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Actualizado:La crisis climática va estrechamente ligada a la desigualdad económica y social. Tanto es así que el 1% de la población más rica del planeta está emitiendo treinta veces más CO2 per cápita de lo que todo el mundo debería emitir para mantener el calentamiento global por debajo del umbral del 1,5ºC en 2030. Así lo evidencia una publicación conjunta del Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI), el Instituto de Política Ambiental Europea (IEEP) y Oxfam Intermón.
Esta es una tendencia que se lleva produciendo año tras año desde hace treinta años. Desde que el IPCC publicó su primer informe científico en 1990 hasta que se firmó aprobó el acuerdo de París en 2015, el 1% de la población más rica generó el doble de emisiones de carbono que la mitad de la población más empobrecida del mundo. De hecho, las clases altas llevan una línea ascendente en sus emisiones que, de no revertirse, será un 25% mayor en 2030 que a finales del siglo XX.
La desigualdad se percibe aún más si se atiende a los valores absolutos de CO2 per cápita según la clase social. Así, la población rica emite más de 70 toneladas de dióxido de carbono al año, mientras que la población más pobre emite en torno a 2,2 toneladas de gases de efecto invernadero. Según estos datos, las personas más empobrecidas del planeta podrían incrementar sus emisiones un 200% durante la próxima década y ni siquiera tendrían una incidencia suficiente como para elevar la temperatura del planeta más del grado y medio, el umbral de riesgo marcado por la ciencia.
Los super ricos deberían reducir sus emisiones un 97% para que el Acuerdo de París se pueda salvar
Por contra, la población con más recursos económicos del planeta debería de cambiar sus hábitos de manera radical en la próxima década, disminuyendo su consumo de tal forma que bajasen sus emisiones de CO2 un 97%.
La publicación menciona algunas prácticas nocivas para el planeta que se asientan en este régimen de desigualdad, como el caso del uso de yates privados, que son responsables individualmente de unas 7.000 toneladas de CO2 por año, además de los vertidos marinos que no se mencionan en este estudio. Los viajes en avión son, por otro lado, otro hábito de consumo que plasma con fuerza cómo la condición de clase es importante para entender el calentamiento acelerado del planeta.
Otro informe publicado a principios de año por la organización británica Possible dejaba algunos datos reveladores al respecto, como que sólo el 2% de la población francesa llenaría la mitad de los vuelos que despegan cada año en el país galo. En EEUU, el 12% de los ciudadanos toman el 66% de los vuelos anuales. Se estima, en cifras globales, que el 90% de la población del mundo nunca ha viajado en avión.
Pero el transporte de lujo y las diferencias en el consumo no son los únicos hábitos que agrandan la brecha de CO2 entre clases. Las inversiones y movimientos financieros son parte de este problema. El economista francés Lucas Chancel hacía referencia a ello en una publicación reciente del World Inequality Lab de París y evidenciaba, además, la falta de transparencia para poder rastrear la huella de carbono asociada a la clase social. "En promedio, la respuesta es bastante clara: extrema riqueza viene acompañada de una contaminación extrema", advertía el experto. Sus cálculos estiman que el 70% de las emisiones del pequeño grupo de ricos del planeta se corresponden a sus finanzas e inversiones privadas en combustibles fósiles.
"Una pequeña élite parece tener un pase libre para contaminar"
"La brecha de emisiones globales para mantener vivo el objetivo de París de 1,5°C no es el resultado del consumo de la mayoría de la gente del mundo, sino que refleja las emisiones excesivas de los ciudadanos más ricos del planeta", valora Tim Gore, uno de los autores del informe y miembro del IEEP. El experto señala que las políticas de acción climática deben incorporar el sesgo de clase para poder mitigar el calentamiento del planeta. "Eso incluye medidas destinadas a restringir el CO2 de lujo de megayates, jets privados o de viajes espaciales".
"Una pequeña élite parece tener un pase libre para contaminar. Sus emisiones sobredimensionadas están alimentando el clima extremo en todo el mundo y poniendo en peligro el objetivo internacional de limitar el calentamiento global", ha dicho Nafkote Dabi, responsable de Política y Cambio Climático de Oxfam Intermón.
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