madrid
"Todas esas cosas que veis en televisión y que deberían preocuparos… pues haríais bien en preocuparos. Parece que hay señales de que se acerca el fin del mundo". Es el contexto desde el que parte el cineasta M. Night Shyamalan en su nueva película, Llaman a la puerta, adaptación al cine de la novela de Paul Tremblay, La cabaña del fin del mundo.
Oscura y violenta, aunque la violencia apenas se ve, más bien se escucha, es una película marcada con el sello Shyamalan, unos pocos personajes en un espacio reducido enfrentados a un dilema vital. Esta vez es una pareja homosexual con su hija adoptiva de vacaciones en una cabaña en un bosque. Disfrutando, ajenos a los problemas del resto del mundo, éstos vienen a llamar a su puerta.
Blanco, bermejo, negro y amarillo. Son los colores que visten las cuatro personas que aparecen repentinamente en la cabaña y la primera pista que da el cineasta de quiénes realmente son. Armados y amenazantes, estos extraños sueltan lo que han ido a decir: deben sacrificar a uno de los tres de la familia para salvar al resto de la humanidad del fin del mundo
Juegos de incertidumbre
A partir de ahí, M. Night Shyamalan, que conversó con los periodistas en una visita a Madrid la pasada semana, avanza en un juego de dudas e incertidumbres, donde propone al espectador que tome partido y que se pregunte a sí mismo qué haría. ¿Están estas personas diciendo la verdad o son unos dementes peligrosos? Y, si es verdad, ¿vale más tu familia o el resto de la humanidad? Y hay en ese mecanismo una intención de reflejar hasta dónde pueden ser perniciosas algunas creencias.
"Mientras escribía el guion pensé muchas veces en las dos opciones: qué pasaría si los secuestradores tuvieran razón y qué si están locos. Cuando escribes tienes que colocarte en las dos posiciones –dice Shyamalan-. Creo que aquí hay dos maneras de verlo, porque sin duda también puedes pensar que Andrew (que se niega a creerles) es el negacionista y el que dice que la Covid, el calentamiento del planeta… no existen. En ambos casos da miedo. Por supuesto, ese prejuicio influye en Andrew porque en estos tiempos puedes radicalizarte en Internet muy rápido".
Luz y oscuridad
M. Night Shyamalan: "A medida que me hago mayor quiero ir hacia luz, pero así no es cómo funciona el mundo"
Verdadero o falso, sea como sea, Shyamalan apuesta una vez más por la luz, derramando esperanza en una historia negrísima. Ambas, luz y oscuridad conviven en su cine porque coexisten en él mismo. "A medida que me hago mayor quiero ir hacia luz, pero así no es cómo funciona el mundo", sentencia y confiesa que ahora "tengo miedos de hombre mayor, me pongo nervioso, me pregunto dónde está mi hija, ¿por qué no ha llamado? Esto ayuda en la narrativa pero no tanto en la vida".
La curiosa combinación nace de su propia tendencia -"soy un hombre muy sentimental"- y de la convicción de que "algo oscuro está pasando en el mundo". Películas como Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963) o La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), dice, "tienen ese aire apocalíptico. Por supuesto todos estamos preocupados por las cosas que están sucediendo en el mundo y en este caso me gustaba que aparecieran estos tipos, pusieran la televisión donde vemos todas esas catástrofes y dijeran: "Harías bien en preocuparos"".
Código oculto
Intranquilo por estas grandes cuestiones, no le produce ya hoy ni el más mínimo desasosiego, sin embargo, que se desvelen los finales de sus películas. "He cambiado el final del libro y eso es bueno porque quienes lo hayan leído se llevarán igualmente una sorpresa. Al principio, en la época de El sexto sentido o El protegido, no me preocupaba porque no se utilizaba como ahora Internet. Después, con películas como El bosque o Señales, sí comenzó a ser un problema. Pero a partir de entonces, por algún motivo, cambió. Creo que el público se protege solo, hay una especie de código oculto. Puedes llegar a enterarte, claro, pero no de forma involuntaria".
M. Night Shyamalan: "A partir de ahora utilizaré Hollywood solo para distribuir mis películas"
Y hablando de protección, él sí se ha ocupado a conciencia de defenderse de lo más agresivo de Hollywood para mantener su libertad y su independencia. Productor de sus propias películas, Shyamalan reconoce que cuando el sistema de Hollywood le rechazó y se dio cuenta de que no funcionaba para él, "me planteé cómo seguir contando historias". Hipotecó su casa para hacer La visita (2015), le salió bien y se dijo a sí mismo: "A partir de ahora utilizaré Hollywood solo para distribuir mis películas".
"Mi relación ahora con Hollywood es como era hace mucho tiempo y es saludable, porque si no, la industria te utiliza como un medio solo para ganar dinero, mientras que antes buscaba nutrirse de talento. Ahora tengo una relación fantástica con ellos, los respeto y los necesito, pero hago mis películas sin dar explicaciones a nadie".
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