ALCALÁ DE HENARES (MADRID)
No se trataba de un convenio laboral al uso. La patronal estaba formada por los clubes de fútbol, muchos de ellos con unas cuentas millonarias, mientras que del otro lado estaban las trabajadoras, futbolistas que en muchas ocasiones tenían que recurrir a segundos trabajos dado el nulo reconocimiento profesional de su desempeño en los campos; y era el primero que se firmaba en el sector. Llegó la pandemia, la crisis sanitaria, se cerraron los estadios y cancelaron los partidos; llegaron los ERTE para muchas de ellas. Ahora se debate el cómo, cuándo y dónde se reanudará la competición, la masculina, claro. La liga femenina de fútbol tendrá que esperar a la temporada 2020-2021 para seguir creciendo, como no ha dejado de hacer en los últimos años.
La Administración estudia la apertura de los sectores económicos, pero la sociedad no elude el debate de a costa de qué se realizará la misma. O de quién. "En la situación en la que estamos, de crisis mundial, me parece irracional el estar pensando en fútbol, ya sea masculino o femenino", comenta Marta Perarnau, jugadora del Betis. Una vez dicho esto, la futbolista entiende que se reanuden los partidos de sus compañeros por el factor económico, pero al fin y al cabo todo se reduce a que "los chicos juegan y las chicas no, así que, ¿quién se traga eso?", se pregunta. "Me vuelvo un poco más radical en este sentido porque es una falta de respeto hacia mi trabajo y profesionalidad. Era una gran oportunidad de demostrar que las instituciones estaban con nosotras y nos han dado la espalda", arguye Perarnau.
Esta futbolista que ocupa posiciones de defensa en el rectángulo, también adquiere ese rol cuando piensa en colectivo: "Yo tengo mucha suerte porque vivo del fútbol y estoy en el último curso del Grado de Psicología, pero muchas de mis compañeras de competición están en situaciones más precarias y tienen que compaginar varios trabajos, sobre todo en las grandes ciudades", dice a Público. Al respecto también se pronuncia Ainhoa Tirapu instantes previos a vestirse para ir a entrenar delante de la pantalla: "Firmar el convenio justo antes de este parón nos ha asegurado a todas tener, al menos, una jornada del 75 %, así que las condiciones para cobrar las prestaciones del Gobierno ahora son un poquito mejores", recalca la jugadora del Athletic de Bilbao.
La mayoría cobra 1.000 euros al mes
En condiciones normales, el salario de gran parte de las jugadoras se ubica en los mil euros mensuales. Mil euros mensuales exactos. La explicación se reduce al tan ansiado como mejorable convenio colectivo. En él se establece que una jugadora debe recibir, como mínimo, 16.000 euros al año. Continuando con lo apuntado por la portera del Athletic de Bilbao sobre la jornada del 75%, la cifra se reduce a los 12.000 euros anuales, que "es lo que cobran la inmensa mayoría de las jugadoras excepto algunas de los equipos grandes", concreta Tamara Ramos, gerente del sindicato Futbolistas ON, una entidad que estuve presente en las negociaciones del convenio, y que lo sigue estando en la comisión paritaria.
Tirapu, portera del club bilbaíno, recalca otras victorias del convenio, como cobrar la totalidad del salario si estás de baja, incidiendo en lo lesivo de esta profesión, o la protección del embarazo, cuestión que hasta hace unos meses dependía únicamente de la buena fe de los clubes, así que "el hecho de que todos estos avances estén escritos aportan seguridad a la jugadora por el marco legal en el que se puede amparar".
Dos tipos de equipos
Como en todo, las desigualdades se estructuran englobando unas a otras. Parece inevitable que la liga femenina se desenvuelva siguiendo los pasos de su hermano masculino, al que todas las instituciones llevan años y años cuidando, por lo que se presenta una gran peculiaridad. Como en la granja de Orwell, todos los clubes de la liga femenina son iguales respecto a la discriminación que sufren por parte de sus homólogos masculinos, pero unos son más iguales que otros. Así lo explica Tirapu: "Hay dos realidades. Por un lado, los equipos que pertenecen a una estructura masculina profesional y dependen de su presupuesto y los patrocinadores que consigan; por otro lado, los más pequeños, que no pertenecen a ese tipo de estructura y pueden optar a recibir subvenciones".
"La diferencia entre clubes con estructura masculina y sin ella no se queda solo en el salario"
Tania Tabanera, de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), desarrolla esta idea de Tirapu añadiendo que "la diferencia entre clubes con estructura masculina y sin ella no se queda solo en el salario, que ya es abismal, sino en cuanto a la posibilidad de utilizar ciertas infraestructuras, instalaciones deportivas, gimnasios o disponer de un cuerpo técnico mucho más especializado".
"Inevitablemente, estamos a merced del futbol masculino porque no somos sostenibles por nosotras mismas, pero ese tiene que ser nuestro camino, ser independientes para que no haya una descompensación tan alta con esa burbuja de negocio del fútbol masculino que no hace bien a nadie", sostiene Perernau poniendo la vista en el largo plazo.
Ramos, la gerente del sindicato Futbolistas ON, confirma los ERTE en el Barça, el Atlético de Madrid, Sporting de Huelva, Logroño y Granadilla Tenerife, aunque este medio ha podido saber que el Rayo Vallecano también lo ha planteado. "Nos vamos enterando por las jugadoras, porque los clubes no nos lo comunican, aunque deberían", asevera la sindicalista.
Una "lista negra"
Desde su perspectiva, "es lamentable que en una de las mejores ligas femeninas mundiales de fútbol las trabajadoras no puedan vivir de ello". Siendo parte activa en las negociaciones del convenio, Ramos entona el mea culpa cuando se le pregunta por la "lista de compensación". Esta "lista negra", tal y como la denominan desde el sindicato, está compuesta por algunas jugadoras menores de 23 años que han terminado su contrato con un club en concreto pero éste tiene la capacidad de marcar cuánto dinero tendría que pagarle el siguiente club que quiere fichar a la jugadora en concepto de derechos de formación.
Aquí es donde salta la polémica. El artículo 20 del texto rubricado por patronal y jugadoras recoge que los equipos pueden fijar libremente una cantidad de cara al fichaje de una jugadora que ya ha dejado de prestar servicios para ese club pero que deberá abonarle el siguiente que quiera contar con ella en su vestuario. Se trata de una dinámica muy extendida en el mundo deportivo pero impensable para cualquier otro trabajo. "Algunos equipos están estableciendo cifras de compensación que llegan a los 500.000 euros cuando saben que casi ninguno de los otros equipos pueden llegar a pagar eso", añade Ramos.
Así se presenta la polémica y la pregunta: ¿cómo puede una futbolista seguir jugando con otro equipo si el anterior al que pertenecía le pone una condición así? Perarnau es clara al respecto: "Son cifras que el fútbol femenino no es capaz de soportar. El desequilibrio es enorme entre estas cantidades y nuestros salarios base". La postura de la AFE también va en la misma línea, porque "pese a que la lista de compensación está regulada dentro del marco legal acordado y es habitual en el deporte, el cuantum sí que es cuestionable", en palabras de Tabanera. En este "ni contigo ni sin ti", Ramos afirma que "las jugadoras están viviendo muy mal la incertidumbre, sobre todo teniendo en cuenta la lista de compensación y lo difícil que se les ponen las cosas, encima estando en época de fichajes y sin poder elegir por ellas mismas dónde trabajar", concluye la sindicalista.
Solo jugarán partido ellos
Desde la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) tildan de "controvertida" la decisión de que la liga masculina se pueda reanudar, aunque aceptan que tienen suficiente dinero para poner en marcha todos los test necesarios y las precauciones recomendadas. "Nosotros seguimos los dictámenes del Gobierno, y este ha dicho que solo se terminará la liga profesional, que por ahora es la masculina, y si se cumplen todas las garantías", indican desde la Federación a Público.
"La liga de fútbol masculina se mueve en unas cifras inalcanzables para la femenina, sobre todo por los miles de millones de euros que se pagan por sus derechos de emisión. Por eso, en el caso de las mujeres, aún no se aprecia un rédito económico claro, porque están empezando a apostar por este sector, pero dado que desde la RFEF no tenemos ningún fin económico, no buscamos ganar dinero, pretendemos poner las bases para que funcione y genere ganancias, intentamos que se invierta para que el nuevo proyecto fructifique", comentan fuentes internas de la federación.
Aunque aún no han dado la orden de finalizar cualquier competición que no se encuentre profesionalizada porque están ultimando trámites burocráticos, la RFEF vería las cosas diferentes si se garantizaran todas las condiciones sanitarias y todo el país se encontrara en la fase 3 de la desescalada.
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