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Servicio Andaluz de Salud Las siete horas de la negligencia médica más cara de la historia

El Juzgado de Instancia número 21 de Madrid ha condenado al Servicio Andaluz de Salud (SAS) y su aseguradora Zurich a indemnizar con 4,2 millones de euros a la familia de niña que tenía todo para nacer sana, pero diversas negligencia médicas la dejaron con una discapacidad del 80%.

Sede central del Servicio Andaluz de Salud, en la consejería de Salud, en Sevilla.

AGNESE MARRA

Siete horas, 420 minutos, y 25.200 segundos fueron el tiempo necesario para que la vida de una madre cambiara para siempre. Para que un día que se antojaba feliz se convirtiera en una fecha de esas que duelen, que enfadan, que trastocan el orden de toda una vida. Y con todas las ambivalencias, también una fecha feliz: la del nacimiento de una niña que hoy tiene cuatro años y una parálisis cerebral, retraso psicomotor, ceguera, epilepsia, distonía paravertebral dolorosa, y microcefalia adquirida.

Una niña que tenía todo para nacer sana y que una negligencia médica le dejó una discapacidad del 80%.

Una madre que después de pasar todo tipo de sufrimientos puede llegar a recibir la mayor indemnización de la historia, en lo que se refiere a negligencias médicas en España. Un total de 4,2 millones de euros a los que renunciaría sin pestañear si le ofrecieran darle marcha atrás al reloj. Si pudiera volver a ese 5 de febrero, que todo empezara de nuevo, que las cosas se hicieran bien, dice.

Pero eran las 10.30 de la mañana de ese 5 de febrero de 2015 cuanto todo empezó a hacerse mal. Esta madre que quiere mantener el anonimato ingresaba en las Urgencias Obstétricas de un hospital público andaluz, del que tampoco sabremos el nombre. Había roto aguas después de nueve meses de un embarazo “absolutamente normal” , una “gestación sana y sin problemas”, insiste la madre.

El primer inconveniente surgió cuando se vio que en el líquido amniótico que había restos de meconio -la primera hez de los bebés que supone un signo de alerta de posible sufrimiento fetal y que obliga a acelerar el parto ante el temor de que el feto pueda ingerirlo-. Pero eran las 12.50 cuando decidieron inducirle el parto y esperaron hasta las 16.35 para decidirse por llevar a cabo una cesárea “urgente por riesgo de bienestar fetal”. Nació a las 17.10 presentando según el informe: “Abundante meconio. Acidosis metabólica. Aspiraciones meconial. Alteraciones el RTG (Registro tococardiográfico). Líquido meconial”.

El 20 de febrero le dieron el alta hospitalaria con el siguiente informe: “Encefalopatia hipóico-isquémica significativa. Distrés respiratorio. Acidosis metabólica. Estatus convulsivo. Cesárea urgente por sospecha de pérdida de bienestar fetal. Alteraciones en el registro tococardiográfico”.

Y a partir de entonces una vida de ingresos hospitalarios. De convulsiones constantes. Y una hija cada vez más enferma: en 2015 le dieron una discapacidad del 38%. En 2017 su discapacidad era del 80%.

“No es solo la negligencia durante el parto. Los cuidados específicos en los primeros años de vida de un bebé que ha sufrido estos daños son fundamentales, y la evolución ha sido terrible”, nos dice Álvaro Sardinero, abogado de la demandante y del Defensor del Paciente con más de veinte años de experiencia en derecho sanitario.

Una sentencia histórica

Cuatro años después el Juzgado de Instancia número 21 de Madrid ha condenado al Servicio Andaluz de Salud (SAS) a indemnizar con 4,2 millones de euros a la familia: 2,7 deberá abonarlos la aseguradora Zúrich, y 1,5 millones el Servicio Andaluz de Salud de manera directa. La mayor indemnización concedida hasta ahora por una negligencia médica.

La sentencia también llega después de años de silencio. El caso llegó al despacho del abogado Sardinero en 2015, a los pocos meses de nacer la niña: “Desde el primer momento nos pusieron obstáculos, primero el hospital, luego la aseguradora”, le cuenta a Público el letrado.

Primero el centro de salud se negaba a entregar la historia clínica del caso, así que Sardinero entró con una petición en la justicia para poder acceder a la información. Se la concedieron, pero en el documento faltaban datos, no encontraban el registro tococardiográfico indispensable para controlar el estado del feto durante el parto. “Desaparecieron como doce folios del historial, al final reconocieron que no tenían esos registros”.

Después vinieron los varios intentos de acuerdo con la aseguradora Zurich: “No nos contestaban, no aceptaron reunirse con nosotros, y al final fuimos con todo y la verdad es que nos ha ido a las mil maravillas”. Esta sentencia es histórica no solo por la cifra de la indemnización, sino porque la estimación ha sido total. La jueza ha aceptado cada uno de los argumentos presentados por la demandante, reconoce la negligencia, el abandono sufrido por la gestante durante horas, concluyendo con que ese tiempo agudizó la hipoxia desencadenante de la parálisis cerebral que sufre la menor. También subraya el hecho de que el Servicio Andaluz de Salud que no presentara el registro tococardiográfico para determinar en qué momento se perdió el bienestar fetal.

La sentencia no es firme, la aseguradora Zurich tiene un plazo de veinte días para pensar si la recurre: “No es una decisión fácil porque saben que si el proceso se extiende otros dos años, y les sale bien, no hay problema. Pero si no, podrían tener que llegar a pagar casi un millón de euros más”, nos dice Sardinero.

En el caso de que la aseguradora acepte la condena, el pago sería inmediato y a partir de ese momento Sardinero podría entrar con un juicio al SAS para exigirle la cuantía restante de 1,5 millones de euros. “Tendríamos que esperar a la sentencia de ese nuevo pleito, pero con la condena anterior en mano resulta mucho más sencillo”, explica el letrado.

“¿Por qué mi hermana es así?”

“Llevan muchos años de estrés, de mucho sufrimiento, no quieren hablar más”, nos cuenta Carmen Flores, la presidenta del Defensor del Paciente, para explicar la voluntad de la madre de presentarse anónima y de no hablar con más medios tras la rueda de prensa que dio durante la mañana del lunes. “Para ella ha sido muy difícil venir a Madrid y contarlo, remover todo su dolor, ahora vuelve a casa”.

En casa también la espera su hija mayor de seis años que todavía le pregunta a su madre “por qué mi hermana es así, por qué no camina, por qué no come sola”. La respuesta no es fácil para esta mujer que se dedica casi en exclusiva a cuidar de la pequeña que necesita todos los cuidados. Fisioterapia y rehabilitación diaria, consultas neurológicas un día sí y el otro también, levantarla, acostarla, ayudarle con la comida, con el aseo…

“Es una historia triste porque todo iba bien, era un embarazo saludable, era un día para ser feliz”, dice este abogado que cuida de sus casos con la delicadeza de un artesano. No puede dar marcha atrás al reloj, pero le ha dado un impulso a la vida de una madre: “Ahora podrá hacer la adaptación de la casa, del coche, ofrecerle las máquinas que necesita para que ambas vivan de la mejor manera posible”.

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