Las big techs se atascan. Por supuesto, siguen siendo las grandes dominadoras de los mercados, las sucesoras de las blue chips –multinacionales de larga tradición hegemónica– y las estrellas de las últimas crisis, la financiera de 2008 y la Gran Pandemia de 2020, de las que han salido airosas en rentabilidades, en capitalización bursátil, ampliación de ventas y diversificación de líneas de negocio y, por supuesto, en creación de empleo e innovación tecnológica. De hecho, las Big-Five americanas –Alphabet (la matriz de Google), Amazon, Apple, Meta (Facebook) y Microsoft– hace tiempo que arrinconaron a las supermajors petroleras o a Coca-Cola, Disney, PepsiCo, Walmart, General Electric, IBM o McDonald's –entre muchas otras– desde su lejana y última estampida bursátil, la bautizada como puntocom, de comienzos de este siglo.
Pero las tornas parecen estar cambiando. Mark Zuckerberg, el dueño de Meta y fundador de la red social Facebook, prepara miles de despidos. Concretamente, Meta
recortará el 13% de su plantilla, es decir, más de 11.000 empleados, en uno de los mayores recortes de personal del sector tecnológico. Los rumores de los despidos en la matriz de la red social fueron saludados por los inversores con una eufórica subida de sus acciones del 3,5%, que han continuado este miércoles, con alzas de más del 5%. A los analistas les motiva los recortes de plantillas en annus horribilis de compañías como el actual de Meta, cuyo valor en Bolsa había retrocedido un 70% en los diez primeros meses de 2022.
Al igual que las acciones de autoridad ejecutiva, como la que llevó a Zuckerberg a abanderar a los primeros espadas del espectro tecnológico de Silicon Valley en su negativa a que sus plantillas se alejaran de la presencialidad laboral a la que abocaba la crisis sanitaria de la covid-19. Bajo una amenaza con un relato rastrero: si ahorran en sus alquileres o compras de viviendas por desplazarse varios kilómetros de las oficinas centrales, en cuya órbita territorial persisten desde hace décadas una auténtica burbuja inmobiliaria, verán reducidas sus nóminas. Una especia de compensación quid pro quo. Nunca fue muy partidario del teletrabajo.
Otro emporio, el de Elon Musk, ha dejado señales nítidas de su displicencia hacia sus empleados. En PayPal, primero, en Tesla después y ahora en Twitter, donde algunas fuentes insisten en que los expedientes de regulación de empleo afectarán al menos a la mitad de los 7.500 empleados que la enseña del pájaro azul tiene desplegados por todo el mundo.
Varios miles de trabajadores han recibido ya el escueto y dramático mensaje de su salida del mercado laboral
Sólo dos días después de que se materializara su astronómica operación de adquisición por valor de 44.000 millones de dólares. Varios miles de ellos han recibido ya el escueto y dramático mensaje de su salida del mercado laboral, sin atender a legislación laboral alguna, y pese a que anunciantes como L'Oreal, General Motors, General Mills, Audi, Volkswagen o Pfizer se han apresurado a alertar que dejan la plataforma. O a que grandes compañías de publicidad hayan recomendado a sus clientes que suspendan, al menos de forma temporal, sus espónsores ante las dudas de que Twitter vaya a monitorear contenidos.
A esta predisposición a los despidos masivos, surgidos, según rezan varias encuestas a directivos de la inminente vuelta a la recesión de EEUU -algo que dan por hecho los analistas después de que el principal PIB del planeta incurriera en dos trimestres consecutivos de contracción entre enero y junio- en los próximos 12 meses, se unen dificultades productivas como las de Apple, que dejará de fabricar al menos tres millones de iPhones este año y que tan sólo cubrirá puestos prioritarios de su departamento de I+D+i, mientras decide la estrategia a seguir en el corto plazo para reducir costes, avanzan en Goldman Sachs.
En Amazon, se reconoce que dejarán vacantes puestos corporativos por las "pésimas" ganancias del tercer trimestre –del 15%, por debajo del 37% de 2021– y lo achacan al desplome del 20% de sus acciones, que relega el valor por debajo del billón de dólares; una cotización desconocida desde 2020, al inicio de la epidemia. La compañía fundada por Jeff Bezos ya ha emprendido la expulsión de trabajadores en alguna de sus numerosas divisiones y la congelación de contratos a minoristas. Y se espera que Meta revele su intención de recortar entre 3.000 ó 4.000 millones de dólares sus costes operativos, donde se incluyen los laborales, con vistas a alcanzar su meta de facturación anual, situada entre 96.000 y 101.000 millones de dólares, avisa Mandeep Singh, de Bloomberg Intelligence Analyst en una nota a inversores.
Todos estos botones de muestra señalan a un fenómeno de convulsión laboral en EEUU. Hacia un dilema argumental entre los directivos que piensan que sus empleados están protagonizando una fase de relajación productiva, a tenor de sus respuestas en sondeos de opinión a gestores de empresas, por un lado. O a las manifestaciones de descontento por la no actualización de sus salarios o a las reminiscencias de la Gran Renuncia, el fenómeno por el que más de 50 millones de estadounidenses han descartado acceder a vacantes laborales o abandonado sus puestos de trabajo por considerar que sus rentas anuales no satisfacen sus objetivos de calidad de vida y que, paradójicamente, por la alerta de recesión, sigue en el subconsciente colectivo americano, por otro.
La industria tecnológica certifica su caída de ingresos
La tendencia es general, pero se está concentrando, en el tramo final de 2022 en la industria de las nuevas tecnologías. Lyft, una app de transporte compartido muy usada en todo el territorio federal, expulsó la semana pasada a 700 empleados, y el gigante de las fintechs Stripe ha hecho lo propio sobre el 14% de su plantilla, en medio de amenazas de más despidos, admiten varios documentos internos de sus fundadores. También en GoFundMe, la plataforma de financiación colectiva, acaban de dejar sin trabajo a 94 empleados, el 12% de su equipo, de sus áreas de comunicación, servicios al cliente, marketing y de organización corporativa y seguridad.
Cinco lecturas para entender el 'sudoku laboral americano'
En suma, varios miles de trabajadores de las puntocom y startups han recibido cartas de despido en plena tormenta económica y bursátil. Ante esta tesitura, ¿qué factores explican este contagio de despidos? Este argumentario ofrece cinco pinceladas del collage.
1.- Las voces de trabajadores y empresarios. Un empleado afectado de GoFundMe resumía el envío del mensaje de despido como "un estado de pánico" cargado de incertidumbre sobre el "cambio de vida" drástico e imprevisible que le espera. Los directivos, por su parte, justifican este proceso a la persistente inflación, al colapso de los fondos de capital riesgo y al temor de los mercados que se ha desatado especialmente hacia las tecnológicas. "Se avecinan tiempos difíciles" para la microeconomía, que "afectarán a los empleos y a los niveles de vida", explica Mark Peter Davis, socio en Interplay Ventures a Business Insider. "La coyuntura macro no es de especial gravedad, ni tan catastrófica como la de 2008, pero la actual generará daño, sin duda". Y la agresiva política de subida de tipos sin límite hasta controlar la inflación de la Fed tampoco ayuda –concreta–, por lo que las empresas han sacado las tijeras para recortar.
2.- El final del largo decenio de bonanza tecnológica. La Gran Pandemia, primero, y el intenso despegue del ciclo post-Covid, después, han prolongado durante un bienio la década prodigiosa de gigantes de las bigtechs y alimentó a las firmas de capital riesgo; entre otras, a Reddit, Affirm o Coinbase. Pero la invasión de Ucrania ha acelerado la tormenta económica y bursátil mundial y, a finales de la pasada primavera, la industria tech empezó a manifestar desajustes de costes e incremento de deudas. Ya entre mayo y junio, más de 17.000 trabajadores dejaron sus puestos y la cifra se elevó hasta los 29.000 entre julio y agosto, según el portal Layoffs.fyi. Recortes que han alcanzado sólo en octubre los 12.000 en 88 firmas tecnológicas a los que se sumarían, dicen sus cálculos, sin atisbar los 3.700 despidos de Twitter, al menos a otros 3.500. El tercer trimestre ha sido mucho más complejo que el periodo primaveral, aclara Matt Murphy, de Menlo Ventures para posteriormente precisar que "en esta ocasión las firmas tecnológicas no parece que vayan a quedarse cortas en sus reducciones de plantillas".
3.- ¿Habrá más expedientes de regulación en un mercado en el pleno empleo? Sin duda, alerta Roger Lee, de la fintech y startup Human Interest y uno de los fundadores de Layoffs.fyu. Acaban de empezar. Como también las convulsiones sobre sus activos. Al menos hasta que las presiones inflacionistas remitan y se atisbe el momento del freno en el encarecimiento del dinero. Davis, de Interplay, considera que las reestructuraciones son duras, pero pueden propiciar beneficios con la remodelación de equipos, además de que buena parte de los expulsados del mercado de trabajo se dedicarán a constituir sus propias empresas. Sin embargo, Sridhar Ramaswamy, un ex ejecutivo de Google que ha lanzado una start-up, Neeva, cree que "las fugas de talento pueden ser un inesperado problema para la innovación y el desarrollo de nuevos productos".
Sea como fuere, este fenómeno no parece haber perjudicado al mercado laboral americano que en octubre añadieron otros 261.000 nuevos empleos, muy por encima de los 200.000 previstos por los analistas. El dato se suma a los 315.000 de septiembre, por encima de los 263.000 de la primera estimación de la Bureau of Labor Statistics (BLS), y de otros 315.000 en agosto. Una gran parte de ellos, colocados en los sectores sanitario, de servicios técnicos y manufacturero. Nick Buncker, director de investigación en Indeed Hiring Lab, habla de "moderación" a la hora de dar su valoración, aunque inciden en que las relaciones contractuales en EEUU "se han enfriado un poco, pero la temperatura sigue siendo bastante alta".
4.- La Gran Dimisión, ¿ha tocado techo? No. Al menos en apariencia. Los más de 50 millones de trabajadores que renunciaron a algún trabajo, ocasional o permanente, en 2021, para encontrar mejores retribuciones salariales o condiciones laborales -entre las que destaca su predisposición al teletrabajo- con objeto de dedicar más tiempo y dinero al ocio, sigue siendo una prioridad y va más allá de un deseo post-pandémico pasajero. La firma de servicios profesionales PwC llegó a consignar, mediante una encuesta entre 52.000 trabajadores de 44 países, en marzo pasado, que uno de cada cuatro empleados de todo el mundo estaría dispuesto a sumarse a la rebelión de esta Gran Dimisión.
El modelo de Bloomberg Economics manifesta que la confianza de encontrar empleo ha menguado
A este concepto se suma otro, llamado quiet quitting –que se podría traducir como en estado de tranquilidad– y que hace referencia a los empleados que no están dispuestos a ejercer esfuerzos extraordinarios para satisfacer los objetivos marcados por sus jefes y que, según un sondeo de Gallup, a mediados de este año, afectaba a la mitad de la clase trabajadora estadounidense. En especial, ha arraigado entre la Generación Z, menores de 35 años. Si bien, aparecen las primeras señales de un cambio de tendencia. El modelo de Bloomberg Economics, que predice recesión en EEUU en 2023 por la subida de tipos más intensa de la Fed desde los años ochenta, empieza a manifestar que la confianza de esperar hasta encontrar empleos acordes con el nivel de vida que busca cada americano en retiro voluntario ha menguado y que podría dar paso al un Great Regret, un gran arrepentimiento.
Aun así, Julia Pollak, economista jefe de ZipRecruiter, piensa que la Gran Dimisión está lejos de haber claudicado. "Se ha tomado un respiro", porque la tendencia de que los empresarios tienen más dificultades en contratar y en estipular objetivos laborales a sus empleados" como lo revela el elevado dato de puestos vacantes que en septiembre se mantenían todavía por encima de los 10.7 millones y la tasa de desempleo, en el 3,5%.
5.- Elon Musk, ¿el rostro del capitalismo extremo? Es la tesis que plantea David Nasaw, profesor emérito de historia en el Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York en The New York Times. En su teoría, describe a Musk como el orgulloso propietario de Twitter […] el dueño del control de lo que él mismo denomina, con razón, "nuestra plaza central digital". A su juicio, Musk es el rostro del capitalismo extremo basado en la tecnología del siglo XXI que ha aprovechado las oportunidades surgidas de un aparato estatal regulador que se desintegra con celeridad. "Ha buscado posicionarse como genio tecnológico que rompe las reglas del juego y explotar y extirpar a quienes trabajan para él", así como ridiculizar a quienes se interponen en su camino y tratan de impedir que haga lo que quiera con su riqueza, que beneficia al conjunto de la humanidad. "Rescatará el planeta con sus autos eléctricos y salvará a Ucrania con sus sistemas de satélites" –aclara Nasaw–, "pero para hacer estas buenas acciones debe ser liberado de las interferencias del gobierno".
Algo de este impulso que Nasaw atribuye a Musk parece aflorar por su actitud en el orden socio-económico. En plena oleada de despidos en Twitter, su ahora mandamás no desperdició tiempo para pedir a sus seguidores que elijan el rojo republicano para sus representantes en el Congreso la víspera del midterm, a pesar de que sólo unas horas antes había prometido que la red social que acababa de comprar seguiría siendo "políticamente neutral". La cuestión es si los usuarios de Twitter penalizarán su atrevimiento. Parece que no, a juzgar por el número de descargas y de usos de la red. Según datos de Apptopia, en los 7 primeros días de noviembre llevaban ya un 28% más que en las mismas jornadas de octubre y un 46% más que el promedio de septiembre. Desde la dirección de esta firma de investigación de mercados consideran que "es únicamente como cuando se produce un accidente en una autovía, la gente interrumpe su marcha para mirar qué ha ocurrido" en este caso en Twitter. Aunque sin descartar un efecto dominó de adeptos a las causas de Musk.
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