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Aunque la verdadera historia de NXIVM la destapó en 2018 The New York Times y sus aspectos más oscuros ya eran públicos, El juramento (Jehane Noujaim, Karim Amer, 2020) se sigue con el interés de un thriller. No por conocidos resultan menos chocantes los detalles de esta secta cuyo creador, Keith Raniere, aguarda actualmente sentencia. Fundada en 1998, NXIVM se presentaba como una empresa que ofrecía cursos para mejorar la confianza personal a través de un sistema llamado Executive Success Program (ESP), que se impartía inicialmente en seminarios de cinco días.
El sistema, diseñado por el propio Raniere y su socia, Nancy Salzman, una enfermera psiquiátrica especializada en pseudociencias como la hipnosis y la programación neurolingüística, prometía a sus alumnos librarse de los miedos que supuestamente interferían en su vida personal y profesional a través de una serie de ejercicios que NXIVM llamaba "tecnologías" y que conducían, en última instancia, a la felicidad. Mejorándose a sí mismos, los seguidores de NXIVM también mejoraban a la sociedad en su conjunto.
El sistema atrajo a unos cuantos seguidores, entre ellos a varias personalidades de Hollywood, lo que, a su vez, aumentó su atractivo a ojos de otros. Entre ellos se encontraban el cineasta y productor Mark Vicente –¿¡Y tú qué sabes!? (2004)– o las actrices Bonnie Piesse (Star Wars), Allison Mack (Smallville), Nicki Clyne (Battlestar Galactica) y Sarah Edmonson (Stargate SG-1). Gracias a los fondos de dos de sus seguidoras, Sara y Clare Bronfman, hijas del presidente de Seagrams –una de las mayores empresas de destilerías del mundo–, NXIVM pudo extenderse desde su sede en Albany, en el estado de Nueva York, a otras ciudades de los Estados Unidos, Canadá y México, donde encontró como entusiastas seguidores a Emilio Salinas Occelli (hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari) y Ana Cristina Fox (hija del expresidente Vicente Fox), entre otros.
Con su aspecto apocado y ligeramente descuidado, maneras suaves y voz aterciopelada, como de profesor universitario de humanidades, Raniere irradiaba un halo de sabiduría y espiritualidad. Los miembros de NXIVM se ofrecían apoyo mutuo, quedaban para cocinar o cantar juntos, resolver cubos de Rubik, correr o jugar al voleibol, el deporte favorito de Raniere.
Gracias a la fortuna de las hermanas Bronfman, pudo invitar en 2009 al Dalái Lama a participar en la conferencia inaugural del World Ethical Foundations Consortium –una de las empresas asociadas de NXIVM– que se celebró en Albany. Tras hablar de la "ética de la compasión", el líder tibetano hizo entrega a Raniere de una khata, una bufanda tradicional usada en ceremonias budistas. NXIVM crecía y se desarrollaba: grupos de apoyo de mujeres que aprendían a empoderarse, de hombres que se instruían sobre la nueva masculinidad, de yoga... Se calcula que hasta 17.000 personas pasaron por los cursos de NXIVM. ¿Qué podía haber de malo?
El lado oscuro de NXIVM
La respuesta es: todo. Debajo de la imagen de pulcritud empresarial, del laberinto de acrónimos, los logotipos de diseño e infomercials, debajo de los vídeos de testimonios y la jerga aparentemente científica, debajo de todo eso se escondía una secta. Para cualquier observador externo había desde luego cosas que chirriaban. Raniere, cuya fotografía se encontraba siempre presente en la sala y se hacía llamar Vanguard, afirmaba que empezó a hablar con un año, a leer desde los dos y a tocar el piano a nivel profesional a los doce, cuando también adquirió conocimientos matemáticos avanzados para su edad, todo ello de manera autodidacta. Uno de sus seguidores, Marc Elliot, afirmaba haberse curado de su síndrome de Tourette siguiendo las lecciones de Raniere, cuyo cumpleaños era celebrado todos los años por todos los miembros de NXIVM.
Los seguidores de NXIVM seguían una jerarquía basada en unos fulares de colores –que reflejaban "un mayor estado de conciencia"– dependiendo de su dedicación al grupo, entre lo que se incluía reclutar a nuevos miembros. A pesar de todas las promesas de mejorar su vida profesional, los miembros de NXIVM se endeudaban en realidad cada vez más con la organización y de ese modo se adentraban cada vez más en el culto.
A medida que se progresaba, los seminarios exigían cada vez más tiempo y dedicación (hasta doce horas diarias), lo que dejaba a los participantes física y mentalmente exhaustos. Un estado que Raniere promovía, apelando a los esfuerzos necesarios para la superación personal. El objetivo de este maratón de ejercicios, combinado con distendidas pausas en grupo, era anular la voluntad de los seguidores de NXIVM y aclimatarlos para una etapa de mayor integración. Los grupos de apoyo se encargaban por su parte de vigilar la fidelidad de sus integrantes al proyecto e intimidar a los potenciales disidentes.
Precisamente uno de esos grupos fue el que acabó llevando a varios de sus miembros a abandonar NXIVM, denunciar sus actividades a los medios y, finalmente, emprender acciones legales que podrían llevar a Raniere a ser condenado este mes de octubre a 15 años de prisión. DOS (siglas de Dominus Obsequious Sororium) era una sororidad secreta que, liderada por Mack y Lauren Salzman –la hija de Nancy Salzman–, se encargaba de reclutar a mujeres, bajo la premisa del empoderamiento, para satisfacer el apetito sexual de Raniere.
Las mujeres habían de entregar una prueba comprometedora –fotografías mostrándose desnudas o confesiones de delitos registradas en vídeo, por ejemplo– como muestra de su compromiso. La prueba, llamada "colateral", funcionaba evidentemente como una herramienta de presión. Además, las mujeres reclutadas habían de referirse a sí mismas como "esclavas", y a las que las habían reclutado, como "amas".
Sin embargo, no había nada de metafórico en estas palabras: a las participantes de DOS se les ordenaba comunicarse diariamente con sus superioras por mensajería telefónica, seguir dietas estrictas –a Raniere le gustaban las mujeres delgadas– e incluso marcarse en la cadera un anagrama con las siglas del líder con un lápiz cauterizador en una ceremonia iniciática secreta, antes de pasar a tener sexo con él, entregarle notarialmente sus propiedades o trabajar para él de forma gratuita. Todo lo cual se argumentaba perversamente como una forma de empoderamiento femenino: compromiso, entrega, resistencia al dolor. El propio Raniere se presentaba como poliamoroso.
Después de que varios miembros de NXIVM, en particular Edmondson, decidiesen denunciar en los medios de comunicación las actividades de la secta, la Fiscalía estadounidense emprendió acciones legales y emitió una orden de detención contra Raniere, que fue arrestado en marzo de 2018 en México por tráfico de personas con fines sexuales y trabajo forzado. En abril fue detenida Mack y, poco después, la policía registró el domicilio de Nancy Salzman.
En mayo, las autoridades expropiaron dos propiedades inmobiliarias de NXIVM en Albany. En junio NXIVM anunció que suspendía sus operaciones debido "a las extraordinarias dificultades a las que se enfrenta la compañía". En julio eran arrestadas Clare Bronfman, Nancy Salzman y su hija Lauren. NXIVM se había venido abajo. Raniere podría enfrentarse a 15 años de prisión e incluso la cadena perpetua por los cargos acumulados, a los que en enero de este año se sumó el de llevar a cabo experimentos psicológicos ilegales con los participantes de sus seminarios.
Más allá del sensacionalismo
Los medios de comunicación que han hablado estos días de NXIVM a raíz de la emisión de El juramento lo han hecho centrándose en DOS, desde una óptica en ocasiones sensacionalista y morbosa. Pero El juramento sirve también como advertencia de las prácticas predatorias en tiempos de crisis económica y social, no sólo por parte de organizaciones religiosas, sino otras que funcionan como un reemplazo de aquéllas, proporcionando a sus integrantes una meta más elevada y la sensación de pertenecer a un grupo especial y en posesión de la verdad.
En este sentido, conviene recordar que además de un consumado manipulador con ínfulas intelectuales, Raniere había trabajado vendiendo vitaminas, un negocio que se fue a pique en 1999, y antes de eso en varias empresas de marketing multinivel, entre ellas Consumers' Buyline Inc. (CBI), que tuvo que echar el cierre en 1993 después de que comenzase a ser investigada por estafa piramidal (Raniere fue condenado a pagar 40.000 dólares de multa en 1996 y se comprometió por escrito a no volver a trabajar en ese sector).
El esquema piramidal fue precisamente uno de los elementos que Raniere integró en NXIVM junto con prácticas de pseudociencias (la hipnosis y la programación neurolingüística), la cienciología de Ron L. Hubbard (la idea de perfeccionamiento a través de sesiones analíticas), la cultura wellness o la filosofía de Ayn Rand.
Este pastiche hizo de NXIVM una secta muy posmoderna. Es el ingrediente capitalista de esa mezcla lo que supone un aspecto incómodo por el que la mayoría de medios de comunicación ha pasado de puntillas. Los seminarios que muestra El juramento recuerdan escalofriantemente a muchas de las dinámicas de grupo corporativas y la hueca retórica de coaching –"abandonar el pensamiento de víctima para tomar las riendas de tu propia vida", "el confort es como una adicción", "no dejes que el miedo te controle"– que ha hecho fortuna estos últimos años.
Además, a diferencia de otras sectas, Raniere entendió perfectamente el mundo en que vivía: aliñaba sus clases con una pizca de distancia irónica y no se escondía, sino que se mostraba abierta y continuamente, simulando transparencia y dejando por el camino abundante material gráfico, del que los directores de la serie para HBO se han servido generosamente. Pero quien a hierro mata, a hierro muere: Mark Vicente utilizó las mismas armas en contra de NXIVUM, documentando en cintas de audio y vídeo todo el proceso de denuncia que llevaron a cabo él mismo y Edmonson. El juramento queda como testimonio.
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