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Pobreza y exclusión, causas de que solo el 41% de los alumnos gitanos terminen la educación obligatoria

Los niños romaníes pasan menos tiempo que el resto en el circuito educativo. Cuando empiezan la Primaria, su perspectiva es pasar como mucho 12 años recibiendo clases, frente al conjunto de la sociedad para la cual la expectativa es de casi 19.

Una persona con una bandera gitana a su espalda durante el acto conmemorativo del Día Internacional del Pueblo Gitano el 13 de abril de 2023. Gabriel Luengas / Europa Press
Una persona con una bandera gitana a su espalda durante el acto conmemorativo del Día Internacional del Pueblo Gitano el 13 de abril de 2023. Gabriel Luengas / Europa Press.

Seis de cada diez niños gitanos no terminan la educación obligatoria. Unas cifras que alarmarían a cualquier gobierno si se enmarcara en la población general, pero que al darse en el seno del pueblo romaní parecen estar normalizadas. Buena parte de las explicaciones que se intentan esgrimir para justificar esta brecha responsabilizan a la tradición e identitarismo de las familias romaníes. Sin embargo, los expertos advierten de que no se puede entender esta discriminación sin considerar la rueda de pobreza y exclusión crónicas en la que crecen estos menores.

La propia Unesco reconoce que las personas que tienen menor nivel educativo normalmente son más pobres, tienen peores niveles de salud, más desempleo y peores empleos, y sus hijos tienen menos posibilidades de progresar socialmente. Esta secuencia genera una dinámica de empobrecimiento que se hereda de generación en generación, y así ocurre con el colectivo gitano.

Los niños romaníes, aparte de tener un entorno social que en muchas ocasiones no incentiva su educación, bien por desinterés o por falta de medios materiales y culturales; pasan menos tiempo en el circuito escolar, según el último informe de la Fundación Secretariado Gitano presentado este miércoles. En concreto, el 51% empiezan la Educación Infantil a los cinco años, mientras que el resto de la población a esa edad ya está escolarizado casi 80%.

Este desfase se mantiene durante toda su vida escolar. Cuando empiezan la Primaria, su perspectiva es pasar como mucho 12 años recibiendo clases, frente al conjunto de la sociedad para la cual la expectativa es de casi 19.

Ya cuando están en 3º de Primaria, curso en el que los niños tienen ocho años, hay una cuarta parte de los alumnos gitanos que tienen nueve. Es decir, han repetido al menos una vez. Mientras que en 5º la cifra de repetidores entre los estudiantes romaníes sube hasta casi el 50%.

Esto se arrastra y lo que ocurre es que, como describe el informe de la fundación, los niños y las niñas gitanas llegan a 2º de la ESO con 16 años o más en un estado de desmotivación y hastío notable. A partir de esa edad, su presencia cae en picado. De hecho, solo el 41% logran terminar este nivel.

¿Cómo podemos construir una sociedad de iguales cuando en los primeros años de las vidas de las personas tiene lugar esta desigualdad?, se preguntan desde el Secretariado Gitano. La organización recuerda que uno de los principios básicos de la nueva ley de educación, la LOMLOE, es el principio de equidad y critica que no se esté cumpliendo. De hecho, tal y como señala el informe, "la situación ha empeorado a lo largo de los últimos 10 años".

Un ejemplo de ello es la tasa de abandono educativo temprano (de los 18 a los 24 años). De acuerdo con el último Informe PISA, ésta se ha reducido en términos generales al 13%. En cambio, entre el colectivo gitano aumenta y hasta el 86% no estudia en esas etapas. Hace diez años, este dato era 20 puntos mejor. "No importa solo qué hace nuestro sistema educativo con el conjunto de la población, sino qué pasa con los márgenes", lamenta el Secretariado.

Colegios convertidos en guetos y pobreza crónica

Otra de las cosas que contribuyen a perpetuar esta situación discriminatoria es la segregación en las escuelas, muchas de las cuales acaban convirtiéndose en guetos. A este respecto, la LOMLOE problematiza la segregación, convirtiéndose en la primera ley de educación en mencionarla. Con todo, la realidad práctica muestra que el sistema educativo no tiene todavía la flexibilidad para compensar las desventajas y superar estas diferencias.

En los colegios tienen lugar dos modos de segregación: una a nivel económico y otra a nivel étnico, advierte el informe del Secretariado Gitano. Hay escuelas donde más de un 15% del alumnado son niños gitanos, cuando la población romaní no llega al 2%.

Se podría pensar que depende del barrio, que hay lugares donde viven más personas de este colectivo. Pero los datos nos dicen que no hay ningún barrio que tenga esos porcentajes, sino que "es una exclusión que producen otros efectos como los criterios de selección escolar o las preferencias de las familias". 

En este sentido, hasta el 40% de los niños romaníes percibe que estudia en un colegio "guetizado". Asimismo, los profesores, que también reconocen la existencia de este sesgo, señalan que esto "condiciona el éxito educativo, incentivan la violencia, limita la calidad de la enseñanza y la interacción social".

¿Qué hace que no haya progresos y que se esté produciendo esta situación de estancamiento entre los escolares romaníes? En la Fundación Secretariado Gitano lo tienen claro: "Damos por hecho que los gitanos siempre han sido pobres y que es su condición natural".

En estos momentos, el 86% vive por debajo umbral pobreza y el 46% de extrema pobreza. "Esto se traduce en la práctica, no solo en que no puedan comer carne un día a la semana, sino en una perpetuación de la escasa formación y, con ello, una exclusión de gran parte de los entornos laborales", explica la fundación.

"No se dan las condiciones materiales ni el contexto, no hay libros en la casa... Estudiar cuesta mucho dinero... Hemos confundido el derecho a la escolarización con el derecho a la educación. El primero está garantizado, pero para el segundo, desde luego, queda mucho camino por recorrer", afirma el Secretariado Gitano.

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