BARCELONA
Caminando por las calles del Born y el Gòtic, dos de los barrios céntricos por excelencia de Barcelona, los peatones se pueden encontrar con varios vestigios del pasado de la ciudad. Uno de los más curiosos son las carasses de Ciutat Vella, unos rostros cortados en piedra que representan las facciones de mujeres y hombres con cara de placer.
Estas obras de arte ocultas a menudo pasan desaparecidas, o directamente son ignoradas, por barceloneses y turistas. Sin embargo, guardan una historia y una finalidad muy curiosa: allí donde miraran las carasses había un burdel. Adicionalmente, su función es tan peculiar como el elemento en sí. "En otras ciudades del Mediterráneo generalmente utilizaban un falo masculino para señalar un lugar de prostitución. En cambio, en Barcelona no aparecen estos símbolos", señala José Luís Betrán, profesor del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
El origen de las 'carasses'
Mucha incertidumbre rodea el origen de las carasses, pero se cree que se remonta al siglo XVII. "Las carasses podrían haberse puesto después de la Guerra de los Segadores, cuando las tropas castellanas tomaron Barcelona", apunta Betrán. "Se habrían esculpido entonces para indicar los lugares de prostitución a los que podían ir estos soldados", los clientes por excelencia de los burdeles, junto a los marineros que llegaban al puerto de la ciudad.
Un punto claro sobre su origen es que las carasses eran esenciales para dirigirse a una población que no sabía leer. "Hasta que no se empieza a alfabetizar la población, a finales del siglo XIX y principios del XX, todo se indicaba a través de imágenes. Las carasses son un ejemplo, así como lo son los nombres de las calles, que no se "escribían porque la gente no habría sabido leerlos", explica Oriol Garcia, dibujante especializado en temas históricos.
"En esa época, la tradición iconográfica tenía un peso muy importante. Los edificios con cierta vertiente pública, como las catedrales, estaban llenos de imágenes icónicas que hacían referencia a figuras bíblicas y mitológicas", corrobora Betrán. Esta forma de transmitir la información a través de imágenes y no palabras es en la que se habría basado el uso de las carasses.
Aunque el tiempo se ha encargado de erradicar la mayoría de estos indicadores –así como sus respectivos burdeles–, en Barcelona todavía quedan unas pocas carasses que indican a los visitantes donde se habrían encontrado con un prostíbulo años atrás.
El rostro de la calle dels Mirallers
La cara ubicada en la esquina entre las calles dels Mirallers y Vigatans es posiblemente la más famosa de todas. Ojos entreabiertos y en blanco delatan el trasfondo erótico de la figura, la cual indicaba a aquellos interesados que en esa calle encontrarían un burdel.
El Papamoscas
La infame carassa que se encuentra entre las calles de les Mosques y Flassaders se conoce como Papamoscas, y marca la ubicación de un antiguo prostíbulo muy famoso. De hecho, parece que el local era tan conocido que aquí se originó el dicho barcelonés "al carrer de les Mosques hi ha funció a les fosques" (en la calle de las Moscas hacen función a oscuras.
La nariz que señalaba un prostíbulo
Uno de los burdeles más escondidos de la Barcelona Vella se encontraba en la calle de las Panses, entre la calle de los Canvis Vells y la de las Trompetes. Bajo el balcón de un tercer piso se puede ver la cara más curiosa de todas, ya que sólo cuenta con medio rostro: desde la barbilla hasta la nariz. La disposición y forma de esta cara hace pensar que con la punta de la nariz marcaba en qué piso en concreto se encontraba el burdel, a fin de evitar molestias a los demás vecinos de la finca.
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