barcelona
Tras la buena acogida de Tríptic, la edición conjunta de su exitosa trilogía de Permagel, Boulder y Mamut, y después de ser la primera autora catalana en llegar a la shortlist de la International Booker Prize en que quedó finalista, la escritora Eva Baltasar, sigue su camino particular: escribe las historias que le interesan, con el lenguaje poético que la estimula. Lúcida y amante de crear personajes incómodos, ha vuelto a hacerlo con la protagonista de Ocàs i fascinació, su última novela recién publicada en Club Editor, sello editorial que para ella es su casa.
Eva Baltasar no lee críticas ni entrevistas y se mantiene lejos de las redes sociales. Tampoco suele releer sus libros, porque le provocan una sensación similar a la que experimenta cuando se encuentra a amigos o amantes a los que hace tiempo que no ve y observa los cambios en el otro, pero también en sí misma. Lo que sí hace es disfrutar mucho de lo que escribe, y aquí se lo ha pasado muy bien creando una mujer joven que se queda sin nada, y que hace trabajos domésticos para sobrevivir. Hay ahogo, infierno personal, y la certeza de que nadie es indemne a la precariedad que nos rodea.
¿Cuál fue la chispa que encendió la escritura de 'Ocàs i fascinació'?
Aún no había terminado el Tríptic cuando lo empecé, lo tenía casi terminado y tenía la necesidad de encontrar otra voz. Yo vivo con esa necesidad de tener esa compañía diaria de una protagonista que no sé cómo es y la voy conociendo un poco día a día. En el caso de Ocàs tenía claro que quería una mujer de servicio doméstico, porque yo también lo fui. Lo fui cuando estudiaba en la universidad y tenía un trabajo muy precario en una cadena de cafeterías, con unos horarios muy largos, un sueldo miserable y unas jefas que me maltrataban directamente, y dije "¡basta!, así no puedo seguir porque se me marchitará el espíritu y acabaré fatal", y pensé que algo que sé hacer bien es limpiar, mi madre me enseñó muy bien y soy de signo del zodiaco Virgo, que dicen que tenemos esta tendencia al orden y a la limpieza. Y me dije que mira haré de mujer de la limpieza, me organizaré mis horarios, elegiré los días que me dejaré libres, incluso puedo llegar a ganar más dinero, en negro, pero más dinero. Y estaré sola, no tendré que tratar con el público que es algo que a mí me cansa, porque te encuentras a gente muy maja, pero también...
Muchas reflexiones de la protagonista van sobre lo que implica entrar en la casa de los demás.
Claro, yo haciendo de mujer de labores domésticas, descubrí que entras en casa de gente que no hubiera podido entrar, porque, ¿quién entra en nuestra casa? Los amigos, los familiares, pero una mujer de la limpieza es una persona que no conoces de nada y que entra hasta tu mesilla de noche, la intimidad más íntima. Y yo no era como la protagonista de Ocàs, no tejía ningún engaño, hacía mi horario, no espiaba, pero sin embargo la casa sabe historias y te las quiere contar. Y todos tenemos cosas extrañas, que son las que escondemos cuando viene gente, pero cuando viene la mujer de la limpieza nadie esconde nada. Y a mí esto me seducía mucho, y ahí quedó, y ahora a la hora de escribir quería una mujer de la limpieza, pero...
¿Existía también la intención de evidenciar la precariedad que nos rodea?
Sí porque como escritora me veo un poco como un síntoma de la época, de lo que hay, yo ahora vivo en un pueblo, en Cardedeu, y no te encuentras a gente durmiendo en la calle, o muy puntualmente, pero en Barcelona, cuando vivía aquí, en el portal de casa... y además, gente muy distinta y de perfiles muy diferentes. Ahora te encuentras a gente en la calle que tiene trabajo pero precario, les da para comer y comprar ropa pero no para pagarse un techo, ni siquiera una habitación realquilada. Y quería mostrar algo de esto. Y la protagonista es una mujer que tiene una carrera, que parece que parte de la abundancia, pero que ha ido cambiando, compartía piso con amigas, de repente con desconocidos, ella vive al día, y la línea que separa a los dos mundos es tan fina, además no tiene...
No nos la presenta como un personaje demasiado simpático o con ganas de tejer redes, más bien es solitaria…
"Sin amigos y familia estás a la intemperie"
Pero no es solitaria como las protagonistas que son orgullosas de estar donde están. Ella es diferente, tiende a la soledad y no se relaciona demasiado, pero de repente se ve expulsada. Hay gente que es así, y me miro a mí misma. Hasta los cuarenta no tenía amigos, no sabía fabricarlos, en la escuela tenía las amiguitas del patio y ya está, llegué a la universidad muy introvertida, hablaba con gente, pero nada. Y llega un día que maduras y ves que te estás perdiendo un tesoro. Hay gente así, no soy la única, hay gente que no tiene familia o que ha cortado el nexo, yo por ejemplo estuve tres años sin hablar con mi familia; y sin amigos y familia estás a la intemperie. Y la red es lo que necesitamos, es lo que nos sostiene, porque si tenemos que fiarnos de la política estamos apañados.
¿Podemos decir que de todas las publicadas hasta ahora es la novela que tiene más crítica social?
Sí, es la más evidente. Al final estás hablando del mundo que conoces, y en el mundo que conozco pasa esto, voluntariamente no lo dejo fuera, y surge de forma natural.
A la protagonista, cuando piensa en el mundo le viene a la cabeza la palabra veneno.
"En la historia de la humanidad lo que hemos hecho es ir hacia la perdición"
Es que si te fijas en la historia de la humanidad, lo que hemos hecho es ir hacia la perdición. Y de algún modo es ese ocaso, de un momento, de una civilización y el ocaso de una historia personal. Y mira que las serpientes me dan mucho miedo, pero hacen lo que deben hacer. Sin embargo, el ser humano tiene el tema del mal y la conciencia. Se ama sin querer, pero para hacer el mal, debe haber conciencia, y el mal está dentro de nosotros y deberíamos saber tratarlo. Para mí, escribir también es una manera de entrar en mi inconsciente y de ir a buscar los orígenes, esto lo he hecho sobre todo en Fascinació con el eros y el tánato.
Hablemos de esta segunda parte del libro, de 'Fascinació'. Confieso que he tenido que leerlo dos veces…
"Vivimos en una seguridad muy relativa"
Cuando ella llega a la segunda vez que lo ha perdido todo, que está totalmente despojada, que es un poco como estamos ya que vivimos en una seguridad muy relativa, y lo que hago es girar la mirada hacia lo que hemos abandonado, que es la espiritualidad, lo que pasa es que lo hago a través de un sitio delirante, pero hay ese giro. ¡Yo estudié la primaria con los curas, llegan a ser monjas y me pescan seguro! Y estoy muy contenta de haber estado formada en una tradición, con todo un imaginario, toda una simbología, todo un léxico, y eso te deja un sustrato, y tenía muchas ganas de tratar esto literariamente y verterlo en una historia, y de hacer un cuento de Navidad, con la vida de María, con una mujer muy cosmogónica que al final crea una diosa y ella misma es una diosa. Y mucha gente me ha dicho que ha vuelto a leerlo, que ha tenido que volver, pero al final la fascinación es eso.
¿Con la 'Fascinació' ha cerrado temas?
Para mí era una forma de matar muchas cosas, el tema de la maternidad quería matarlo, pero no quería hacer un libro, sino hacerlo con una frase. Como te cargas un mundo muy medieval, estamos yendo hacia una masa muy empobrecida sostenida por una casta, una élite que son cuatro, una casta que sólo se mira el propio ombligo y no ve nada más. La escritura también es una forma de deshacerte de tus propios fantasmas, de tus amores, de la gente que te acompaña y que no quieres que te acompañe más. La Fascinació me ha servido para realizar cierres, aparte de disfrutar mucho de la escritura que es lo que persigo. Dentro de la Fascinació me fasciné mucho, el libro estaba a punto de entrar en imprenta y yo todavía estaba cambiando cosas.
¿Tiene confianza en la condición humana?
Pienso que nos acabaremos extinguiendo, pero tengo bastante confianza en la condición humana, el personaje de Trudi por ejemplo, todos podemos serlo en algún momento, representa esa solidaridad desinteresada, ese tender la mano, ella es un ángel aparecido, y no hay muchos, y esto es hermoso de la humanidad. Mientras haya una red que sostiene, existe confianza. Y también creo que el día que nos extinguimos el planeta hará lo que quiera.
La protagonista, a pesar de no tener aparentemente nada, sólo el dinero que ha podido ahorrar, no se siente como una víctima.
Ella sufre la situación, pero no se ve como una víctima. Tiene una relación curiosa con la desesperación, necesita encontrarle un sentido, cómo insertarse en el sistema. En Ocàs hay un vacío existencial, un vacío que sufrimos muchos, al final la ansiedad viene un poco de ahí, y eso ya estaba en Permagel, lo de preguntarse qué sentido tiene todo, ahora que todo está tan individualizado, y si estás al final sólo tú encontrarás un pozo, la vida es para compartir, para tejer, para amar. Pero cuando las relaciones que tenemos son virtuales y totalmente reales, no tienes nada... Y ella arroja la mirada hacia la espiritualidad, encuentra el sentido, y entonces empieza a funcionar perfectamente, y el dinero deja de ser el dueño.
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