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Actualizado:“Cuando algo que parece tan sencillo como quedarte embarazada no se consigue, toda tu vida se sumerge en un caos, porque de repente te encuentras con que todas las facetas de tu vida giran en torno a tu ciclo menstrual, que además empiezas a vivirlo con cierta angustia”. Así resume Elda Maganto la principal vivencia de su camino hacia la maternidad. Un ciclo que decidió fotografiar y que, hace unos días, compartió en las redes sociales de forma abierta.
Para ella, hablar sobre todo el proceso es como tender una mano a quien lo necesita. “Lo mismo sucedió con el aborto, me sorprendió la cantidad de mujeres que habían pasado por lo mismo y que no lo habían contado. Entiendo la forma en la que cada una quiera llevar algo así porque es delicado, pero yo no quiero esconderlo, no puedo meter estas vivencias bajo una alfombra porque son parte de lo que soy. Y es muy importante que nos contemos nuestras historias. Por eso hablo abiertamente de mi experiencia porque creo que puede ayudar a otras mujeres”.
Recorremos con Elda las fotografías con las que capturó y representó los años de lágrimas, miedos, incertidumbres y de quererse una misma; pero también de la cara real de la vida, de los fallos y piedras en el camino, del debate entre ser mujer y madre y de la necesidad de narrarnos a nosotras mismas.
Vulnerable
“En 2016 empezamos a acudir a la unidad de Reproducción Asistida y es también el momento en que hice esta foto”. Ahí trabajaba en un proyecto que consistía en hacer un retrato creativo a la semana, y hubo una sesión donde lloré. Cuando se lo comenté a alguien cercano me dijo que no podía ser tan sensible, que tenía que ser fuerte. Llevo toda la vida escuchando ese discurso y para mí ser fuerte y ser sensible no es incompatible, no veo como algo negativo el emocionarme con las cosas. Así que esa tarde me reafirmarme en cómo estaba en aquel momento. Fue un punto de inflexión porque descubrí que la fotografía podía ayudarme a aceptar mis emociones, a trabajar mis miedos y mejorar mi autoestima”.
Jardín interior
“Cuando hice la foto me sentía bien porque, durante el proceso, esos momentos también existen y debía capturarlos. Me he dado cuenta de que tenemos que cuidarnos mucho en todos los aspectos. No solo físicamente, no solo el cuerpo, sino en la alimentación, comer lo más sano posible, o hacer ejercicio para mejorar la fertilidad. El fin era estar más sana, pero sin olvidar que también debemos saber cuidarnos emocionalmente. Nos tenemos que querer, nos tenemos que aceptar y mimarnos mucho. Es algo que he ido aprendiendo en estos cuatro años”.
Gris neutro
“Yo sentía que perdía el control de mi vida porque das todo el control a los médicos , que son los que dicen, paso a paso, lo que vas a hacer. Todo gira en torno al ciclo menstrual y dejas de hacer planes porque no coincidan con tu ovulación o porque vaya a ser que estés embarazada. Nosotros hicimos nuestra fecundación en la sanidad pública, con una lista de espera importante, y todos los planes estaban supeditados a las pruebas y a los días que te llamaran. La definición más ajustada es que los días pasan y te dejas arrastrar. Fue una época un poco neutra, de no estar alegre ni triste, de no saber ni cómo estás”.
Miedo de vivir
“Para la fecundación in vitro en Aragón hay dos años de lista de espera. En ese tiempo piensas muchas cosas y, entre otras circunstancias, surgen tus miedos. Por ejemplo, al propio proceso de fecundación in vitro porque no me gustan los hospitales ni las agujas. A veces, ese miedo me producía ansiedad y me hacía pensar que no quería seguir adelante. Titulé a esta foto “miedo de vivir” porque, a veces, el miedo es paralizante y no te deja continuar con tu vida. Y si dejas de hacer cosas porque tienes miedo, al final, es como si estuvieses muerta en vida. Tenía miedo a no ser madre y también a ser madre, a qué pasaría si de repente me quedaba embarazada y con los años me arrepentía de haber tenido un hijo. Representa ese miedo paralizante. Aprendí que no puedes dejar que los miedos te venzan”.
El verano más largo
“En esta foto estábamos de vacaciones en Extremadura, con mucho calor. Me encontraba fatal y con poco humor porque me vino la regla. Cuando quieres ser madre y te viene la regla se vive mal porque es otro mes más de retraso para todo. Fui a aquel paisaje espectacular de peñas muy grandes porque quería retratarme para otro proyecto. Mi objetivo era que, en mitad de aquella inmensidad, se me viese a mí pequeñita, pero no pude hacerla porque todo me afectaba incluso creativamente. Estaba falta de ideas incluso teniendo delante sitios paisajes tan bellos. Al final solo me hice un autorretrato entre ramas secas que era lo que me apetecía, con un rostro que representa mi sensación de hastío”.
Primer embarazo
“Me pilló por sorpresa. Me fui de viaje a Roma con mi madre, para celebrar su 60 cumpleaños y el primer día ya me di cuenta de que estaba embarazada. Puse un pie allí y me vinieron náuseas y me daba asco determinados olores. Lo viví con ansiedad porque estaba lejos de casa, de mi pareja, sin tener cerca a mi ginecólogo… Las únicas fotos que tengo de ese embarazo son las que me hice en Roma. A la vuelta me encontraba tan mal que no me apeteció hacer más fotos. No imaginé que fuese a perder ese bebé y me arrepiento de no haberme hecho más fotos.. Esta imagen la compuse después con las pocas cosas que guardo de aquel embarazo: el test, dos ecografías, un body que compré en Roma y una foto mía embarazada”.
La pérdida I
“Esta imagen la tomé antes del aborto y quería retratar otras pérdidas que he tenido en mi vida. La he incluido en la serie porque el aborto fue devastador para mí. Luego me di cuenta de que, cuando hice esta foto, estaba embarazada, antes del viaje a Roma. En mi aborto no tuve sangrado ni dolor. Tuve un aborto retenido. El latido del bebé se para, pero el cuerpo no se entera de que ese embrión ha muerto. Tú, mientras, sigues con tus síntomas de embarazo, con el pecho hinchado, o vomitando, o teniendo mareos… hasta que llega la ecografía y te dicen que no hay latido”.
La pérdida II
“Habla del proceso de expulsión de ese embrión retenido en mi útero que, para mí, fue bastante traumático y salvaje. No me hicieron un legrado, me dieron unas pastillas para provocar contracciones y que debía ponerme en casa al día siguiente. Los médicos me dijeron que sangraría, pero nadie me explicó que saldría el embrión entero y la placenta. Luego, lo piensas y es de lógica, pero como nunca hablamos de estos temas no me lo imaginaba así. Parí mi embrión en mi cuarto de baño y fue un golpe fuerte para mí. Esta foto es la más reciente porque no me atreví a representar este momento hasta que naciera Alba por un tema de superstición. Cuando tuve el aborto no estaba preparada emocionalmente para hacerla”.
El cambio de mi cuerpo tras el breve embarazo
“Después del primer embarazo, había ganado cuatro kilos, que me costó muchos meses bajar. El útero lo tenía muy inflamado, y no me encontraba bien del todo, no entraba bien en mi ropa, no me acababa de reconocer en la imagen que se proyectaba en el espejo. Así que un día cogí la cámara delante a ese espejo y me hice esta foto. Desde entonces, me sentí mejor. Me dije “tengo cuatro kilos más y estoy bien”. Fue una forma de aceptarme y de quererme”.
Volver a la calma
“Esta fotografía significa un punto de inflexión. Trabaje el duelo del aborto con una psicóloga para prepararme de cara a la fecundación in vitro y un posible segundo embarazo. Al hacer este trabajo de duelo me di cuenta de que toda mi vida no podía estar girando entorno mi ciclo menstrual y que tenía que dejar de cancelar planes. Entonces, ese verano ya no estaba embarazada y tenía mucho tiempo libre. Así que me fui con mi marido de viaje y disfruté muchísimo. Esta foto es de un hotel en Londres y noté que la ansiedad desaparecía, que tenía calma y que empezaba a disfrutar de las cosas”.
Hiperestimulación y segundo embarazo
“Esta imagen representa el momento en el que, tras la medicación, en mi cuerpo tenía una hiperestimulación leve que es cuando tienes demasiados folículos. Sentía que tenía los ovarios muy grandes, me encontraba un poco incómoda y quería una foto que reflejara esa sensación. La granada ha sido símbolo de fertilidad a lo largo de la historia del arte y, en este caso, los granos de granada representan los folículos que tenía preparados a punto de extraer. Para fui fue la mejor manera de mostrar lo que sentía y lo que estaba ocurriendo dentro de mi cuerpo de una forma muy gráfica. La imagen “Segundo embarazo” representa que conseguí quedarme embarazada a pesar del miedo a las inyecciones, las anestesias, los hospitales… Me siento siento orgullosa de haber superado esos miedos”.
El amor
“Quise hacer esta imagen porque ha habido mucho amor a lo largo de estos años. Es necesario que exista en estos procesos tan largos, es fundamental que se apoye la pareja el uno a la otra para poder seguir adelante. A nosotros todo este proceso nos ha unido muchísimo como pareja, porque hemos superado adversidades juntos, hemos tenido que escucharnos, comprendernos, respetarnos… Lo hemos sabido hacer muy bien y ahora nuestra relación es mucho más fuerte. Y aunque no hubiésemos tenido a Alba, ese cariño lo compensa todo”.
La pérdida de la inocencia
“Pasé mucho miedo de perder este embarazo. Aparte del aborto fue muy duro cuando tuve que ir un par de veces a urgencias y ver muchas historias dolorosas. Uno de esos días vi a una mujer embarazada de siete u ocho meses, a la que dijeron que había perdido a su bebé. Me marcó mucho porque la vi allí destrozada con su pareja, su hija... Pierdes la inocencia porque sabes que un embarazo lo puedes perder estando de pocas semanas o de muchas. He pasado miedo y tenía un poco de angustia de perder a mi hija. He tenido ese miedo hasta el último día”.
Alba
“La foto de Alba es el resultado de todo lo vivido. Cuando la veo se me olvido todo lo malo y todo lo duro que he vivido para llegar hasta aquí. La veo a ella y volvería a pasar por esto sin ninguna duda”.
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