El scroll del ratón es infinito y la rata no deja de hacer girar la rueda. Las componentes de Rayo gritaron en 2017 que parasen el mundo, que se querían bajar, que todo esto no iba con ellas.

Tras debutar con Jungla, este viernes publican su segundo disco, Turbocapitalismo 3000, donde Ágata Ahora (voz y guitarra), Tábata Pardo (bajo y voz) y María Frigo (batería) vuelven a presentar una moción de censura al capitalismo salvaje, cuyas formas más sofisticadas siguen sometiendo a unas cobayas encantadas de conocerse.

El pop ruidista de Rayo se ha vuelto más romo e industrial, consecuencia de los nuevos tiempos, aunque su filosofía sigue siendo la misma: insumisión y rebelión contra el capitalismo y el heteropatriarcado. Porque, según Ágata Ahora, hay que luchar contra ambos porque uno y otro van de la mano.

Su anterior disco, Jungla, era una enmienda a la totalidad al sistema capitalista. Ahora vuelven a hurgar en la herida, que es el planeta y quien lo habita.

Este disco está muy marcado por la pandemia, tras un parón forzado y una crisis personal que afectó a cada una de nosotras, relacionada con la depresión, con personas muy cercanas o con la pérdida de condiciones materiales de existencia. Fue un momento de reflexión, de mirar tanto hacia fuera como hacia adentro, para entender lo que estaba sucediendo.

No es que la pandemia nos enseñara algo nuevo del sistema capitalista, pero nos permitió ver determinadas cosas de manera más cruda y entender dónde se estaba colocando el peso de la vida y de la salud, o a qué dioses estábamos adorando. Como lo personal es político, todo ello nos ha permitido hablar de temas globales y universales.

¿El ser humano tiene remedio?

Sí [risas]. Nosotras somos optimistas, lo que también es una posición política, porque queremos creer que existe una esperanza y no queremos renunciar a un futuro para la humanidad. Eso se refleja en el disco, donde tuvimos tiempo para indagar, porque fue cocinado de manera sosegada.

Vuelven a presentar al individuo como a un autómata que repite las mismas acciones una y otra vez. ¿Dónde está la salida?

La única respuesta es la insumisión y la búsqueda de la libertad. Hay que posicionarse y asumir la gravedad del momento que estamos viviendo. Para mí está siendo muy importante la experiencia comunitaria de encontrar, conectar y reconocerte en otras personas, porque el escape u ocio que nos plantea la sociedad actual es muy individualista y vinculado al consumo. Para creer que la insumisión y la rebelión son posibles, hay que juntarse con otra gente y encontrar una comunidad en la que esas ideas reverberen.

Esa rabia que contiene el disco también se refleja en la música, más bronca que en el álbum anterior.

Es un disco más ecléctico que el primero, debido al periodo tan largo de composición. Hemos pasado de una instrumentación más rock y clásica a otra más industrial, con sintetizadores, samplers y electrónica. No obstante, las melodías siguen siendo pop, un contrapunto con el lado crudo del álbum.

Muchos oficios peligran con la Inteligencia Artificial. ¿Rayo es inmune a esa amenaza?

Nos preocupa la Inteligencia Artificial, pero de una manera general. Sin pretender ser catastrofistas, tiene muchas implicaciones en las que no estamos pensando. El desarrollo de estas tecnologías está en manos de empresas privadas, por lo que la ciudadanía debería reflexionar hacia dónde nos lleva todo esto. Ahora bien, la sustitución por las máquinas se lleva planteando desde la revolución industrial.

Ojalá que la Inteligencia Artificial nos quitara el trabajo absurdo, pero no el creativo. Sin embargo, hay personas que desempeñan un curro mecánico por un sueldo ínfimo, mientras las máquinas están escribiendo poemas. ¿En qué momento se ha torcido todo? [risas] Volviendo a la pregunta, creo que la Inteligencia Artificial va a tener impacto en la música, pero también en el resto de profesiones, así como en los cuidados, en las relaciones, etcétera.

Siempre nos quedarán Las Grecas, a quienes versionan en Bella Kali.

Está claro, porque un ordenador no inventaría el gypsy rock.

El capitalismo tiene achaques, pero, más que su fin, ¿no intuye una reformulación?

Desgraciadamente, da esa sensación. Todas estas tecnologías suaves y difusas de control, tipo big data, se adaptan mucho mejor.

¿Ve más cercano el apocalipsis del heteropatriarcado que el fin del capitalismo?

Ojalá, pero ambos van de la mano. Pese a los avances de la lucha feminista y LGTBIQ+, se están fagocitando o simplificando sus discursos, de modo que se obvian los cruciales y los realmente revolucionarios. Eso me impide ver un futuro sin heteropatriarcado, aunque podría vislumbrar una reformulación suave hacia otras formas con más libertades. Sin embargo, al final, las mujeres seguirán sufriendo violencias sexuales y desempeñando trabajos precarizados. Todavía estamos muy lejos de erradicar muchos males.