SEVILLA
La precariedad laboral aumenta año tras año en el Real de la Feria de Abril de Sevilla. “Hemos corroborado casos de casi semiesclavitud”.
Pepa Cuaresma, Secretaria General del sindicato provincial de Servicios de Comisiones Obreras es tajante a la hora de mostrar el desolador panorama de esta fiesta popular que ingresa por su fuerte impacto económico casi 700 millones de euros pero que no se ve reflejado en el día a día del trabajador que busca en estos ocho días “buscarse el pan para un mes y medio”.
CCOO alertan de estas situaciones "tienen cada vez un perfil de mayor edad”, cercano a los cuarenta años
El perfil va empeorando por las altas cifras de paro que se registran en Sevilla capital. Casi 207.793 personas se encuentran sin trabajo en la ciudad. “El trabajador de la caseta es de media de unos 40 años de edad y de baja cualificación. Hace una década no nos encontrábamos a gente mayor pero la crisis ha traído una población más adulta hasta la feria para trabajar y ganarse el pan de los suyos”.
Sergio, 46 años: “Aquí te ganas el pan de un mes”
Sergio Castro tiene una historia difícil. “Os voy a contar todo pero no me hagáis fotos”. Los empresarios son tajantes a la hora de no reflejar las barbaridades cometidas en contratos y horas que parecen interminables para el que se atreve a trabajar en esta festividad primaveral.
Sergio trabaja en la barra de una caseta en la calle Joselito el Gallo. No indica número. Y tampoco va a resultar fácil identificarlo. En total la Feria de Abril aúna 1051 casetas en todo su espacio. Su mujer Sarai limpia a diario los baños de la caseta con más de tres números y se gana la voluntad. “Yo era antes transportista, he tenido el paro dos años y luego la paga de los 426 euros que ahora solo cobra mi mujer y no hay derecho a tenernos que meter en esto”.
Sergio tiene 46 años y Sarai 43. “Llevamos tanto tiempo sin encontrar nada estable. Al menos aquí te ganas el pan de un mes”. Al terminar su faena de servir mesas, dejar impecable la barra y quedar prácticamente agotado tras casi 16 horas de trabajo, Sergio no puede volver a su casa. “Estamos viviendo en Dos Hermanas [pueblo dormitorio de Sevilla] y por las noches no nos da tiempo ni a llegar para descansar unas horitas”, cuenta a Público. La única opción es quedarnos a dormir en el Real en la parte de atrás del almacén”. El empresario le ha cedido la posibilidad a esta pareja sevillana de traer un colchón hinchable a las instalaciones.
Sergio le cuesta hablar de esta precariedad pero la necesidad va por encima de su trabajo. Su hijo Juan está en la casa con catorce años. Y sus padres no quieren que los vean en esas condiciones. “A ver si me sale estudioso y no le toca esto al niño”, afirma.
A punto de acabar la larga Feria de “Mayo”, Sergio ha sido el único que ha tenido alta en la Seguridad Social de los diez trabajadores que integran la caseta. “En los papeles pone que estoy a cinco horas así se ahorran gastos”.
A Sarai esto le perjudica porque con el alta de Sergio le paralizan la paga, tal y como le han indicado en el Servicio Andaluz de Empleo. “Parece que no queremos ni altas pero todo lo bueno parece que perjudica”. El día cinco de mayo cobrarán la intensa jornada laboral. Sarai ha ido ganando de media en los lavabos unos siete euros la hora. “La gente no se para a pensar ni por qué estas ahí, porque tienes que estar de madrugada limpiando la suciedad de otros pero en la feria de Sevilla siempre ha habido clases y a pocos le pesan”.
Emilio Moreno, 36 años “Cobro sólo tres euros la hora”
Emilio está en paro desde hace dos años. “He trabajado en muchos bares para ganarme la vida pero la cosa cada vez está más difícil”. Con un grado medio de atención sociosanitaria y sin posibilidades de trabajo espera entrar cada noche en su turno como portero.
En 2017 le ha tocado trabajar en una caseta cerca de la portada de una importante empresa comercial. También se niega a salir en la foto. “De espaldas si quieres que tampoco es delito” afirma bromeando. Encontró este trabajo a través de una empresa de trabajo temporal (ETT) que le ofrecen puestos el sector servicios. “A veces ha sido catering, otras recogiendo, y esta vez ha tocado la noche de Feria”. El problema para Emilio le ha llegado cuando ha aceptado un cheque como remuneración. “La empresa me ha dado un uniforme y desde el primero sábado de feria hago el turno de doce de la noche a seis y cuarto de la mañana”.
Un solo pago es por ahora el sueldo que tiene previsto cobrar por la empresa. “Al final me la han acabado jugando y cobro solo tres euros la hora”, apunta este joven. El cheque no lleva firma. “Lo podré cobrar cuando finalice la feria el próximo lunes ocho de mayo”, apunta este joven sevillano. Su valor es de 144 euros por cincuenta horas de trabajo nocturnas.
Pepa Cuaresma habla como sindicalista de la necesidad de realizar inspecciones dentro de la Feria. “Las plantillas de inspectores son actualmente muy reducidas pero ayudarían en gran medida a solapar esta economía sumergida que empeora cada año con peores condiciones, sobre todo desde la crisis”, alerta la Secretaría Provincial de CCOO a Público. A pesar de la necesidad de elaborar unas estadísticas al respecto, la delegación provincial de Sevilla de CCOO argumenta la “falta de transparencia que hay en este asunto para los empresarios que cada años ganan grandes cantidades de dinero en la feria de abril”.
Helen, 39 años: “Prefiero no trabajar nunca más aquí”
Helen es africana y no solo quiere tapar su rostro de las cámaras. Tampoco es capaz de decir ni su propio nombre al ser inmigrante en la ciudad desde hace cinco meses. “He llegado a España hace muy poco para acompañar a mi hermano desde Nigeria”.
Tiene una sonrisa calmada a pesar de las circunstancias, aunque es muy duro hablar de cómo vive la Feria desde el otro lado. “Estoy en el almacén porque mi jefe dice que hay pocos negros en la Feria”. En el interior de la cocina pela patatas, hace caldo de sopa, cocina tortilla. Ha aprendido hasta a hacer salmorejo en pocos días.
Helen solo quiere ganar un primer sueldo que le permita instalarse en una habitación en la ciudad. “Estoy con un primo mío que vive con cuatro personas más pero yo quiero tener lo mío aquí”. Helen aún recuerda cuando trabajaba en una ferretería pequeña en la ciudad costera de Badagry en su país. “Parece que hace mucho de todo aquello y si hubiera sabido lo difícil que está aquí la cosa no sé que hubiera hecho”.
Helen ha venido con el propósito de instalarse para ayudar a su hermano Mawi de veinte años que reside actualmente en Sevilla. “Mi hermano está en una residencia y yo vivo con mi primo que me ha buscado este trabajo donde el va cada día a cargando camiones. Tengo que ir trabajando y a ver si encuentro algún contrato para quedarme con el”.
Helen hace una jornada en la feria de dos de la tarde cuando empiezan las comidas a las cinco de la mañana que es cuando se inicia el cierre de cocina. Casi quince horas entre fogones y humedad con apenas la comodidad de una silla de madera. “La gente come a todas horas y beben muchísimo”, dice con una media sonrisa a Público. “Solo espero encontrar mi sitio aquí y no volver a Mauritania aunque prefiero no trabajar nunca más en la feria”. El sueldo de Helen, en negro, ascenderá tras quince horas diarias de trabajo a 840 euros.
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