madrid
Actualizado:"Nos usan para trabajar, pero sin ser trabajadores porque saben que tragaremos con tal de conseguir un contrato". La frase de Gonzalo de Lara, un joven de 29 años que enlazó prácticas en cuatro lugares diferentes durante ocho años, resume a la perfección la realidad de multitud de jóvenes que se ven empujados a empalmar prácticas y más prácticas para intentar introducirse en el mercado laboral, muchas veces sin éxito.
"Todas las personas jóvenes que conozco han tenido que pasar por situaciones similares"
"Mis primeras prácticas las hice con 21 años y hasta los 29 que me he hecho autónomo no he dejado de estar en prácticas. Llega un momento en el que vas a una empresa y ya no te deberían ofrecer un puesto de becario porque ya tienes experiencia y has estado en varios sitios, pero aún así te lo ofrecen. Es algo que está instaurado en la sociedad, todas las personas jóvenes que conozco han tenido que pasar por situaciones similares. Muchos de mis compañeros del máster han sido explotados… En derecho, que es lo que yo he estudiado, no conozco a nadie que consiga cobrar mil euros mensuales antes de los tres años", asegura.
Cubriendo puestos estructurales
Aunque el Tribunal Supremo concluyó en el año 2005 que el trabajo de un becario, sea remunerado o no, no puede sustituir el propio de una categoría profesional, lo cierto es que multitud de empresas utilizan esta figura para cubrir puestos estructurales y ahorrarse dinero. De hecho, esto no ocurre únicamente en empresas privadas, también ocurre en las públicas. Por ejemplo, en el año 2017 la Inspección de Trabajo detectó que la Universidad Autónoma de Madrid utilizó a casi 400 becarios para realizar tareas estructurales.
"Me utilizaron para trabajar durante ocho meses seguidos"
"En mis primeras prácticas, que eran curriculares, los becarios sacábamos muchísimo trabajo. Al principio nos enseñaron un poco, pero luego teníamos que trabajar como un técnico de Prevención de Riesgos Laborales sin serlo, porque todavía no teníamos el título. En la segunda empresa en la que me contrataron para hacer prácticas extracurriculares, no me formaron nada, sino que me utilizaron para trabajar durante ocho meses seguidos", cuenta a Público Irene Otero, que estudió Filosofía y un máster en Prevención de Riesgos Laborales.
El informe de la Comisión Europea La experiencia de los becarios en la Unión Europea arroja datos que confirman la experiencia de Irene y de muchas personas jóvenes, ya que 7 de cada 10 jóvenes reconocen tener una carga laboral equivalente a la de los trabajadores con contrato. Por otra parte, unos 300.000 becarios estarían haciendo trabajos estructurales en España, consiguiendo que las empresas se ahorren unos 3.100 millones de euros al año en salarios —si estos jóvenes cobraran el salario mínimo interprofesional— o unos 4.200 millones de euros anuales, si se calculase en base al salario medio, según datos del 2019 aportados por RUGE (departamento de juventud de UGT).
Abuso laboral como norma
El hecho de que multitud de jóvenes tengan que pasar por varias empresas trabajando como becarios para intentar conseguir un contrato de trabajo facilita que se cometan diversos abusos, incluso hay casos en los que la empresa les ofrece cobrar una parte de dinero en negro (pagos en 'b' no declarados a Hacienda) aprovechándose de su situación de vulnerabilidad y poder así explotarlos laboralmente bajo un contrato en prácticas.
"Después de varias prácticas entré a una empresa del sector inmobiliario a través de una beca del Banco Santander. La beca era para unas prácticas de media jornada, pero yo trabajaba a jornada completa y por la diferencia de horas me pagaban 300 euros. Es decir, el Banco Santander me daba 500 euros por la beca y la empresa otros 300 euros en negro. Además, en este trabajo me pasaba exactamente lo mismo que en los anteriores, mis funciones en todo momento eran de abogado, eran las de una persona a la que tendrían que haber contratado como abogado y no en prácticas", explica Gonzalo de Lara.
"Se aprovechan mucho de la vocación"
"Se aprovechan mucho de la vocación. Hay una conciencia juvenil que hace que pensemos que no nos merecemos nada. Pensamos, 'menos mal que me cogen aquí, por lo menos me han cogido aunque sea gratis'. Al final el hacer prácticas y prácticas supone un fuerte desgaste mental porque te preguntas '¿Hasta cuando voy a ser becaria?' '¿Cuándo voy a poder irme de mi casa?' y eso es muy duro", lamenta Rosa Vázquez, que tras estudiar derecho y realizar prácticas ha decidido estudiar una oposición.
Eduardo Magaldi, portavoz de RUGE, explica a Público que las empresas cometen numerosos y diversos fraudes con los jóvenes becarios. "En el caso de las prácticas curriculares nos encontramos con que no realizan las funciones que tienen que hacer para aprender o que las empresas les utilizan para sustituir las vacaciones de verano y, en las prácticas extracurriculares (prácticas en las que se cometen más fraudes y abusos), nos solemos encontrar a becarios haciendo trabajos estructurales de las empresas como si fuesen un trabajador más. También nos encontramos con empresas que viven directamente de las personas en prácticas, es decir que el 70 o el 80% de su plantilla son becarios, algo que no es legal".
Contratos que casi nunca llegan
En España, solo el 11% de los contratos de formación acabaron en indefinidos en la misma empresa, según los datos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal y, aunque muchos becarios en prácticas creen que después conseguirán ese contrato, la realidad es que la mayoría no lo logra.
"Tuve que hacerme autónomo para cobrar por proyectos trabajados"
"En mi caso estuve de prácticas curriculares y de prácticas extracurriculares en un estudio de arquitectura. Cuando finalicé ambas prácticas me dijeron que si podía intentar ampliarlas de alguna forma. Así que como sabía que el máster tenía otros seis meses de prácticas y tenía pensado hacerlo con anterioridad, me apunté al máster de arquitectura con la esperanza de que me contratasen después. Cuando acabé los seis meses de prácticas en la misma empresa, estuve trabajando una temporada en negro sin contrato ni nada, como si fuese una ampliación de prácticas y tiempo después tuve que hacerme autónomo para cobrar por proyectos trabajados, pero de octubre a mayo de este año cobré menos de 2.000 euros. Al final, a día de hoy, estoy trabajando en otro sitio porque el estudio de arquitectura no me daba ni para pagar el supermercado", detalla a Público Ángel, de 29 años.
Frustración e incertidumbre sobre su futuro
Empalmar prácticas para que la juventud pueda incorporarse al mercado laboral, sumado a la tasa de paro juvenil y la precariedad laboral, hace que la mayoría de los jóvenes no puedan independizarse y que la edad de emancipación se sitúe en los 32 años en España, lo que puede conllevar frustración, problemas de autoestima y retraso en el desarrollo vital. La psicóloga Laura Pérez explica que "cuando una persona empieza las prácticas siente emoción por comenzar en el mundo profesional".
"El problema viene cuando este periodo se alarga durante años porque nos han explicado que es un proceso corto de tiempo de formación para salir al mercado laboral y encontrar un trabajo con un sueldo que permita a la persona independizarse. Es ahí cuando empiezan a desarrollarse sentimientos como la frustración y la desesperación. Al final esos sentimientos acaban afectando a la autoestima de esas personas. A eso se le suma la incertidumbre sobre su futuro, los jóvenes no hemos decidido ser los eternos becarios, es algo que nos viene impuesto", cuenta.
"Conozco personas que han hecho cinco y seis prácticas seguidas"
"En las prácticas extracurriculares es muy típico que una empresa te contrate durante unos meses para trabajar y que tú te estés dejando la piel para que luego la empresa te eche y contrate a otra persona para trabajar el mismo tiempo que has estado tú. No es mi caso, pero sí que conozco personas que han hecho cinco y seis prácticas seguidas y cuando llegan a la séptima empresa que le ofrecen un contrato en prácticas dicen que ya no pueden más, asegura Gara Báez, de 23 años.
Miedo a denunciar los fraudes
Pese a que es muy habitual que los becarios sufran abusos laborales y deban cubrir puestos estructurales en las empresas, muchos de ellos no denuncian por miedo a que dichas empresas puedan ponerles trabas en un futuro a su carrera profesional.
"Muchos jóvenes aceptan prácticas abusivas con la esperanza de quedarse en esa empresa y luego no se atreven a denunciar. En primer lugar, por una falta de conocimiento, ya que no saben si pueden reclamar o no y si va a salir adelante la reclamación. Y, en segundo lugar, por miedo, porque creen que si reclaman la empresa va a poder hablar con otras y le van a cerrar las puertas al mundo del trabajo. Con esto juegan las empresas desde el minuto uno, de hecho hay empresas en las que los encargados les van diciendo a los becarios que es mejor no reclamar", asegura Magaldi.
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