MADRID
Dos futuros, uno más cercano y reconocible y otro más lejano y tecnológico, es lo que pone sobre la mesa The Peripheral. Scott B. Smith adapta para Amazon Prime Video la novela publicada por William Gibson en 2014. Como resultado, una serie de ciencia ficción compleja en sus planteamientos, con un universo marcado por sus propias normas y una humanidad que podría ser mejor de lo que es.
Que Lisa Joy y Jonathan Nolan, creadores de Westworld, figuren como productores de este título sirve para hacerse una idea de qué tipo de serie es aquella a la que han dado el visto bueno y en la que han invertido. Chloe Grace Moretz, tan capaz de interpretar a una joven atada a una vida aburrida como a una heroína kick-ass, ejerce como guía del espectador a lo largo de este doble viaje futurista.
A Flynne Fisher se la conoce primero en su versión de chica de pueblo con un trabajo poco motivador que vive por y para su familia mientras ayuda a su hermano Burton, un exsoldado interpretado por Jack Reynor, a ganarse un sobresueldo que ayude a costear el tratamiento de su madre enferma. Ambos comparten un dispositivo por el cual se conectan a una simulación en la que deben cumplir las misiones y encargos que les hacen quienes ingresan el dinero en su cuenta. Corre el año 2032 y viven en un pueblo de Estados Unidos donde hay gente con implantes subcutáneos, los drones sobrevuelan el cielo y la tecnología está presente en distintos ámbitos. Aún así, es un futuro bastante reconocible. El otro, no tanto.
A ese viaja Flynne. Lo hace cuando su hermano le deja probar un nuevo dispositivo en su fase beta que no solo le ofrece participar con su propia forma (con los anteriores debía usar el avatar de Burton), sino que resulta que la traslada a un mundo real (no virtual) y 70 años más adelante en el tiempo. Es decir, a comienzos del siglo XXII. En lugar de a cualquier ciudad estadounidense, donde se transporta es a un Londres hipertecnologizado, con una población muy reducida y donde proliferan las esculturas mastodónticas como si fuese la antigua Grecia.
Con este argumento, las comparaciones con Westworld o incluso con Black Mirror son inevitables. En lo que más se asemejan es en su complicada línea argumental, su vasta mitología y el género en el que se enmarcan. Aquí, aunque esté presente, el libre albedrío no parece ser el tema central. Tampoco el uso de la tecnología. Lo suyo, a priori y tras tres episodios vistos, parece tener más que ver con la supervivencia y cómo son siempre los mismos los que la logran. Los Fisher son una familia de luchadores, no hay más que ver a los dos hermanos en acción, pero lo cierto es que sus cartas no son precisamente las mejores de la baraja. Ni en 2032, ni en 2102.
En el escenario que plantea el futuro más lejano quienes parecen haber superado lo que acabó con la mayor parte de la población son los que más tenían, quienes estaban más arriba en el escalafón social. Y eso dibuja una sociedad menos poblada, más exclusiva, elitista y peligrosa para cualquiera que ose violar sus reglas. Precisamente, lo que hace Flynne. Se cuela allí sin invitación y, además, se lleva algo. Ella es el puente entre ambos mundos. Lo que ocurre en ese Londres tiene consecuencias en su pueblo, en su presente. Porque algunos, desde su posición de poder y privilegio, tienen la capacidad de modificar la realidad en ambos lados.
Esta es una serie para ver a un ritmo de uno por semana
En Londres es donde están los personajes más enigmáticos e inquietantes de The Peripheral, donde se encuentra una corporación llamada Instituto de Investigación y donde se apoya más la trama de misterio y thriller de la serie. Es también el espacio en el que Flynne conoce a Wilf (Gary Carr), un aliado. Pero también está Cherise Nuland. T'Nia Miller, quien le da vida, sabe muy bien cómo meterse en la piel de un personaje tan misterioso como temible.
Los tres primeros episodios de The Peripheral se muestran profusos en información, aderezados con algunas escenas de acción muy bien dirigidas y resueltas y un despliegue a nivel de producción que sigue la línea de otras series de éxito de la plataforma. No se escatima en detalles tecnológicos, en planos donde se aprecia la magnitud del futuro que se propone, en escenarios que embelesan y tampoco se escatima en tiempo. Porque esta es una serie para ver a un ritmo de uno por semana, para empaparse bien de su mitología, de lo que plantea y de cómo va tirando de cada uno de los anzuelos que lanza hasta que estos se van conectando entre sí trazando las líneas maestras que regirán toda la temporada.
Dirigidos por Alrick Riley y Vincenzo Natali, The Peripheral cuenta con ocho episodios. Este viernes se estrena el primero y el modelo de emisión será de uno nuevo cada viernes.
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