madrid
¿Quién se plantea ahora hacerse una foto en la que no salga sonriendo, al contrario de lo que pasaba en los escasos y solemnes retratos de nuestros abuelos y bisabuelos? La epidemia de autorretratos propulsada por los móviles e Internet muestra la tendencia a mostrarnos en estado de perpetua felicidad y ahora se ha convertido en un banco de datos para reconocer las expresiones que traducen esa emoción.
El reconocimiento facial es un área de investigación que está en plena expansión y ha alcanzado tal grado de madurez que ya se ha traducido en aplicaciones, como las relativas a la seguridad ciudadana. Otras muchas aplicaciones, algunas inquietantes, se vislumbran en el horizonte mientras los científicos avanzan ahora en descomponer la expresión de la cara en elementos que permiten deducir las emociones que hay detrás y cómo se comunican.
En esta tarea se están encontrando algunas sorpresas y la última es el número muy limitado de expresiones faciales que son universales, entre los miles y miles de configuraciones posibles de los músculos de la cara. Según un estudio a gran escala, solo 35 expresiones resultan ser comunes en todo el mundo desarrollado y de ellas casi la mitad, en concreto 17, representan las variedades de una sola emoción, la alegría, informa la Universidad de Ohio.
Aleix Martínez, el investigador sobre ciencias cognitivas que ha dirigido el trabajo, dice que ha sido un descubrimiento estupendo “porque revela el carácter complejo de la alegría”. Tradicionalmente se reconocen seis emociones básicas, que son el asco, el miedo, la tristeza, la sorpresa, la alegría y el enfado. Según el nuevo estudio, el asco solo necesita una expresión para comunicar esta emoción, mientras que el miedo cuenta con tres expresiones, la sorpresa con cuatro y la tristeza y el enfado o ira con cinco expresiones cada uno.
Cuando iniciaron la investigación, Martínez y su colaborador Ramprakash Srinivasan creían que iban a encontrar la representación facial de muchas más emociones humanas universales, dado que los algoritmos informáticos indican que la cara humana se puede configurar de 16.384 formas mediante la combinación de la contracción de los diferentes músculos y que el ser humano es complejo. Sin embargo, solo encontraron 35. “Nos extrañó mucho”, dice Martínez. “Yo creía que habría muchas más”.
Para descartar que hubiera expresiones propias de las diferentes culturas, y no universales, estudiaron también este aspecto y encontraron solo ocho que se usan en algunas culturas, pero no en todas. Estas comunican sentimientos positivos o negativos, pero no categorías emotivas como la alegría y la ira.
El estudio se ha basado en la base de datos sobre las emociones en que se ha convertido Internet y en sus motores de búsqueda, que ya incorporan herramientas de reconocimiento facial. Los investigadores hicieron una lista de 821 palabras que describen sentimientos y buscaron imágenes de caras de personas relacionadas con estas palabras, en los idiomas inglés, español, mandarín, farsi y ruso, en 31 países de América, Europa, Asia y Australia. Hay que recordar que África ha quedado fuera del estudio por falta de materia prima. El análisis por categorías de los 7,2 millones de imágenes recogidas indicó a los investigadores las que expresaban la misma emoción en todas las culturas y ahí es donde solo encontraron 35.
Martínez estudió en Barcelona y mantiene una estrecha relación profesional con instituciones de esa ciudad, como el Instituto de Robótica e Informática Industrial y el Centro de Visión por Ordenador. Lleva muchos años investigando las expresiones faciales desde los puntos de vista, en principio muy diferentes, de la ingeniería electrónica y el comportamiento humano. Las aplicaciones de estos trabajos son cada vez más numerosas y comprenden tanto la animación cinematográfica como los usos médicos. Su opinión sobre el último resultado de su trabajo es que la alegría actúa como un factor de cohesión social y necesita la complejidad de las diferentes expresiones faciales mientras que el asco es solo eso, asco. El estudio se publica en la revista especializada IEEE Transactions on Affective Computing y ha sido financiado por los Institutos de la Salud de Estados Unidos (NIH) y el programa científico internacional Human Frontier.
¿Te ha resultado interesante esta noticia?
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>