zaragoza
"Las empresas fracasan cuando hacen lo mismo. Mueren por inercia. La sociedad es cambiante, y ahora más que nunca, y en ocasiones las empresas mastodónticas tienen problemas para maniobrar, innovar y adaptarse a esos cambios", explica Juan Torrez Quílez, profesor de Control de Gestión y de Dirección Financiera en la Universidad de Zaragoza, en un criterio que comparte con Marcos Sanso, catedrático de Análisis Económico en su misma facultad, para quien "las empresas tienen dificultades cuando dejan de adaptarse a la sociedad. Tienen que estar en un proceso de adaptación constante".
Sin embargo, eso no ocurre siempre, ya sea por errores de gestión, por la obsolescencia del producto o por otros motivos, tal y como muestra la deriva que en los últimos años (décadas en algunos casos, meses en otros) han vivido los llamados campeones regionales, una serie de empresas emblemáticas de los territorios en los que se asentaban y que han escrito un cambio de época a base de, según el caso, cierres, insolvencias, fusiones y cambios de dueño.
"Hay una mezcla de muchos elementos, pero no hay una dinámica superestructural en lo ocurrido en esas empresas", anota Sanso, que diferencia casos como los de la papelera cántabra Sniace, al borde de la liquidación tras verse arrastrada por el declive de una prensa impresa que cada vez requiere menos papel, de otros como el de Pescanova, "una empresa potente en la que todo apunta a problemas de gestión, como en Abengoa".
"La vida media de una empresa en España no llega la tercer aniversario", apunta Torres Quílez, que llama la atención sobre la existencia de "factores endógenos que maneja la propia empresa, con los que tiene que hacer los deberes, y otros exógenos, como los tipos de interés o las variables financieras, que no están en su mano pero a los que también tiene que adaptarse".
No hacerlo abre las puertas a la obsolescencia y a decadencia, algo que se ha ido dando con relativa frecuencia entre los campeones regionales, algunos de los cuales han dejado de serlo al ser absorbidos mientras otros simplemente dejaban de existir; todo, en un entramado de historias que retrata un cambio de época marcado, entre otros factores, por la globalización, la pérdida de peso de lo local, el declive de la industria y la toma de posiciones por grupos extranjeros.
Abengoa se declara insolvente
La empresa andaluza de infraestructuras de la energía y el agua, con una plantilla de 15.000 trabajadores y plantas en España, Brasil, México, Chile, Uruguay y Perú, se declaró insolvente este martes ante la inviabilidad de superar una deuda de 6.000 millones de euros con un volumen de negocio anual de 1.500 millones, tras no obtener la financiación para reflotar su proyecto, que cifraba en 500 millones, y después de fracasar en obtener el apoyo de la Junta de Andalucía y de la Generalitat Valenciana, a las que reclamaba un rescate de veinte millones.
Abengoa, en cuya cúpula siempre se habían sentado apellidos como Benjumea o Urquijo durante sus ochenta años de actividad y que permaneció en dos etapas en el Íbex 35, llegó a acumular una deuda de 9.000 millones de euros pese a que sus ventas superaban con frecuencia los 7.000 millones anuales antes de iniciar un lustro de troceo y venta del negocio. Los accionistas cesaron al último consejo de administración el 17 de noviembre.
El tormentoso año de Duro Felguera
La gijonesa Duro Felguera, una multinacional con 2.500 empleados especializada en la construcción de infraestructuras para compañías industriales y energéticas, atraviesa momentos críticos tras un tormentoso ejercicio iniciado con una querella por administración desleal y apropiación indebida contra su anterior hombre fuerte, Ángel Antonio del Valle, que siguió con una solicitud de setenta millones de dinero público con cargo al fondo de rescate para empresas estratégicas articulado por el Gobierno ante la crisis pandémica, más otros treinta cincuenta procedentes de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), treinta de ellos para una ampliación de capital y veinte como préstamo y termina con un horizonte de incertidumbre.
La empresa, fundada como siderurgia a mediados del siglo XIX y que ha experimentado varias reconversiones de su modelo de negocio, sería la primera parcialmente nacionalizada por la crisis de la covid-19 si finalmente se materializa la entrada de la SEPI en su accionariado mediante una ampliación de capital. Esa decisión no se tomará hasta el 10 de marzo, fecha límite para acordar, o no, una refinanciación de la deuda bancaria.
Duro Felguera entró oficialmente en números rojos a principios del año pasado como consecuencia de las provisiones para hacer frente a la pandemia, y comienza este con un ERTE (en desacuerdo con la plantilla) que hasta el 31 de mayo afectará a hasta 425 trabajadores diarios de una plantilla de 1.300, con un límite de cuatro meses de inactividad para cada empleado en ese periodo.
Pescanova, de líder europeo al rescate
La empresa gallega que dirigía Manuel Fernández de Sousa, condenado en octubre (ocho años de prisión) por una retahíla de delitos del ámbito económico con once de sus más estrechos colaboradores, pasó de ser el líder europeo del sector pesquero a no poder cuadrar los balances en 2013, un año después de haber ocultado a sus accionistas casi 2.000 millones de euros de deuda bancaria.
La empresa, entrampada tras una inversión de más de 800 millones de euros para crecer mediante la acuicultura que acabó lastrando sus cuentas, acabó presentando uno de los mayores concursos de acreedores registrados en España. Años después, Abanca controla alrededor del 80% del capital de la empresa, que ha pasado a llamarse Nueva Pescanova, tras hacerse con el grueso de la deuda bancaria capitalizada.
Sniace, la papelera que fabricaba el papel de los periódicos
Sniace, que fabricaba en Torrelavega (Cantabria) la mayor parte del papel con el que se imprimían los periódicos españoles, se encuentra a un paso de la liquidación mientras los trabajadores intentan, con el apoyo del Gobierno de Cantabria, hacerse con la unidad productiva para evitar el cierre definitivo de las instalaciones.
El declive de la empresa, varios de cuyos exdirectivos serán juzgados a principios de año como presuntos autores de un delito ambiental por unos vertidos al río Saja, está más relacionado con los cambios tecnológicos en el sector de los medios de comunicación y el declive de los periódicos impresos que con decisiones de gestión interna.
La naviera balear y la línea aérea valenciana
La covid-19 ha impactado de lleno en las cuentas de la empresa naviera Transmediterránea, que se encuentra en una fase agónica de su crisis, y en las de la compañía aérea levantina Air Europa, cuyos responsables han pedido al Gobierno central una inyección de 400 millones de euros para reflotarla.
El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, admitió hace unas semanas que la naviera, el principal operador español del sector, también ha solicitado el rescate, aunque aseguró desconocer las cifras de la operación.
El declive de la minería leonesa y el textil catalán
La compañía castellanoleonesa Minero Siderúrgica de Ponferrada y la barcelonesa La Seda resultan emblemáticas del declive de actividades que a mediados del siglo XIX y durante buena parte del XX fueron pujantes en la economía española, caso de la minería del noroeste de la meseta y del textil catalán.
Hoy, la primera languidece después de haber sido la primera empresa del ramo en disponer de un tren para transportar el material y de una central térmica para producir energía con su combustión, mientras la segunda centra su actividad en la producción de materiales químicos tras haber vivido un carrusel de cambios accionariales y algunas etapas de crisis en las tres últimas décadas.
El metal venido a menos en Euskadi, Navarra y Extremadura
Los Altos Hornos de Vizcaya solo tuvieron como competidor de envergadura a la asturiana Duro Felguera durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, cuando ambas tomaron direcciones distintas: la primera fue reconvirtiendo su negocio mientras la segunda veía fenecer el suyo, especialmente tras la reconversión de los años 80. Sus restos acabaron integrados en Aceralia, que daría lugar a Arcelor, controlada por la india Mittal.
Otros campeones regionales del ramo del metal, como el extremeño Grupo Gallardo, han visto cómo diversos fondos de inversión y grupos extranjeros pasaban por su accionariado en los últimos años, mientras algunos como la navarra Superser, que en los años 50 y 60 llegó a vender 40.000 estufas al año, acabó engullida por la alemana Bosch Siemens a principios de los años 90.
Los procesos de concentración en la alimentación
El sector agroalimentario español ha sufrido en las últimas décadas un proceso de concentración, a menudo con tomas de control por parte de grupos extranjeros, del que resultan paradigmáticos la cervecera madrileña Mahou, controlada por Danone como la catalana San Miguel y la granadina Alhambra, o la aragonesa Azucarera del Ebro, diluida en Ebro Foods.
Los casos de la riojana Paternina y la canaria Supermercados Dinosol representan la tendencia contraria al estar gestionados por accionistas locales, en caso de la firma de distribución tras varios años en manos de un grupo de capital-riesgo británico.
El ocaso de las cajas de ahorro en Castilla-La Mancha y Murcia
El final de las cajas de ahorros de Castilla-La Mancha, absorbida por Liberbank tras convertirse en la primera entidad financiera intervenida en la anterior crisis, y de Murcia, a un paso de integrarse en Caixabank tras haberlo hecho antes en Bankia y en Banco Mare Nostrum, resultan emblemáticas del declive y la práctica desaparición de este modelo financiero genuino de España, arrastrado por los excesos de los años de la burbuja inmobiliaria, la nefasta gestión partidista y carente de criterios económicos de algunas de ellas y las ansias bancarizadoras del Gobierno de Mariano Rajoy.
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