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Actualizado:— Entonces, ¿yo qué chistes puedo hacer?
— Los graciosos.
La serie División Palermo aterrizó en España hace dos semanas y esa frase de su guion define la esencia. Una historia que tiene como protagonistas una mujer trans, un hombre con acondroplasia —conocido como enanismo—, una mujer en silla de ruedas y otro hombre con ceguera podría ser el caldo de cultivo ideal para un sinfín de chistes rancios, desfasados y ofensivos que humillaran a las minorías implicadas. División Palermo, de una forma brillante y sensible, salva todas las situaciones y logra que sus personajes, pese a ser el centro de la comedia, también contengan dignidad, crítica al poder y espacio para definirse al margen de sus cuerpos.
La serie se estrenó a principios de febrero en Argentina y de forma paulatina ha llegado a los 190 países donde opera Netflix. Se ha convertido en una de las series más vistas del momento en su país y ha triunfado en el vecino Uruguay. Ahora, aterriza en España con la segunda temporada ya confirmada por sus escritores, que reconocen sentir alivio ante el triunfo de su producto.
Es habitual, especialmente desde los sectores conservadores, asegurar que antaño había más libertad para hablar y opinar que en el s.XXI. "Mucha gente dice que ciertas cosas ya no se pueden hacer, pero en realidad se siguen haciendo. Pero si se dejan de hacer no es por ser politicamente correctos, sino por repensarse y porque nos dejaron de hacer gracia", cuenta Martin Garabal a Público, guionista y actor de División Palermo que saltó a la fama hace una década gracias a su webserie Famoso.
En 'División Palermo' hay una crítica contra las empresas que lavan su imagen al apoyar ciertos movimientos sociales
Tanto Garabal como Santiago Korovsky, creador de la serie, se lanzan a contar la historia de un grupo de marginados sociales que son incluidos en una nueva división de la Policía, que aspira a lavar su cara más corrupta y discriminatoria a través de un equipo repleto de colectivos apartados. Han hecho los chistes que han querido y que muchos asegurarían que ya no se pueden hacer, todo gracias a una mirada madura en torno al humor y al mundo que viven: "Se pueden hacer chistes con todo, la cosa es cómo te ries. Desde aprender la terminología correcta —y no llamar enano a una persona de baja estatura, por ejemplo— hasta evitar solemnizar. Ellos hacen muchos chistes sobre sí mismos. Riámonos, pero riámonos todos, no unos de otros. El gran secreto de la serie es que se hizo con respeto", explica Garabal.
Muchas tesis reaccionarias se van al traste con la existencia de División Palermo. Un producto que ha tardado tres años en ver la luz y que desmonta esos mantras sobre autocensura, lo políticamente correcto y la supuesta cancelación. Esta serie se rie de las personas vulnerables, con un pequeño matiz que suele faltar en las miradas más rancias y que en esos casos es el núcleo de la cuestión: huye de la condescencia y no trata al diferente como un mono de feria. "Hemos trabajado cada chiste y hemos tenido la capacidad de desechar chistes que no eran bien ejecutados", asegura el guionista.
Más allá de esa primera impresión que ofrece la comedia, la de un grupo de excluidos que son un desastre como equipo, en el fondo de División Palermo alberga una crítica contra la empresa privada y ese lavado de cara que impera en nuestros días: esas marcas que no dudan en ponerse el logo rosa durante el 8M para el resto del año seguir pagando menos a las mujeres. "Observamos que a veces la política y la instituciones prefieren cambiar las formas y no el fondo. Por una cuestión de subsistencia, fingen haber evolucionado cuando en realidad es un cambio de cara a la galería. Lo practican solo un día y el resto se le olvida", critica Garabal.
Los policías que forman el equipo según qué problemática tiene cada uno de los protagonistas, en busca de diversidad para una foto conjunta, personifican esa crueldad empresarial que lleva a buscar más rédito económico en aparentar ser altavoz de los olvidados: "Por ejemplo, hay tiendas de ropa que utilizan modelos con tallas grandes, pero luego no venden ropa de tallas grandes. Es el sistema adaptándose a los tiempos que corren", asegura el guionista de División Palermo.
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