Vive por y para reeducar. Una meta nada fácil de llevar a cabo cuando el lugar en el que se trata de hacer realidad es la cárcel. Y es que este pedagogo vocacional es el coordinador y terapeuta grupal del PRIA – Programa para la Intervención con Agresores de Violencia de Género – en el centro penitenciario Alicante 1 ( Fontcalent). Junto a él dos profesionales más trabajan con internos condenados por delitos graves o muy graves de violencia de género.
Por todo lo que ha visto y vivido en prisión Gómez es un hombre con los pies en la tierra y con pocas cosas que le frustran. “Trabajar con internos me ha enseñado varias cosas muy importantes: no juzgar, no comparar, no aconsejar si no me lo piden, paciencia, un umbral de frustración muy alto, es decir hay ya pocas cosas que me frustren, y a realizar las cosas porque son valiosas por sí mismas con independencia del éxito, y con esto me refiero, por ejemplo, que reeducar a maltratadores es valioso por sí mismo, si no vuelven a maltratar es maravilloso y es lo que se busca pero si alguno reincide, nosotros aprendemos del fracaso y se sigue adelante sin tirar la toalla porque merece la pena acabar con la violencia de género, y así nosotros nuestra parte cada vez la haremos mejor teniendo en cuenta que la infalibilidad no existe”, cuenta.
Desde Público hablamos con este hombre al que le encanta decir a los cuatro vientos que es feminista para conocer a fondo su día a día. “Ser feminista es luchar por la igualdad entre mujeres y hombres. Esa es nuestra lucha, esa es mi lucha”, agrega.
¿Qué se le pasa a un maltratador por la cabeza cuando está en la cárcel? ¿Se sigue quedando tan pancho con lo que ha hecho? ¿Maquina más venganza en la cárcel?
No hay un único un perfil de maltratador. Nosotros nos hemos encontrado desde internos que desde el primer momento reconocen el delito en su totalidad sin culpabilizar a la mujer y piden voluntariamente hacer el PRIA implicándose mucho en el programa hasta otros que se victimizan, culpabilizan a las mujeres y no entienden el motivo por el que les han condenado mostrando una gran rabia acumulada Los hay psicópatas integrados, también violentos con otras personas y machistas de convicción. Los hay con tendencias a la agresión física y otros a la violencia psicológica, o a ambas. Además los hay que también presentan otros problemas de comportamiento de origen conocido o desconocido y/o problemas de consumo de tóxicos u otras adicciones. Como la tipología es variable por eso es muy importante hacer un buen perfil del interno maltratador.
¿Qué es lo primero que te sueltan cuando estás trabajando con ellos?
En general mienten, además muchos lo hacen de forma estúpida pues enseguida podemos comprobar la veracidad de lo que nos comentan. Suelen decir que ellos no han hecho nada, que todo es mentira o un malentendido, que las cosas no son así y que no tendrían que estar aquí. Algunos exteriorizan mucha rabia contra las mujeres, contra el sistema judicial y contra las fuerzas de seguridad del estado.
¿Con cuántos maltratadores estás trabajando en la actualidad?
Normalmente el grupo lo forman entre 8 y 12 internos que previamente han pasado por una fase selección y otra de motivación al cambio. Hace poco terminamos un grupo y en estos momentos estamos comenzando con otro diferente. Normalmente nosotros hacemos ediciones entre 30 y 40 sesiones, más o menos entre 90 y 120 horas lectivas a razón de una sesión semanal de unas 02:30-3:00 horas lectivas reales.
Metodología contra la violencia
El programa para maltratadores que este funcionario coordina es de intervención grupal formativo “de corte cognitivo conductual” y de carácter voluntario aunque a veces hay internos que participan porque están obligados por sentencia judicial. “A pesar de ser grupal si hay algún interno que necesita apoyo individual también se le da”, explica.
Para formar parte del mismo no vale cualquiera. Todo comienza con el estudio del testimonio de sentencia de cada interno condenado por violencia de género y de su historial penitenciario. “Si va a estar el tiempo suficiente en prisión, aproximadamente un año desde el inicio previsto del programa, se preselecciona para otras entrevistas con el fin de cumplimentar una batería de pruebas psicométricas y para realizar un perfil individual biográfico y comportamental. Si finalmente es seleccionado se mantiene con él otras entrevistas de carácter motivacional con el fin de ilusionarle y animarle para el cambio y para que fije unos objetivos personales a conseguir durante el desarrollo del programa grupal”, recalca.
Las razones para no seleccionar a un interno son: estar preventivo en espera de juicio, tiempo previsto insuficiente de permanencia en el centro, mal comportamiento penitenciario consolidado, psicopatía, drogadicción activa, enfermedad física y/o mental que le incapacite para realizar el programa y negación expresa del interno a realizar el programa. “A veces si al interno aún le queda mucho tiempo por cumplir se le excluye en ese momento pero se le incluye en los candidatos para próximas ediciones del programa”, añade.
El objetivo del PRIA es formar un grupo de 8 a 12 internos mínimamente motivado para el cambio. “Después se desarrollan entre 30 y 40 sesiones grupales semanales de unas dos horas y media o tres horas de duración lectiva real. Entre sesión y sesión los participantes deben realizar una serie de tareas concretas para ser evaluadas en la siguiente sesión. Esas tareas pueden ser ejercicios para poner en práctica conductas concretas o de reflexión personal”, agrega Gómez.
En cuanto a los contenidos de las sesiones van desde inteligencia emocional a la prevención de recaídas en comportamientos de violencia de género pasando por estudio de la autobiografía, empatía hacia las víctimas, celos, tipos de violencia, control de la ira, relaciones de pareja, machismo, igualdad, amor romántico, comunicación no violenta y asertividad, autoestima, hijos como víctimas directas por sufrir esta violencia o ser testigos de ella, etc. “La metodología usada es muy variada: construcción del conocimiento, juego de roles, comentario de textos y de casos reales, visualización y debate de documentales y películas, relajación, práctica en grupo de habilidades sociales, habilidades de autocontrol y habilidades de comunicación, etc”, completa este funcionario.
¿Cómo te ven los maltratadores como aliado o como traidor?
Yo llamo a las cosas por su nombre por lo que en muy poco tiempo saben que conmigo no hay nada qué hacer y que es muy difícil que me deje manipular. Los que quieran cambiar y se dejen la piel durante el desarrollo del programa encontrarán en mí y en mis compañeros a unos profesionales que les acompañarán en su proceso de cambio que suele ser doloroso y no exento de dificultades. Los que quieran hacer el programa para salvar las apariencias o para obtener beneficios penitenciarios se darán contra un muro y desde luego no conseguirán nada.
¿La tuya es una lucha sin cuartel?
Nuestra lucha es desde luego sin cuartel. No nos desmotivamos y buscamos siempre innovaciones y mejoras para desarrollarlas en el programa porque estamos firmemente comprometidos contra la violencia de género. Somos un equipo que habla, se respeta y se apoya mucho.
¿Cuál es la solución real para acabar con la violencia de género?
Para mí no hay una única solución real porque es un tema muy complejo y que se mueve en varias dimensiones al mismo tiempo. Para mí es un problema de igualdad. La inversión en una educación igualitaria de calidad tanto familiar como escolar es la fuente primaria de prevención pero siendo imprescindible no es suficiente porque hay que cambiar en todos los ámbitos los valores, las actitudes y los modos pensar y sentir la relación entre hombres y mujeres.
Los medios de comunicación social como la televisión, la radio, el cine, los videojuegos o las redes sociales de internet deben mostrar otras formas mucho más valiosas de relacionarse con uno mismo y con los demás basadas en la igualdad. Los actores económicos como la patronal, los sindicatos y el gobierno deben acabar con la brecha salarial y la desigualdad. Estamos ante una crisis de valores muy importante que no se soluciona con más desigualdad del tipo que sea. En cualquier caso tengo una cosa muy clara, y es que no hay mayor error que el de aquel que no quiso hacer nada porque solo podía hacer un poquito.
¿A los políticos que se hacen fotos y guardan minutos de silencio qué les resaltas de esta lacra?
Que no mantengan el silencio más de uno o tres minutos. Cada político hombre o mujer que no se compromete totalmente en esta lucha aumenta la desigualdad. A más desigualdad más violencia de género y por tanto más mujeres víctimas.
¿Te sobran los dedos de una mano para contar los maltratadores que has ayudado?
No al contrario, me faltan dedos. Hay muchos hombres que han conseguido salir de la violencia de género y llevar una vida con dignidad. También hay muchos fracasos de los que hemos aprendido. En este punto es importante aclarar que nosotros actuamos en el contexto penitenciario y que el interno es el único y último responsable de hacer las cosas de otra forma sin violencia. Nuestra misión es posibilitar un entorno seguro y enriquecedor de aprendizaje donde el interno tenga un espacio y un tiempo para reflexionar sobre su delito, para integrar actitudes y nuevas formas de ver, sentir y hacer en el mundo pero quien debe poner todo eso en práctica en la vida diaria es el propio interno. No existe un remedio mágico contra el maltratador.
¿Qué mundo sería este si en lugar de que nos educaran a las mujeres a defendernos se enseñara a los hombres a que nos respetaran?
Desde luego sería un mundo más igualitario y para mí un mundo igualitario entre mujeres y hombres sería la antesala de una re-evolución moral y espiritual en el ser humano.
¿Qué le dirías a una mujer maltratada?
Que no está sola aunque muchas veces lo sienta así. Que pida ayuda cuanto antes porque su vida y la de sus hijos corren peligro. Que ella y sus hijos se merecen vivir la vida sin miedo, con dignidad y con plenitud. Que está completa y nada le falta que un hombre le pueda dar. Que no se quede con su maltratador por sus hijos porque los hijos también son siempre víctimas directas del maltrato al sufrirlo o ser testigos de él (cualquiera de las dos cosas deja secuelas muy importantes en los niños) Un padre que quiere a sus hijos nunca maltrata a su madre y quien diga lo contrario, miente.
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