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La presión de las familias logra que Ayuso renuncie al plan de abrir una escuela europea dentro del Ramiro de Maeztu

El proyecto, destinado a los hijos de funcionarios europeos y otros organismos internacionales, se había gestionado con una opacidad insólita, sin contar con el apoyo del Consejo Escolar.

La consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fátima Matute; el consejero de Educación y Universidades, Emilio Viciana, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a su llegada a la presentación del nuevo proyecto Ciudad de la Salud
La consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fátima Matute; el consejero de Educación y Universidades, Emilio Viciana, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.  Alberto Ortega / Europa Press

La Comunidad de Madrid ha decidido suspender la implantación de la Escuela Europea Acreditada (EEA) en las instalaciones del CEIP e IES Ramiro de Maeztu de la capital gracias a la presión de las familias. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso estudia ahora posibles nuevas ubicaciones para este centro, en el que tendrán prioridad de acceso los hijos de funcionarios de la Unión Europea y de otros organismos internacionales.

Así lo ha anunciado este jueves el consejero de Educación, Ciencia y Universidades, Emilio Viciana, durante el Pleno de la Asamblea de Madrid, donde ha defendido esta decisión para facilitar que la futura EEA "sea lo que tiene que ser" y la familia del Ramiro de Maeztu "siga manteniéndose como una de las instituciones clave, no solo educativas sino deportivas, en la Comunidad de Madrid".

Un anuncio que llega un día después de que la comunidad educativa del Ramiro se manifestara ante la sede de la Comisión Europea en Madrid para pedir que se busque otra ubicación a la nueva escuela. En cualquier caso, Viciana ha advertido de que las obras de mejora y ampliación de instalaciones en el centro, cuyo importe alcanza los 850.000 euros, seguirán adelante. 

Uno de los mayores problemas que enfrentaba este proyecto era la falta de espacio. El colegio ya está al borde de la saturación, y la idea de añadir seis nuevas aulas, como pretendía la Consejería, parecía inviable. Además, el edificio del Ramiro es un bien de interés cultural, protegido por su valor histórico, lo que complicaba aún más cualquier intento de ampliación de las infraestructuras.

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