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MADRID.- Hace más de un siglo, Mark Twain anunció que la risa era un arma “verdaderamente eficaz”. Sin embargo, incluso aquel creador irrepetible, un progresista entusiasta, se habría sorprendido al ver cómo una comedia llegaba a poner al borde de la crisis diplomática a EE.UU. y Corea del Norte. Y esto es exactamente lo que ha ocurrido con The Interview, la nueva película de Seth Rogen y Evan Goldberg (Juerga hasta el fin), una sátira con demasiados altibajos, aunque con algunos momentos realmente tronchates, que, además, ratifica otro de los anuncios que hizo a finales del XIX el genial autor de Las aventuras de Tom Sawyer, el de que “es la prohibición lo que hace que cualquier cosa sea preciosa”.
En este caso fue la marcha atrás de Sony, cancelando el estreno en los cines de EE.UU. tras la aparición en Internet de serias amenazas y el ataque cibernético a la compañía, lo que convirtió The Interview en un tesoro. Desde entonces, todo ha trabajado a favor de esta película, una comedia muy irregular que, tras el susto inicial, se presentó finalmente en 300 salas independientes y en plataformas digitales, consiguiendo en solo diez días ventas online y de vídeo bajo demanda por valor de 31 millones de dólares y una taquilla en cines de otros cinco millones. Entre el 24 de diciembre y el 4 de enero, la película se compró o alquiló más de 4,3 millones de veces.
Burlas a Hollywood
Una desternillante escena de una encantadora y dulcísima niña coreana cantando una balada atroz -saltando ‘graciosamente’ de su glorioso líder a escenas con estadounidenses con obesidad mórbida- arranca esta comedia, protagonizada por James Franco y el propio Seth Rogen. Ellos son Dave Skylark, el presentador de éxito de la televisión basura, y Aaron Rapaport, el productor ejecutivo de su programa. La pareja, por diferentes razones, termina en Corea del Norte con una invitación del mismísimo Kim Jong-un (interpretado por Randall Park) para hacerle una entrevista. Por supuesto, la CIA ha aprovechado y encarga a los reporteros que aniquilen al dictador.
La muerte ficticia de éste no ha debido doler tanto en Corea del Norte como la manera en que su figura queda ridiculizada en la película, en la que, todo hay que decirlo, los norteamericanos no salen mucho mejor parados. De hecho, lo más inteligente de toda la comedia es la presentación de los personajes principales, la parodia del tipo de ‘periodismo’ que hacen y las hirientes burlas a Hollywood que incluyen.
El grito entre jubiloso e incrédulo del equipo de televisión celebrando que “Eminem se ha hecho gay aquí (en antena)”, Rob Lowe desvelando en directo su repelente calvicie o la adrenalina que desprenden estos ‘profesionales’ ante la posibilidad de mostrar unas imágenes de “Matthew McConaughey follándose a una cabra” son, de lejos, algunos de los momentos más divertidos de todos. Después comienza la comedia gruesa y el humor sin estilo, con alguna excepción, aunque no demasiado brillante, del tipo: “América siempre mete las narices en cosas y lo jode todo” o “Kin debe morir, es el estilo americano”.
Una corriente de simpatía
Que tenga más o menos calidad la película de Seth Rogen y Evan Goldberg tiene, sin embargo, menos importancia ahora
Que tenga más o menos calidad la película de Seth Rogen y Evan Goldberg tiene, sin embargo, menos importancia ahora. The Interview ha creado una corriente de simpatía en EE.UU. parecida a la que brotó hacia Charlie Hebdo tras los dantescos asesinatos del pasado mes de enero. El semanario satírico francés vendió 7.300.000 ejemplares después del atentado. Todos –franceses y ciudadanos de muchos otros países- quisieron mostrar su solidaridad con los periodistas desaparecidos. De la misma forma, los norteamericanos quisieron acudir al cine, comprar o alquilar una película que había sido objeto de amenazas y se convirtió en nuevo símbolo de la lucha por la libertad de expresión. Sin embargo, entre ambos casos hay un abismo descomunal.
Sony ahora, de cara a la explotación en el extranjero de la película, se intenta aprovechar comercialmente del asunto
La colosal diferencia con Charlie Hebdo es que Sony ahora, de cara a la explotación en el extranjero de la película, se intenta aprovechar comercialmente del asunto. “La película que no querían que viéramos” es la leyenda que acompaña al título en este lanzamiento, en el que hay otras frases recurrentes o que hacen alusión a la crisis vivida, como la de: “De los cerdos capitalistas occidentales que te trajeron…” Nada de ello debe, sin embargo, impedir que se reconozca el atrevimiento de estos artistas y el valor de su crítica a la dictadura más hermética del planeta.
“Desde hace mucho tiempo se ha utilizado la comedia para mostrar lo absurdas que pueden ser las peores cosas del mundo. Tiene una larga tradición”, escribe Seth Rogen en las notas de producción de la película, donde James Franco añade: “Está película trata en parte de Corea del Norte pero también del poder, de la extraña y fascinante convergencia entre el poder de una celebridad y el poder político. Y al ser una comedia, puede resultar más escandalosa. Espero que la reacción sea como la de todas las comedias hilarantes: que sea divertida, pero que al mismo tiempo genere comentarios sobre lo que está ocurriendo hoy en día”. Lamentablemente, The Interview no está a la altura de lo que pretende y es casi seguro que no se van a cumplir los deseos del famoso actor y que su trabajo no va a provocar muchas denuncias sobre los norcoreanos que pasan hambre, los torturados, los prisioneros en campos de concentración… Es más fácil que se hable de los dólares que se han conseguido con todo este ‘jaleo’, al fin y al cabo, “es el estilo americano”.
CRÓNICA DE LA CRISIS
En la víspera de Navidad se publicó en Internet una amenaza contra quienes pretendían ir a ver The Interview a los cines. Las principales cadenas de salas de exhibición retiraron el título de sus carteleras y Sony canceló el estreno. Ello levantó protestas airadas e incluso el llamamiento del propio Obama animando a la multinacional a estrenar. Esta, mientras tanto, sufrió un brutal ciberataque de un grupo autodenominado Guardians of Peace. El asalto pirata sacó a la luz trapos sucios, los salarios de los jefazos, los números de la seguridad social de unas cuantas estrellas, guiones e incluso películas aún sin estrenar.
El FBI ha asegurado desde entonces varias veces que los responsables fueron hackers de Corea del Norte. Pyongyang, por su parte, ha negado las acusaciones, sin embargo, también ha exigido a Camboya que censure la película, recordando al gobierno de ese país que la no prohibición de la venta y proyección de ésta conllevaría el deterioro de las relaciones entre ellos.
Además, en Birmania la policía comenzó hace unas semanas una operación para incautar las copias piratas de The Interview, filme que han calificado como “una declaración de guerra”. Por último, en Corea del Sur la película no se distribuye para evitar así peligrosas tensiones con su vecino. Seúl ha pedido a todos los grupos de activistas anti norcoreanos que dejen de enviar globos al Norte con copias de la película.
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