de pagos. A las potencias industrializadas les pone sobre aviso especialmente por el descenso brusco en sus sectores inmobiliarios.

"El encarecimiento de las hipotecas empieza a desvirtuar la tasación y valoraciones de viviendas y oficinas sin que se avecine el instante en el que se contendrán los ajustes ni el calibre de los mismos", afirma el organismo.

A juicio del FMI, en un clima de adversidad severa, los precios de los inmuebles podrían descender en torno al 25% en los próximos tres años en los mercados emergentes, mientras que en áreas industrializadas la caída sería de más del 10% teniendo en cuenta la inflación.

Las restricciones financieras no entienden de latitudes en esta crisis. Serán generalizadas. No en vano casi un centenar de bancos centrales han subido tipos y la mitad de ellos lo ha hecho con alzas anómalas y excepcionales del 0,75%. Algunos, más de una vez. Entre otros, la Reserva Federal.

6.- El PIB español, en el grupo de cabeza de los países industrializados

La economía española se mantiene para el FMI como la más dinámica de entre las economías industrializadas. En 2022, crecerá un 4,3%, lejos del promedio del club de rentas altas, que elevarán su riqueza en 2,1% a pesar del medio punto de recorte que sufre respecto a su predicción de primavera.

La pauta que ha guiado los cálculos del WEO concuerdan con el diagnóstico de otras entidades, tanto nacionales, como el Banco de España o la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), o internacionales, como la OCDE. Todos ellos coinciden en elevar el impulso este año y ralentizarlo en 2023. A partir de la mejoría adicional registrada por el INE en el segundo trimestre, en el que el PIB creció un 1,5%, según la revisión definitiva, hasta consignar un repunte interanual del 6,8% por la aportación del turismo y la hostelería.

El fondo también justifica en el renovado vigor de estas rúbricas el alza de tres décimas del PIB de España en 2022 en comparación con su última revelación de datos, la de julio pasado. De igual forma que el Banco de España, que, en su caso, lo eleva cuatro décimas: desde el 4,1% al 4,5%; incluso dos por encima de la de la institución multilateral.

Otra cosa es el dato de 2023. El FMI lo rebaja hasta el 1,2%, lejos de la previsión oficial del 2,1% con la que se han configurado los presupuestos. Pero el fondo lo sitúa una décima por encima de la media del 1,1% de crecimiento que otorga a las naciones con rentas altas, solo por detrás del 1,6% de Japón y del 1,5% de Canadá.

La economía española progresa y lo hace con la suficiente inercia como para aplicar nuevos desembolsos de ayudas, impulsada, además, por un aumento de la recaudación tributaria.

En el programa presupuestario en discusión se augura que, según el ritmo de ingresos actual, las arcas del Estado podrían disponer de 15.000 -o incluso de 20.000- millones de euros adicionales, fruto del dinamismo del PIB este 2022, excedente idóneo para el abordaje de un nuevo programa de lucha contra la inflación. Un balance que está a la espera de los nuevos impuestos a la banca y a las eléctricas.

7.- Mayores desequilibrios y un PIB que sigue sin alcanzar su nivel prepandémico

Los expertos del FMI también corrigen la senda de déficit fiscal del Gobierno de España en su Fiscal Monitor, el informe sobre estabilidad presupuestaria, que sitúa por encima del 4% del PIB en el próximo lustro. Sin embargo, pronostica para este año un descenso de cinco puntos, hasta el 113,6%, el nivel de su deuda en relación al tamaño de la economía. 

Se continuará con la misma tendencia, hasta el 110,1% en 2024 y por debajo de este umbral en los años siguientes. Todo ello sin alcanzar, en todo caso, el nivel previo a la epidemia de la covid-19, del 98,3% del PIB. Tampoco lo hará el PIB, ya que España y México serán las economías más rezagadas en lograr sus registros anteriores a la gran pandemia de toda la órbita OCDE.

El departamento que dirige Victor Gaspar considera que los ingresos del Estado se situarán en el 43,8% del PIB en 2023, dos décimas menos que este año, cifra que se mantendrá en descenso, hasta el 40,9% en el bienio 2026-27. Asimismo, el gasto seguirá una evolución similar, al pasar del 48,2% en 2023, siete décimas menos que sus cálculos de primavera, al 45,2% en 2027.

La consigna del fondo en este punto, sin embargo, viene con acuse de recibo de Londres. El FMI acaba de llamar de nuevo la atención a la premier Liz Truss, como ya lo hiciera en una inusual y vergonzosa queja por la agresiva rebaja impositiva de su Gobierno y que dio pie al desplome de la libra y del mercado de bonos del Tesoro británico y a una intervención de urgencia del Banco de Inglaterra (BoE).

Exigía, de este modo, antes de la conclusión de su cumbre este fin de semana, que "deje de prolongar el daño" causado y corrija substancialmente -no testimonialmente- su programa económico con desajustes entre ingresos y gastos nada propios de una potencia industrializada.

A horas de la segunda reprimenda del Fondo, Kwasi Kwarteng, el chancellor of the exchequer desde el 6 de septiembre fue cesado y dejó a Truss sin su artífice de un recetario neoliberal, que no procede en tiempos de crisis como la actual, según el FMI. Y este domingo, el nuevo ministro de Economía británico, Jeremy Hunt, advertía de recortes de gasto público y subidas de impuestos.

8.- Contención de precios y cierto pulso del empleo

El FMI vuelve a colocar a España ante un escenario benévolo, aunque no por ello preocupante dentro de Europa, en cuanto a la inflación y creación de puestos de trabajo, con la salvedad del histórico retraso estructural hacia tasas de desempleo acordes con una economía dinámica y próxima a la plena ocupación.

El IPC español terminará 2022 con un alza del 8,8%, en sintonía con la mayor parte de los socios monetarios, entre los que destaca el mayor control de los precios de Francia para reducir la tasa al 4,9% en 2023, en la escala baja de la zona del euro. Además, hay perspectivas de un paulatino recorte del paro, que se reducirá del 14,8% de 2021 al 12,7% este año y al 12,4% en 2023.

Sin decirlo expresamente, la constante reducción del desempleo es un espaldarazo del FMI a la reforma laboral del Gobierno de coalición, a su mecanismo de los ERTE durante la pandemia y al incremento gradual de los contratos indefinidos. Al mismo tiempo deja claro -y como siempre- que el paro es el gran escollo estructural de la economía española.

9.- Los gobiernos deben mantener las cuentas listas para su saneamiento

Los Ejecutivos nacionales deben mantener las cuentas a punto para su saneamiento para contribuir de este modo a la lucha contra la inflación. No obstante, el control sobre las mismas se deberá enfocar a modificaciones en los gastos y los ingresos que dejen las cuentas estatales en la mejor disposición posible para una rápida consolidación en el futuro.

"Los Gobiernos deben conservar la disciplina en el gasto, mientras ayudan a empresas y a hogares en la tarea de abordar sus facturas energéticas y sus desembolsos esenciales", aclara Gaspar en el Fiscal Monitor.

El FMI, además, se aplica la máxima de cundir con el ejemplo y anticipa una liberación de recursos en los próximos meses a naciones con rentas bajas. Con esto busca paliar los efectos de la recesión sincronizada global y atender pagos de deuda soberana que, en términos generales, se ha disparado hasta significar el 91% del PIB mundial, nada menos que 7,5 puntos por encima de su nivel prepandemia.

10.- La encrucijada energética se afronta con recortes de consumo

El FMI apuesta por medidas de ahorro energético dentro de las agendas gubernamentales como fórmulas para contener las subidas de valor de las materias primas. Especialmente las energéticas, pero también y de forma colateral las alimenticias y las metálicas. Es el punto en el que se deben calibrar los subsidios sin sobrepasar desembolsos excepcionales.

La reducción del ahorro energético es esencial para dar equilibrio a las ayudas. Gaspar lo expresa en términos más obtusos, pero igual de elocuentes: "La política fiscal debe proteger a los más vulnerables mientras trata de buscar espacios de ajuste a medio plazo y sin colisionar con la gestión monetaria de lucha contra la inflación".

Con esto se refiere a que deberá hacerlo sin calentar demasiado unas economías con rebajas fiscales al modo británico, que creen reacciones en la corriente de enfriamiento de la actividad que han instaurado los bancos centrales. Hay que ser generoso en las ayudas; pero estricto en sus límites, explica el Fiscal Monitor. 

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