madrid
Marruecos ha comenzado el año nuevo con grandes operaciones militares contra personas migrantes que esperan en ciudades del norte del país su oportunidad para cruzar irregularmente a España, ya sea en embarcaciones llegadas a Ceuta y Melilla, a través de las vallas fronterizas o en una arriesgada travesía a nado entre los espigones que delimitan la frontera marítima.
El lunes, las autoridades marroquíes informaron de grandes redadas realizadas por unidades del Ejército en colaboración con las autoridades de las localidades norteñas de M'diq-Fnideq y Nador, cercanas a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, respectivamente. Según la información facilitada, detuvieron a 1.110 personas que querían cruzar a España.
El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Reales precisó que las batidas se realizaron la noche del domingo al lunes y que "interceptaron y alejaron a grupos de emigrantes" de las fronteras terrestres con España.
Este tipo de operaciones son habituales en la zona cuando aumenta el número de migrantes en los enclaves norteños. Implican una violencia brutal y los arrestados son a menudo trasladados forzosamente a cientos de kilómetros al sur, a grandes ciudades, a zonas desérticas e, incluso, a la frontera con Argelia. En esta ocasión, los perseguidos no son ciudadanos subsaharianos, sino un gran número de nacionales marroquíes.
Cuatro muertos en la frontera con Melilla
Las redadas se han sucedido en la localidades de M'diq (Rincón, por su nombre en castellano) y Fnideq (Castillejos), cercanas a Ceuta, y se han saldado con la detención de 935 personas que, según las autoridades, se disponían a abandonar Marruecos hacia España.
La misma fuente detalló que en Nador, ciudad cercana a Melilla, las unidades del Ejército marroquí arrestaron a otras 175 personas en varias operaciones dentro de la ciudad y alrededores. No han precisado detalles de este operativo, aunque la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de Nador ha denunciado el hallazgo el pasado domingo de cuatro cadáveres en la ciudad marroquí de Beni Enzar, fronteriza con Melilla y muy cercana a Nador, un lugar habitual por el que intentan colarse en la ciudad española jóvenes marroquíes, menores de edad en muchos casos.
Los cuatro jóvenes murieron al caer de un precipicio, pero Marruecos no da información clara
La AMDH Nador critica la acción de las fuerzas policiales magrebíes para evitar que menores y jóvenes intenten acceder a España y denuncia que no hay información oficial sobre estas muertes. El colectivo confirma que los cuatro cadáveres, posiblemente de menores, "están en la morgue del hospital de Nador, esperando determinar sus causas de muerte y su identificación". Aseguran que procedían de las zonas de Casablanca y Settat, a 700 kilómetros del lugar donde perdieron la vida.
La única información oficial preliminar es que murieron tras precipitarse por un acantilado cercano a un restaurante, alejado del casco urbano. "Aún no se conocen las causas, pero sus muertes llegan cuando las autoridades hicieron redadas el viernes y sábado contra los migrantes", subraya la AMDH.
Recuerda que no se trata de un hecho aislado. En los últimos días de 2023 ha habido varias redadas policiales contra jóvenes y menores en Beni-Enzar. "Casi 30 jóvenes y menores fueron arrestados y deportados en condiciones inhumanas a Casablanca", a unos 600 kilómetros de Nador y Melilla. "Ni un puñado de arroz les dieron", ha lamentado la AMDH de Nador en un comunicado.
Nador, ¿territorio europeo?
La AMDH alerta de que para contentar a Europa, el régimen marroquí ya "consideran Nador una frontera europea" y trata a los propios marroquíes como "migrantes en su propio país". Según la organización, las recientes detenciones y traslados forzosos de cientos de marroquíes supone una "grave discriminación que priva a un ciudadano marroquí de la libre circulación en todo el territorio nacional".
Mantener su imagen de socio indispensable
En su intento de mantener su imagen de socio útil, fiable e indispensable para España y la Unión Europea, Marruecos ha marcado como prioridad la contención de los flujos migratorios. Así se asegura apoyo técnico y económico de Europa y un valioso mecanismo de presión para lograr objetivos políticos bajo el chantaje de levantar la mano en sus fronteras.
Fue lo que ocurrió en mayo de 2021, año de la crisis diplomática entre Madrid y Rabat generada por la acogida en secreto en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Marruecos alentó a su población a lanzarse en masa hacia Ceuta y dejó de vigilar el paso fronterizo del Tarajal. Más de 10.000 personas entraron en Ceuta en dos días bajo la mirada de los agentes marroquíes. España tuvo que desplegar al Ejército en las playas ceutíes para hacer frente a una situación caótica.
Ambos países tardaron casi dos años en cerrar esta herida y mejorar sus relaciones, aunque a España le costó cambiar de posición sobre el Sáhara Occidental y, con ello, la ruptura de relaciones con Argelia. El termómetro de esta reconciliación fue, sin duda, la tragedia de la valla de Melilla de junio de 2022. Como en las redadas de este fin de semana, el régimen de Mohamed VI quiso mostrar contundencia en sus labores de gendarme migratorio con batidas violentas durante varios días contra los migrantes que esperaban en los montes de Nador, la mayoría, refugiados sudaneses.
Melilla, inexpugnable
La violencia fue extrema. Se vio en toda su crudeza cuando miles de personas se lanzaron sobre las vallas de Barrio Chino de Melilla el 24 de junio. La actuación policial de Marruecos y también de la Guardia Civil se saldó con al menos 23 migrantes muertos, según el balance oficial. Otras organizaciones hablan de entre 37 y 40 fallecidos y de unos 80 de los que no se conoce el paradero en la actualidad. Al menos 470 personas que lograron cruzar a suelo español fueron devueltas a los agentes marroquíes, que les golpearon brutalmente, los maniataron y los enviaron en autobuses a centenares de kilómetros de la frontera. Cientos de sudaneses fueron encarcelados en Marruecos y condenados a penas de varios años de prisión tras este episodio.
Solo 162 personas han logrado entrar este año en Melilla por tierra, frente a 1.175 de 2022
Desde entonces, la vigilancia marroquí en los alrededores de las vallas de Ceuta y Melilla es férrea. Este año, apenas ha habido grandes intentos. Tan solo 161 personas han logrado entrar en Melilla por vía terrestre este año frente a los 1.175 del año pasado o los 1.092 de 2022.
El último intento de cruce relevante en esta frontera se registró el pasado viernes. La Delegación del Gobierno en Melilla informó de que un grupo de unas 50 personas se acercó al perímetro fronterizo en un punto entre Beni Enzar y Barrio Chino, por lo que se activó el protocolo anti-intrusión. No obstante, la fuerte presencia de efectivos marroquíes evitó su acercamiento y se dispersaron hacia el interior de Marruecos. Él pasado 7 de noviembre hubo otro intento, en este caso, de un centenar de jóvenes marroquíes, algo inusual y síntoma de cambios en la ruta de un empeoramiento de la situación socioeconómica en Marruecos.
El régimen alauí también intenta asentar la idea de que mantiene a raya las salidas de pateras desde sus costas y las del Sahara a Canarias. Las llegadas por la ruta atlántica cayeron notablemente durante los primeros seis meses de 2023. Pero la crisis económica y política de Senegal ha generado una incesante oleada de cayucos que hará que el año cierre con cerca de 40.000 personas desembarcadas en las islas. Son cifras nunca vistas desde la crisis de los cayucos de 2006, casi un 150% más que en 2022.
Malos datos migratorios para la elecciones europeas
Más de 53.000 migrantes han llegado a España en 2023, casi un 80% más que en 2022
Marruecos sabe que la situación migratoria en España –y en Europa– es tensa y delicada, no solo a nivel humanitario y de gestión, sino también político. El Gobierno de Pedro Sánchez no puede hacer un balance positivo en su gestión migratoria, al menos en mantener las llegadas a raya. España cierra su año con más llegadas desde la crisis de 2018 en el Estrecho y con un aumento de la migración irregular de más del 70% respecto a 2022. Son más de 53.000 los migrantes que han accedido de forma irregular en 2023, casi un 80% más que en 2022.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha visitado Senegal, Mali y Marruecos en los últimos meses para intentar detener el flujo de migrantes, pero más allá de acuerdos para reforzar la vigilancia, no consigue aumentar el escaso número de repatriaciones a sus países de origen. Es uno de los grandes retos del nuevo pacto europeo de migración y asilo. También es la gran asignatura pendiente de la UE, que encara las elecciones de junio con la convicción de que el asunto migratorio será un eje central en las campañas en un momento de auge generalizado de las formaciones de extrema derecha.
La idea de las devoluciones masivas es una propuesta recurrente de la ultraderecha, aunque como la mayoría de las soluciones simples para fenómenos complejos que abundan en sus idearios, las deportaciones de migrantes no dependen en absoluto de los países receptores, sino de que los países de origen acepten su repatriación, algo a lo que son muy reticentes.
Marlaska fue claro al respecto en una reciente intervención en el Congreso. "¿Creen que los países, en las circunstancias económicas, personales que viven, van a aceptar el retorno? ¿Que mandemos aviones con 300? ¿Pero ustedes saben —se lo he dicho mil veces— lo que representan, por ejemplo, en Senegal, en Gambia, en Guinea-Conakri, las remesas de la emigración? Entre un 10% y un 15% de su PIB. Ellos [los gobiernos] también se presentan a las elecciones. ¿Ustedes creen que, si no hay una cooperación […] aceptan?", advertía. Está por ver el precio que pone Marruecos, principal país de origen de los migrantes llegados a España, para engrasar la maquinaria de las devoluciones.
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