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Actualizado:La fascinación y el interés que despierta la figura de Jesús Gil, capaz de ganarse el cariño y el respeto de la gente al mismo tiempo que era condenado en los tribunales, son los motores que mueven a El Pionero, que intenta desentrañar a lo largo de cuatro capítulos el misterio del éxito de Gil como personaje público.
¿Quién y cómo era realmente Jesús Gil? Esa es la gran pregunta que se plantea El Pionero, una docuserie dirigida por Enric Bach y coescrita junto a Justin Webster que nace con la vocación, en palabras del segundo, de ser un retrato “independiente, honesto y riguroso”. No hay homenaje, pero tampoco denuncia, explican ambos en su conversación con Público. Lo que sí hay es una exposición de los hechos, una profusa labor de investigación y documentación detrás y la participación de unas pocas y muy bien escogidas voces para dibujar a Gil más allá de la imagen que ha quedado de él en el imaginario colectivo.
El mejor ‘consejo’ que se puede dar sobre esta serie es el de olvidarse de cualquier prejuicio a la hora de ponerse delante de la pantalla. Casi todo el mundo con una cierta edad conserva una idea de Jesús Gil. Fue alguien importante, notorio y polémico que no pasó desapercibido en ninguna de sus facetas, la de constructor, político y presidente del Atlético de Madrid. La grata sorpresa al ver el primer episodio de El Pionero reside en la sensación de que lo que ofrece no es lo que se esperaba, sino mejor. Sorprende y atrapa.
Una de las cosas que más convence de entrada es el tono utilizado. No se enjuicia y no se ensalza. Se expone, con recursos informativos de la época y testimonios de quienes lo conocieron bien a ambos lados de la línea. Familiares y enemigos/rivales que han querido participar en esta reconstrucción de quién fue Gil. En este sentido, Enric Bach explica que lo que buscaron en todo momento fue “tener un tono honesto y elegante sin, al mismo tiempo, renunciar a nada, a contar los hechos esenciales y la esencia del personaje y la historia”. Quizá por eso a quienes se lo propusieron, desde la familia a sus rivales políticos, aceptaron participar.
La idea, que lograron llevar a la pantalla gracias al intenso trabajo de Bach según le reconoce Webster, era la de “contar la historia con pocas voces”. De haber sido muchas el efecto no habría sido el mismo y el resultado podría haber hecho que se perdiese el foco. “Jesús Gil es el personaje central. Obviamente las personas que aparecen entrevistadas son también personajes secundarios de las historias, pero para nosotros son voces que nos ayudan a contar la historia de Jesús Gil. La idea era tener una lista corta de voces para facilitar la narración”, cuenta Bach.
Ante este planteamiento, como añade el director de El Pionero, “la familia jugaba un papel muy importante para nosotros, que estuviese, que se contase en parte a través de ellos. Y por otro lado elegimos unas pocas voces, digamos de otras facetas, de gente que estuvo en frente de Jesús Gil tanto en la política como en el frente judicial porque nos parecía que eran los elementos esenciales que necesitábamos para contar la historia”. También está el periodista deportivo José María García. Con él costó algo más debido a su agenda, pero se logró.
En cuanto al resultado, hay cosas que a la familia le han gustado, cuentan, y otras que no ya que en algunos episodios dolorosos de su biografía “ellos tienen una sensación, que yo puedo comprender, de injusticia hacia su padre. Tanto en hechos judiciales como en la imagen que puede haber quedado, pero que es una sensación suya que obviamente otras personas no comparten”, aclara e director de la serie de HBO.
La convivencia del rechazo y la admiración
Una de las singularidades de ese primer episodio se encuentra en descubrir cómo en todos los testimonios, ya sea de defensores o detractores, se aprecia crítica pero al mismo tiempo se percibe cierto poso de admiración hacia la figura de Jesús Gil. Pasa con sus hijos, que reconocen algunos de los aspectos más complejos y controvertidos de su padre, pero también con quienes lo tuvieron cara a cara. El testimonio de Isabel García Marcos, rival política, es el mejor ejemplo.
Algo que quizá, como muestra esta serie, tenga que ver con cierta tolerancia hacia la corrupción de la sociedad española. Bach analiza que puede ser que la gente sea tolerante hasta cierto punto, sobre todo cuando, como ocurría en Marbella, aunque se intuya que algo pasaba el trabajo no faltaba y la economía de la ciudad va bien. En este sentido, “la propia García Marcos en el arranque de la serie lo dice. Cuando pasadas las legislaturas decían ‘Gil es un ladrón, pero hace cosas por nosotros’. Ella misma reconoce que es terrible, pero ¿acaso no era verdad?”.
“Creo que hemos cambiado en ese sentido y como sociedad somos más críticos y tenemos más herramientas para controlar al poder, pero puede que quede algo de eso aún”, continúa Bach en su análisis sobre la tolerancia a la corrupción. Para Webster tiene que ver con el punto de partida de que los ciudadanos piensan que todos los políticos son corruptos. Así que si todos los son, cuando uno ‘al menos’ hace que las cosas marchen, es más sencillo que consiga el apoyo del pueblo.
La pertinencia de ‘El Pionero’ en el contexto actual
Por eso, porque aún queda algo, de aquella época no tan lejana, es por lo que este es un buen memento para el estreno de una serie como esta, centrada en una figura tan controvertida y populista como la de Jesús Gil. Era pertinente cuando comenzaron a trabajar en ella hace unos años -“Donald Trump aún no era presidente de EEUU”, señala Bach- y lo sigue siendo hoy en día. “Nosotros hemos hecho la historia porque creemos que tiene mucho que ver con el presente”, argumenta. Y lo tiene. No hay más que ver el primer capítulo para darse cuenta de todas las referencias, afirmaciones y modos de operar que siguen hoy vigentes. Además, como señala Bach, sin necesidad de subrayarlo. Las alusiones al momento actual son muy sutiles, pero están presentes de “manera elegante, sin caer en las obviedades fáciles”.
Durante el preestreno en Madrid se escucharon risas en el patio de butacas
Durante el preestreno en Madrid se escucharon risas en el patio de butacas. ¿Es posible reírse viendo un capítulo de la vida de Jesús Gil, un hombre que fue condenado en varias ocasiones y que hizo casi lo que le dio la gana? Sí, y no es tan extraño si se piensa con detenimiento. Para Bach tiene que ver con algo casi inherente a su figura, porque no se puede negar que era gracioso. “Era una persona que siempre fue muy graciosa. En la proyección había veces que la gente se reía en momentos que demuestran esa picaresca tan española y tiene que ver a veces con una parte nuestra como país o como sociedad. Podemos en cierto modo admirar esta picaresca aunque sepamos que no siempre está del todo bien, pero hay una fascinación por esos personajes”. Y de eso Gil tenía para dar y tomar.
A esa imagen de tipo cercano, campechano y hecho a sí mismo capaz de aparecer en televisión en un jacuzzi grabando a fuego la imagen para toda una generación contribuyeron mucho los medios de comunicación, que sabían que su aparición en antena o en portadas era un valor seguro de éxito. “Era un caramelo para las televisiones y las radios porque daba mucha audiencia (…) Probablemente, en muchos medios, no todos porque hubo de todo, sí que hubo bastante condescendencia con él. También él era muy hábil. Sabía que le querían tener y sabía controlar muy bien su mensaje. Daba igual lo que le preguntaran. El tenía muy claro cuál era su personaje, que era distinto a la persona probablemente. Lo tenía muy claro de una manera muy intuitiva, que es lo fascinante. Era un hombre que no necesitaba guion”, comenta el director.
Al final, y es algo que se muestra ya en ese arranque de la serie, se muestra a Jesús Gil como alguien que, como asegura Webster, era “inteligente”. Con ese acercamiento a su figura lo que se busca, “más que descubrir cosas nuevas, es que las cosas se queden en foco. Desenfocado intuyes lo que es y a medida que avanzas se va enfocando. La cosa de que el impulso vital de Gil era el reconocimiento de la gente llana más que otra cosa”.
En cuanto al título, El Pionero, Bach reconoce que lo eligieron muy pronto “porque nos parece que admite muchas interpretaciones y todas ellas válidas. Por un lado Jesús Gil probablemente fue pionero en los años 60 en lo que era comenzar a desarrollar urbanizaciones de segunda residencia, en este mundo de la construcción en las afueras de Madrid. Por otro lado, él también fue pionero en un poco la profesionalización o transformación del fútbol de un modelo más amateur a uno más profesional. Y especialmente fue pionero en una nueva política, digámoslo así”.
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