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Actualizado:Una enmienda a la totalidad del sistema. Sin metáforas, circunloquios ni medias tintas. Tras el magnífico Bremen no existe, Biznaga vuelve a la carga con ¡Ahora! (Montgrí), el disco más político de la banda madrileña con raíces malagueñas. Punk sin concesiones, pop descarnado, melodías arrebatadoras y letras explícitas.
El reto de Jorge Navarro (bajo y letras), Álvaro García (voz), Jorge Milky Ballarín (batería) y Álvaro Torete Casado (guitarra) era mayúsculo, pero su quinto álbum es un cañonazo. Son la voz contestataria de una generación que denuncia la precariedad laboral, llama a la defensa de lo público y reclama el derecho a la ciudad y a una vivienda digna.
Biznaga también critica el palo y la zanahoria —llámese libertad, felicidad o éxito fácil: ansias ilusorias e infundadas—, así como los remedios farmacológicos para amansar a una sociedad que busca escapar de una realidad alienante y desoladora. Sin embargo, su mensaje no es desesperanzador, sino ilusionante y vitalista. Una invocación a la acción directa: si no hay futuro, habrá que construirlo.
Un disco sin rodeos, más protestón y proletario.
Milky: Un disco Ska-P [risas].
¿Con ce o con ka?
Milky: Con una k gigante, de Vallekas.
Jorge: Piensas que es más más incisivo que el anterior, ¿no? Yo creo que es más concreto, porque pone nombre y apellidos a las problemáticas actuales.
Álvaro: Es menos metafórico y poético; y más a la yugular, adonde hay que ir.
Jorge: En realidad, no renuncia a lo poético, pero es un disco más centrado, donde las canciones apuntan a la salud mental, a la vivienda, al trabajo y a la precariedad.
¿Han temido caer en el panfleto o era necesaria esta enmienda a la totalidad del sistema?
Milky: Estoy tranquilo con las letras de Jorge, porque todo lo que se proponga va a salir bien. En cambio, yo siempre he tenido miedo a caer en el panfleto, aunque para mí no tenga un sentido peyorativo. Es una herramienta, pero no una obra de arte, y nosotros somos artistas.
Jorge: Uno puede tener miedo a no saber escribir y componer las canciones. Sabía que si tenía claros los conceptos y encontraba la forma de expresarlos, lo iba a hacer bien y no resultaría panfletario.
¿Acaso miedo a que algunos fans se descolgasen ante unas letras tan explícitas?
Álvaro: Al contrario, se suma más gente que la que se queda por el camino. Este mensaje puede llegar a más personas, aunque otras dirán que echaban de menos a los Biznaga oscuros, nihilistas y ratoneros.
Torete: Obviamente, ha habido un cambio musical: más melódicos, más poperos y más noventas, lo que ayudará a que ¡Ahora! le entre mucho mejor a la gente que no seguía a la banda.
Álvaro: No ha sido algo deliberado. La cuestión era escuchar más música, mejorar técnicamente y no tener miedo a hacer lo que queríamos. Sin embargo, para mí es el disco donde he cantado con más desgarro, agresividad y rabia, porque los álbumes previos resultaban más bichescos. Antes éramos un cuchillo y ahora, un martillo.
En 'Las afinidades eléctricas' aluden a la llama que prende en el local de ensayo. Al margen de esa comunión, ¿hay egos en la banda?
Milky: ¡Claro que sí! Somos una banda con egos y neuras. Es un maridaje, tío.
Álvaro: Por lo que yo he visto por ahí, bastante poco ego tenemos… Cada uno aporta lo suyo.
Torete: Elige tu héroe favorito.
Álvaro: Milky es el extrovertido, Jorge el escritor intelectual y soso [risas], yo no soy el más simpático y Torete ha aportado juventud en el directo, porque tiene 21 años. No, lo de soso es una broma.
Jorge: Torete ha sido decisivo, porque ha hecho que despierte o renazca esa parte de nosotros que teníamos algo dormida: la inocencia, que a su vez conlleva la ilusión, las ganas, la frescura y una serie de atributos que, después de doce años juntos, es normal que se vayan aletargando. Él ha hecho que aflore de nuevo y que nos encontremos en un momento especialmente vitalista. Y si entramos en lo musical, nos ha hecho crecer muchísimo. [Torete, también cantante y guitarrista de la banda Error 97, sustituyó a Pablo Garnelo a comienzos del año pasado]
Aunque han conseguido vivir de la música, alternándola en sus comienzos con trabajos alimenticios, no se han olvidado de los trabajadores precarios, como en 'Réquiem por un rider'.
Álvaro: Porque todos hemos trabajado horas y horas en muchos curros de mierda, que hemos compaginado con los kilómetros y las resacas.
Jorge: Es más, en La gran renuncia le hemos dado un giro al concepto al proponer que no consiste en dejar tu trabajo asalariado para irte a otro mejor pagado, sino en no aceptar cómo está planteado el trabajo asalariado, que debemos tolerar, aguantar y consentir que sea así porque sí.
En el disco no se libra ni Isabel Díaz Ayuso. Paradójicamente, cuanto más atada está la sociedad, más se le vende el concepto de libertad, desde la política pero también desde la empresa y la publicidad.
Jorge: La libertad es un concepto muy manido y absolutamente vaciado de contenido. Está hasta en la sopa y se utiliza para los fines más viles. A día de hoy, no significa nada, se ha maleado y está identificado sobre todo con lo mercantil y con la capacidad económica. Realmente, la libertad de Ayuso depende del dinero que tengas. Ese es el mensaje y el subtexto. Habría que tratar de recuperar su verdadero significado, aunque sea complicado, porque la publicidad lleva décadas vendiendo la libertad como la máxima aspiración, cuando en realidad busca generar necesidades de consumo en las personas.
Cantan "lo social pasó de moda", aunque su disco demuestra lo contrario.
Jorge: Vamos a darle un tiempo a ver si efectivamente cala y tiene poso, porque no somos una banda mainstream ni masiva, sino de nicho. ¿Puede espantar nuestro mensaje? Bueno, nuestro discurso tiene una limitación clara, porque no es sencillo, ni cómodo, ni fácil. Tampoco apela a la evasión ni queda bien en determinados contextos, como los anuncios publicitarios o los festivales. No encajamos en la "España va bien", porque nuestra música es disruptiva con respecto a ese mensaje. Evidentemente, eso hace que tengamos un techo, porque no es para todo el mundo. Sin embargo, cada vez se ha ido sumando más público, porque la realidad de la que hablamos apela a muchísima gente.
Ojo a este titular: 'Biznaga, el grupo del que todo el mundo habla bien'.
Milky: Es la mayor verdad que se ha dicho nunca [risas]. Tenemos muy pocos haters.
Álvaro: Si llegas a más gente, las críticas aumentan. Cuando lanzamos el sencillo Espejos de caos, con un estilo noventero que nunca habíamos tocado, hubo gente que dijo que era "una mierda" o "la peor canción de Biznaga", aunque a otra le ha gustado.
Una canción durísima que plantea una realidad que a veces no trasciende las cuatro paredes de la casa: una pareja que no se soporta, pero que no puede separarse porque ambos se necesitan para pagar la hipoteca o el alquiler del piso.
Jorge: El decorado de fondo es el problema o la crisis de la vivienda.
Torete: A mí hermana, embarazada y con pareja, le pilló la pandemia en un apartamento enano. Imagínate qué mierda.
¿Creen que la batalla por una vivienda digna no solo parece perdida, sino que la derrota puede ser todavía más dañina?
Jorge: Claro. Si no se ataja el problema, cada día estaremos peor, porque aquí impera la ley del mayor beneficio posible con los menores costes posibles. Mientras esa sea la lógica y el marco, seguirán exprimiendo a la gente.
Escribe Kiko Amat en la presentación del disco que "lo que define a la clase obrera no es tanto el poder adquisitivo, sino la incapacidad de imaginar un futuro distinto (cuando eres chusma, todo parece predestinado)". Se agradece que no cierren la puerta, que apelen a la esperanza y que llamen a la acción.
Jorge: Hemos compuesto canciones muy cenizas y tenido un rollo bastante nihilista, aunque de un tiempo a esta parte hemos cambiado un poco.
Milky: Más que un tono cenizo, era tenebroso, nocturno y vampírico.
Álvaro: "Estamos en la mierda, pero vamos a vivir". Sin embargo, ¿en qué consistía ese vivir? ¿En salir, beber y evadirse? Bueno, de eso hablaban algunas canciones anteriores.
Comenta también Kiko Amat que esto se parece más a 'Un mundo feliz' que a '1984'. Aunque ahora, en vez de la soma, el consuelo, el alivio, la calma y la felicidad —por supuesto, falsa— la proporcionan las benzodiacepinas.
Milky: Ellos tienen que garantizar la productividad y tú debes tirar hacia delante, sin tiempo para parar, cuidarte y cambiar las cosas. "Oye, si estás mal, tómate la pastillita y vuelve a madrugar, a trabajar y ya está".
Álvaro: A mucha gente le cuesta dormir aunque llegue a su casa reventada del trabajo. Llegas a un punto en el que te empiezas a volver loco y ese estado deriva en ansiedad, depresión y ataques de pánico. O te tomas esa benzodiacepina o acabas así.
Psicólogos a 80 pavos, cantan. La salud mental también es clasista.
Jorge: Por supuesto que es clasista, porque solo se puede permitir una terapia quien paga 60, 70 u 80 euros por sesión.
Milky: Claro que es una cuestión económica y de clase, sobre todo cuando el sistema de salud no está a la altura de las circunstancias con una sociedad muy enferma y necesitada de recursos psicológicos y terapéuticos, no farmacológicos, que brillan por su ausencia.
Jorge: Evidentemente, eso forma parte de un plan deliberado para debilitar cada vez más la Seguridad Social y que emerjan negocios médicos privados de pago y a los que solo podrá acceder un determinado tipo de personas. Esa estrategia se ve muy claramente en Madrid, donde los gobiernos del PP siempre han tratado de desmantelar la sanidad pública.
'La gran renuncia' me ha recordado esta frase del antropólogo Juan Luis Arsuaga: "La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado".
Álvaro: Es una rueda que no permite el descanso.
Torete: Es muy jodido que la gente, después de trabajar toda la semana, en vez de desconectar vaya a hacer la compra el sábado o el domingo.
¿Esperaban llegar hasta aquí? ¿Hay alguna fórmula? ¿Cuántos se quedan por el camino?
Álvaro: Parece que algunos tienen teorías para petarlo, estudian cursos de marketing, hacen movidas creativas para llegar a más gente, graban en el mejor estudio, tienen un mánager nada más empezar....
Jorge: Hacen unas buenas fotos, cuidan la imagen, tienen claro desde el principio el segmento del público al que se quieren dirigir... Como si fuera la reunión de un equipo de publicitarios: "Queremos transmitir esto y lo vamos a vender con este anuncio".
Álvaro: Al principio, nosotros hemos tocado para veinte personas en centros sociales lejos de Madrid, perdiendo dinero.
Milky: Teníamos una ilusión alucinante a pesar de que fuesen conciertos deprimentes, pero eran necesarios y hoy los reivindico todos. En cambio, si nos viese una banda que comienza ahora, lo consideraría un fracaso, aunque para nosotros era lo que había que hacer. Biznaga es un milagro: yo he estado en muchas bandas y muy pocas salen adelante.
Torete: Me hace gracia que muchos grupos que están empezando se planteen: "¡Tenemos que petarlo, chicos! ¡Vamos a por ello!".
Jorge: Y si en cinco años no llenan La Riviera, se disuelve la banda y montan otra con un estilo diferente, a ver si cuela.
Álvaro: Es más, hay chavales que tocan cuatro noches en La Riviera y no lo consideran suficiente, porque están pensando en otras bandas que llenan el Wizink.
'El entusiasmo': si no hay futuro, habrá que construirlo. ¡Luces, guitarras, acción!
Jorge: Es la canción más positiva de todo el disco y la avanzadilla de nuestra apuesta por un discurso más luminoso, o propositivo, o entusiasta. Quizás sea el tema del que estoy más orgulloso.
Milky: Aunque parezca muy osado decirlo, como sucedió con Madrid nos pertenece, ha nacido un clásico.
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