Madrid
Actualizado:Recién pasado el Rubicón del cuarenta de mayo, todo indica que este año nos quitaremos algo más que el sayo si queremos sobrevivir. Las altas temperaturas previstas, en especial en Andalucía y Extremadura, nos hablan de episodios de extremo calor en los que el mercurio podría alcanzar los 41 grados. Ahí es nada.
Sea como fuere, lo cierto es que en los últimos tiempos hemos podido testimoniar fenómenos meteorológicos poco habituales. Todavía en la retina quedan las importantes nevadas que nos trajo Filomena, o la notable nube de polvo sahariano que cubrió buena parte de la península a finales de marzo.
Los expertos indican que no es cuestión de azar. Todas las miradas apuntan a los efectos del calentamiento acelerado de la Tierra. La emergencia climática no sólo genera cambios lineales en la climatología –como ecosistemas cada vez más secos y áridos–, sino que también incentiva la aparición constante de catástrofes extremas.
"Toda la literatura científica nos indica que ha cambiado la frecuencia y la intensidad de estos episodios meteorológicos extremos, en el caso de las olas de calor vemos que cada vez son más habituales y que se alcanzan temperaturas más elevadas, sin ir más lejos el año pasado alcanzamos la temperatura más elevada registrada en nuestro país", explica a Público Irene Santa, física y meteoróloga de eltiempo.es.
En concreto fueron los 47,4 grados que se alcanzaron en la localidad de Montoro, Córdoba. Pero junto a las temperaturas de récord y la espectacularidad de estos eventos climáticos, subyacen indicios que nos hablan de un progresivo alargamiento del verano, un período canicular que no se limita a los meses tradicionales de la época estival y que comienza a conquistar espacios aledaños.
"El verano es cada vez más largo en España, de hecho este año hemos tenido temperaturas propias del verano en mayo, esto no es un fenómeno aislado, sino que responde a una tendencia que nos dice que el verano en nuestro país se ha adelantado, lo que estamos viviendo es la segunda ola de calor más temprana de nuestra historia, desde un 11 de junio de 1981 no vivíamos algo así", detalla Santa.
La clave, según esta meteoróloga, no es tanto la intensidad del evento meteorológico, que también, sino la frecuencia del mismo. Es esto lo que permite establecer una vinculación con la emergencia climática. "Es indudable que hay una correspondencia, los episodios de altas temperaturas en España son cada vez más habituales; por supuesto que siempre los ha habido, pero no se han sucedido de un modo tan frecuente".
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