El mercado de energías renovables ha emergido como uno de los sectores con mayor crecimiento en los últimos años y Banco Santander, como entidad financiadora, se ha convertido en uno de los principales protagonistas. El grupo cuenta con un plan global de emisiones para financiar actividad verde, social o sostenible como parte de sus compromisos de banca responsable: se ha marcado como objetivo facilitar más de 120.000 millones de euros hasta 2025 para avanzar en esta dirección, una cifra que se elevará hasta 220.000 millones hasta 2030.
Dentro de este propósito se enmarca el último bono verde lanzado por el grupo. Se trata de la tercera emisión de deuda ambiental senior no preferente de 1.000 millones de euros, a 7 años, y ha contado con una gran aceptación en el mercado: la demanda casi triplicó la oferta, al alcanzar los 2.800 millones. Con los fondos captados, la entidad financiará proyectos eólicos y solares.
"Contribuimos a la transición hacia una economía más sostenible, abordando el cambio climático, construyendo una propuesta completa de financiación sostenible y verde, y basando nuestras decisiones de financiación en criterios ambientales, sociales y de buen gobierno", explica la entidad.
El Santander emitió en octubre de 2019 su primer bono verde para inversores institucionales por importe de 1.000 millones de euros, una operación que ha permitido financiar 32 proyectos solares y fotovoltaicos con una capacidad instalada superior a los 6.300 megavatios (MW). "De acuerdo con la cuota de financiación de Santander en estos proyectos, se ha evitado la emisión equivalente al consumo de dióxido de carbono (CO2) realizado por más de 700.000 hogares en un año", según señala el informe de esta emisión. También con el mismo objetivo, sacó al mercado otro bono verde de igual importe y características en junio de 2020.
Además, a finales del año pasado la entidad estrenó el primer bono sostenible para particulares destinado a financiar energías renovables, emitido bajo criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (los denominados ESG por sus siglas en inglés). Con este producto, el Santander abría la puerta al inversor minorista para acceder a este tipo de deuda, hasta entonces reservado para los inversores institucionales. Este bono se ha comercializado, a partir de 5.000 euros, a través de las sucursales del banco entre clientes de los segmentos de empresas, Select (rentas altas), banca privada, microempresas, intermediarios financieros e instituciones privadas con al menos dos años de experiencia en productos de riesgo. Con el capital garantizado al 90%, y un vencimiento a tres años, su rentabilidad está ligada a la evolución del índice Eurostoxx 50 ESG-X, un indicador bursátil de referencia europeo que incluye a las compañías con mejor puntuación en políticas responsables.
El gigante financiero español está a la cabeza a nivel mundial tanto en financiación de grandes proyectos de infraestructuras verdes como en asesoría de operaciones en energías renovables. Según los datos facilitados por la entidad, entre 2019 y 2020 ha movilizado fondos por importe de 33.800 millones de euros. Esta cifra incluye financiación de proyectos, préstamos sindicados, bonos verdes, financiaciones de capital, asesoramiento, estructuración y otros productos para ayudar a los clientes en la transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono. También es líder en el mercado español: durante el pasado ejercicio el Santander participó en un total de 28 operaciones con un importe conjunto de 1.170 millones de euros (un 17,4% del total de la actividad en el país) y revalidó la primera posición por quinto año consecutivo en el ranking elaborado por Dealogic.
Hacia un modelo más sostenible y resiliente
"El reto no es solo financiar lo que ya es verde, sino hacer verde el resto de la economía". Esta frase de Ana Botín, presidenta de Banco Santander, refleja como el objetivo de construir un nuevo modelo económico y social más sostenible y resiliente forma ya parte del ADN del banco. Botín ha insistido en numerosas ocasiones en la necesidad de una economía sostenible que cambie el modo de hacer negocios.
"El reto no es solo financiar lo que ya es verde, sino hacer verde el resto de la economía", señalaba Ana Botín en un artículo publicado en su perfil de Linkedin. "Necesitamos que el crecimiento sea sostenible e inclusivo. Un crecimiento que impulse y financie la inversión en tecnologías verdes. Un crecimiento que llegue a todos, para que a medida que nuestras economías y sociedades reduzcan las emisiones, las comunidades y los países no se queden atrás". Y resulta evidente el importante papel que juega el sistema bancario, que representa dos tercios de la financiación a nivel mundial, en este desafío y la relevancia de que gobiernos, empresas, clientes y comunidades unan sus esfuerzos.
La sostenibilidad es uno de los pivotes sobre los que descansa el futuro del sector bancario y la nueva forma de relacionarse con los clientes. Y el Santander ha tomado buena nota. El grupo anunció a comienzos de año su intención de alcanzar cero emisiones netas de carbono en 2050, tanto para su propia actividad - desde el año pasado es neutro en carbono en sus operaciones internas- como para todas las emisiones de sus clientes derivadas de los servicios de financiación, asesoramiento e inversión que ofrece el banco.
El objetivo es que sus clientes se comprometan con la economía verde y ser su compañero de viaje en esta transición. Para ello, se ha trazado una ambiciosa hoja de ruta que tiene su primera parada en 2030: alineará su cartera de generación de energía eléctrica con el Acuerdo de París, dejará de financiar a los productores de energía que tengan más de un 10% de ingresos provenientes del carbón térmico y eliminará toda su exposición a las minas de carbón con finalidad energética en todo el mundo.
Banco Santander forma parte de la Net Zero Banking Alliance (NZBA), promovida por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unepfi). Este pacto sectorial agrupa a más de 40 entidades de 23 países y nace para movilizar el apoyo financiero necesario para construir una economía global de emisiones cero. Junto a la entidad cántabra están otras españolas como Caixabank, BBVA e Ibercaja, además de grandes bancos internacionales como Credit Suisse, Citi, Deutsche Bank, HSBC, Lloyds, Morgan Stanley, UBS o BNP Paribas.
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