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“Charlie Manx es un vampiro inmortal de 135 años que no se alimenta de sangre sino de las almas de los niños que secuestra convencido de que les está ayudando, de que les salva de unos padres negligentes, abusivos…”. Así describe Zachary Quinto a su personaje en NOS4A2 (Nosferatu) en una entrevista con varios medios españoles a su paso por Madrid para presentar la serie.
Este ser creado por Joe Hill para su novela es muy diferente a lo que los amantes del género vampírico están acostumbrados a ver y leer. Algo que Jami O’Brien, encargada de la conversión del libro en serie, ha mantenido y que a Quinto le atrajo para decir que sí al papel. El que fuera Sylar en Héroes ya sabe lo que es interpretar al malo de la historia, al personaje de oscuras intenciones que solo mira por su propio bien y no duda en eliminar a quien se interpone en su camino.
Sin embargo, asegura que pese a estar curtido en estos lares hubo algo, ese trabajo de transformación física y vocal que requería dar vida a Manx, que le llamó la atención desde el principio. Como un reto al que enfrentarse. Que lo interprete en cinco momentos distintos de su centenaria vida hace que el maquillaje -que ha corrido a cargo de un maestro como Joel Harlow-, esa modulación de los tonos y los movimientos de su cuerpo sean transcendentales a la hora de marcar los tiempos de la historia.
La diferencia entre este vampiro y el resto de los que puedan venir a la cabeza del espectador -la mayoría adictos a la sangre y muy sexuales- es uno de los aspectos en los que más hace hincapié durante la conversación con Quinto. No en vano se presenta como una de la razones por las que resulta complicado buscarle parecido con sus predecesores en la ficción, en los que él explica no haberse fijado a la hora de construir su personaje porque, además de no tener mucho en común más allá de la etiqueta de ‘vampiro’, “no encuentro útil ver las interpretaciones de otros para crear el mío”.
Como cabe esperar, Chalie Manx no está solo en esta terrorífica aventura compuesta de diez episodios y basada en la novela del autor de Cuernos, adaptada al cine recientemente con Daniel Radcliffe en el papel protagonista. Junto a este vampiro que sobrevive gracias a las almas infantiles que arrebata está Vic McQueen (Ashleigh Cummings), una joven con talento para el dibujo atrapada en un pueblo del que quiere escapar. Al mismo tiempo que ve cómo su familia se desmorona, ha de lidiar con el hecho de descubrir que tiene una extraña habilidad que “le permite atravesar la frontera entre realidad e imaginación”.
Aunque en los dos primeros episodios facilitados por AMC antes del estreno no hay encuentro entre ambos, en ellos se va tejiendo la tela de araña que acabará por convertir a Vic en la única que puede derrotar a Charlie terminando con su reinado de terror infantil. Y es que la puesta en escena es tétrica, descorazonadora y está plagada de referencias al género. Un tipo siniestro que secuestra niños en un coche de coleccionista que llama la atención de los pequeños con el sonido de un villancico y montones de regalos en su interior. A sus incautas víctimas les promete un viaje a Christmasland, la tierra donde no está permitido estar triste y todo es diversión. Al menos esa es la idea que vende. La realidad, como se aprecia en el segundo capítulo, se aleja bastante de esa definición.
Sin posibilidad de redimirse
La excusa, si es que puede llamarse así, que usa Charlie Manx para arrebatar a los niños de los brazos de sus padres es que realmente les está salvando porque esos adultos son malas personas. Una motivación que no hace que, a juicio de quien lo interpreta, lo haga menos villano o lo redima. Simplemente explica por qué actúa como actúa y la relación que esto tiene con su propia infancia. “Que se lleve a los niños de padres negligentes como los que sufrió él no justifica lo que hace, pero al menos le da contexto. No creo que sea un aspecto realmente redentor del personaje. Él es, sobre todo, diabólico”, sentencia.
Como amante de un género que disfrutaba al mismo tiempo que le aterrorizaba de niño -Poltergeist le marcó en su día- considera que “a la gente le gustan las historias de terror porque le da un lugar donde huir, les proporciona un lugar donde escapar de la realidad del horror de sus vidas. Además, nos permite participar a un nivel muy primario y muy interesante, experimentar sensaciones como el miedo, la ansiedad…, incluso explorar nuestro lado más oscuro. Pero siempre desde la barrera, desde un sitio muy seguro”.
Por eso y porque son parte de “nuestra cultura”, las historias de terror atrapan a tanta gente que disfruta pasándolo mal ante la pantalla. El horror que se puede esperar de NOS4A2 es más del tipo psicológico que del violento. Aunque haya violencia, que la hay, esta no está muy presente delante de la cámara en los dos primeros episodios y, según explica Quinto, seguirá siendo así en el resto. “Es un terror más psicológico que violento. Definitivamente, continua por ese camino”, promete.
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