Se cumplen cinco años de que Lou Reed, músico oriundo de Brooklyn, falleciera por problemas hepáticos a los 71 años.

Lou Reed fue una inspiración para todos los músicos de rock de las generaciones posteriores, incluso para géneros más duros, como fue el caso de Metallica, que grabaron con él su disco de 2011 Lulu.

Para recordar la figura de uno de los creadores de The Velvet Underground y figura imprescindible del rock, recomendamos cinco canciones de su extensa discografía. 

Sweet Jane

Sweet Jane fue una de las primeras canciones exitosas de Lou Reed, cuando aún formaba parte de The Velvet Underground junto a John Cale.  En el disco de 1970, Loaded, publicaron una canción que le acompaño durante toda su carrera, Sweet Jane. 

En 1974 grabó su primer disco en directo y entre el repertorio aparecía esta canción, con una introducción instrumental de guitarras eléctricas y bajo memorable. 

Perfect Day

Ya en solitario, en su segundo disco, Transformer, Lou Reed publicó Perfect Day. Pese a ver la luz en 1972 fue gracias a la película Trainspotting cuando ganó popularidad.

Es de esas canciones que parecen hablar de amor, pero, conociendo el historial del autor con las drogas, hace pensar que tal vez hablase de su adicción a la heroína. 

Walk on the Wild Side

También en su disco Transformer apareció Walk on the Wild Side, que sirvió para visibilizar la transexualidad y la prostitución. 

Una canción polémica, versionada por grupos de todo el mundo, que supone, tal vez, la obra más conocida de Lou Reed. 

Nobody but you

Años después de la separación de The Velvet Underground, Reed y Cale se volvieron a juntar para grabar en 1990 Songs for Drella. Fue dedicado a Andy Warhol, que había fallecido tres años antes. 

Un conjunto de canciones relacionadas entre ellas sobre los amores y vida del artista de Pittsburgh. El single que promocionó el disco fue Nobody but you. 

Coney Island Baby

En 1976 Lou Reed publicaba su sexto álbum en solitario, titulado Coney Island Baby. 

Un disco de apenas 35 minutos en el que la canción homónima al titulo del disco cerraba la obra. Lou Reed prácticamente susurra la letra mientras la batería y una guitarra le acompañan durante los seis minutos.