Madrid
Actualizado:Ana va todos los días a nadar a la piscina pública de su ciudad. La joven de 24 años deja sus cosas y se dirige hacia las escaleras cuando ve acercarse a una mujer —que no conoce— con un papel en la mano. "Toma, cariño, te dejo el contacto de un centro de estética". Al mismo tiempo, la mujer dirige su mirada hacia las piernas de Ana. "Llevo muchos años sin depilarme y, en situaciones así, me siento mal e incomprendida", declara la joven a Público.
Paz, una mujer de 52 años, asegura a este medio que pintarse las uñas es un sacrificio para ella. "Cuando vi mis uñas postizas, tenía que realizar un trabajo y no me las podía quitar, pensé que no tenía necesidad de estar siempre pendiente de algo así", confiesa.
La fundadora del Club de Malasmadres, Laura Baena, confiesa a Público que durante mucho tiempo estuvo pagando un gimnasio y no iba. "Realmente no me gustaba ir a entrenar, lo hacía porque era lo que se suponía que tenía que hacer", cuenta.
Tanto Ana como Paz y Laura coinciden en que, actualmente, el cuidado estético se convierte en una presión para ellas. "El autocuidado impuesto por la industria de la belleza genera presión en las mujeres". Además, la fundadora opina que la sociedad compra, normaliza y acepta la violencia estética.
No hacerse las uñas es aceptable
Moderna de Pueblo subió hace varios meses una publicación a su cuenta de Instagram donde denunciaba la "autoexigencia" como la otra cara del autocuidado. "Lo que empezó con el boom de la moda de las uñas, ha acabado siendo una imposición estética para muchas", así lo manifiesta la ilustradora en una entrevista para este medio.
"Del autocuidado a la esclavitud" o "un modelo de negocio de consumo estético redondo" son algunos de los comentarios que aparecen en la publicación. Miles de seguidoras confiesan que se sienten identificadas con lo que cuenta la periodista. Moderna de Pueblo expone que a veces "arreglarse" es un gusto y un privilegio. "Cuando acaba siendo una cosa más de tu larga lista de obligaciones, deja de ser tan saludable y recreativo", comenta.
Ana opina que hay que saber diferenciar entre rutina y ritual. "Tengo muchas amigas que tienen como ritual hacerse el skincare —rutina facial—", asegura la joven. "Un día llevábamos media hora de viaje y tuvimos que dar la vuelta porque una de mis amigas se había olvidado un producto que necesitaba para su rutina de antes de dormir. Si no lo cogíamos sentía que no se estaba cuidando", cuenta.
La joven reconoce que ella también cayó en la presión estética. "Mis rutinas de cara de antes de irme a dormir eran de 15 pasos. Pensaba que lo tenía que hacer porque tenía que cuidar la estética de mi cara", confiesa.
"El malestar provocado por la imposición de estar siempre bella puede generar ansiedad, estrés o depresión"
La psicóloga del centro Haztúa, Rosana Pereira, asegura a Público que el cuidado centrado en la estética —cuando se mantiene dentro de unos límites de normalidad— podría ser muy saludable. Sin embargo, la especialista señala que el problema surge cuando cuidarse se convierte en una exigencia con una misma. Pereira advierte de que el malestar provocado por la imposición de estar siempre bella puede generar ansiedad, estrés o depresión.
Somos más que la imagen que damos a los demás
A principios de año, el periódico The Guardian difundió los resultados de un estudio sobre la visión que los jóvenes tienen de sí mismos. En esta encuesta, casi el 50% de los interrogados reconocieron odiar su físico y su apariencia debido al uso de las redes sociales.
"Las redes sociales aportan una visión sesgada de la realidad", afirma Pereira. La psicóloga avisa de que cuando se cae en la trampa de compararse con la realidad de los demás, aparece la frustración. "Llegamos a pensar que lo nuestro siempre es peor que lo de los demás", cuenta.
Además, la especialista destaca la importancia de establecer límites a una edad temprana. "No todo se relaciona con el aspecto físico. El ser humano tiene otras capacidades en la vida, como por ejemplo ser amable y creativo", explica. Además, la psicóloga señala que si solo se asocia la relación con los demás a la imagen que das, "no vas a tener una autoestima saludable".
"A las mujeres se les impone un ideal de belleza para gustar al sexo masculino"
Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, comenta a este medio que a las mujeres se les impone un ideal de belleza para gustar al sexo masculino. "A la mujer se le valora y se le aprecia en función del valor de su belleza y no por el resto de valores, como en el caso de los hombres", concluye.
"Para hacer una 'skincare' hay que tener dinero"
Marina Cortijo, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes, señala a Público que el objetivo principal de la industria de la belleza es controlar el cuerpo de las mujeres —a través de fomentar estereotipos— para tener un beneficio económico.
"Al final inviertes gran parte de tu dinero en depilaciones láser o cirugías estéticas —que siguen fomentando que tú estés descontenta con tu cuerpo— mientras los hombres se ahorran o invierten ese mismo dinero en otras cosas", manifiesta Cortijo.
Además, la presidenta de la federación admite que para tener una rutina facial hay que tener dinero. "Estamos partiendo de una clase social determinada. No hay que olvidarse de que, por ejemplo, las mujeres jóvenes seguimos siendo la cara de la precariedad en España. No todas pueden comprarse cremas y productos", cuenta.
Un espacio seguro
Las mujeres entrevistadas aseguran que la sociedad y, sobre todo, las mujeres, tienen una compresión errónea del término "autocuidado". "Para mí, cuidarse representa el espacio en el que tenerte en cuenta. Es una forma de intentar evadirme de los constructos sociales", aclara Ana.
"El autocuidado que cuenta es el que nos hace sentir bien física y emocionalmente"
"El autocuidado que cuenta es el que nos hace sentir bien, física y emocionalmente. Esto no va de darnos palizas en el gimnasio, hacernos tratamientos en la piel, correr un maratón o llevar las uñas perfectas", expone la fundadora del Club de Malasmadres.
Cortijo considera que la vía más importante para combatir la presión estética hacia las mujeres es la educación. "Desde pequeñas tenemos que tener referentes y herramientas para construir nuestra autoestima con base en la aceptación y el amor propio", opina.
Baena asegura que la clave está en el autoconocimiento, en liberarse de lo que los demás esperan de las mujeres y "empezar a centrarnos más en el ser que en el hacer". "Tenemos que parar el ruido de ahí fuera para conectar con nosotras mismas. Nos han engañado y tenemos que desmitificar muchas cosas, el autocuidado también", concluye.
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