MADRID
“Tenemos mucha suerte de tenerte”, dice J.A. Bayona que le soltó Steven Spielberg cuando se reunió con él para hablar de la nueva película de la saga de los dinosaurios. “No está mal poder sacar pecho, tenemos mucho talento en este país”. Más allá del alimento que ha proporcionado al orgullo nacional el hecho de que un equipo español sea el responsable del blockbuster Jurassic World: el reino caído, habría que aplaudir los hallazgos de la película, sobre todo uno, esta vez los dinosaurios son las víctimas.
El emocionante experimento científico de InGen (Tecnologías Genéticas Internacionales) que culminó con la creación de dinosaurios clonados a partir de materia fósil hallada en mosquitos prehistóricos preservados en ámbar, y que se habían alimentado de la sangre de los dinosaurios de la época jurásica, ya invitaba a una reflexión acerca de los límites de la ciencia. Ahora, Bayona plantea otro dilema. ¿Hay que defender a los dinosaurios clonados, seres vivos al fin y al cabo, o hay que exterminar a la especie introducida artificialmente en un ecosistema que no está preparado para ella?
Vuelta a la isla nublar
Obvio. En una producción de este siglo XXI liderada por un cineasta con sentido común y sensibilidad, la respuesta es clara. Hay que proteger a los dinosaurios. Ellos son las auténticas víctimas de esta película. Jurassic World: el reino caído comienza tres años después de la anterior Jurassic World (2015), dirigida por Colin Trevorrow, ahora guionista de esta nueva entrega.
Tras aquella aventura y de la masacre ocasionada por los dinosaurios, el parque temático Jurassic Park cerró sus puertas. Desde entonces, los animales viven libremente en la isla Nublar, donde el volcán, que siempre había estado inactivo, entra en erupción. Todo va a ser arrasado. Benjamin Lockwood, propietario del parque y sus criaturas, prepara un dispositivo para salvarlas y convence a Owen y Claire —Chris Pratt y Bryce Dallas Howard—, protagonistas de la anterior película, para que vuelven a Nublar y ayuden en el operativo.
"Un cuento de hadas moral"
En la sombra, una pandilla de millonarios codiciosos sin principios se frota las manos esperando la llegada de los dinosaurios, donde se van a subastar al mejor postor. El más anhelado es una nueva especie, una aterradora máquina de matar que, gracias a siniestros ensayos científicos, puede ser dirigido por el hombre. Y aquí es donde se ve más claramente el ‘sello Bayona’. La segunda parte de la película se desarrolla en un espacio claustrofóbico, dentro de un enorme caserón gótico, en el que vive una inocente niña.
Niñas ha habido en las anteriores películas, pero nunca tuvieron el protagonismo que adquiere aquí. Una vez más, Bayona hace gala de su talento para dirigir actores infantiles y sacar de ellos el máximo partido. Además, el cineasta aprovecha el escenario para introducir escenas de cine de terror y mucho suspense en la historia. “Esta segunda parte es un cuento de hadas moral —afirma el director—. Ha sido un ejercicio complejo llevar la acción desde la isla a una mansión gótica, más propia del cine de terror”.
"Me ha cagado de miedo"
“Esta es una película familiar. Ya estaba marcado en el guion que la niña debía tener una especial relevancia y creo que la tiene. Me interesaba el mundo infantil, quería introducir una batalla de dinosaurios en un cuento infantil. Un dinosaurio colándose por la ventana de la habitación de la niña”. Escena, esta última, que se rodó con un animatic y que fascinó al mismísimo Spielberg. “Me he cagado de miedo con este animatic, que es muy cutre”, le dijo a Bayona.
La sensibilidad infantil, los terrores y deseos de la infancia, los límites de la ciencia, la relación de ésta con el hombre, la avaricia sin límite de este mundo, los esfuerzos para proteger a los seres vivos del planeta… todo juega a favor de Jurassic World: el reino caído, en la que, sin embargo, para los fans de los monstruos en el cine, lo mejor es, sin duda, la primera escena de la película.
Y el guiño que Bayona hace a estos espectadores divierte. La Mosasaurus que arrastró al agua al feroz Indominus en la película anterior reaparece. Allí están unos trabajadores del parque. Y, como en cualquier película de serie B que se precie de serlo, uno de ellos es negro. Cuando un negro aparece en este género ya se sabe que será el primero en caer. Para unos, racismo, para la mayoría, demostración de cuál es el colectivo más desprotegido de la sociedad, Bayona no se lo piensa y se lo carga, o mejor, la Mosasaurus se lo zampa. Gran comienzo para una nueva era de los dinosaurios.
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