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Juanjo Carmona (WWF): "En Doñana nos jugamos cómo vamos a vivir en el Bajo Guadalquivir durante décadas"

Abogado y ecologista, Carmona alerta en esta entrevista con 'Público' de que Doñana, sin medidas extraordinarias, podría transformarse en un secarral.

Juanjo Carmona (WWF).
Juanjo Carmona (WWF). R. B.

Juanjo Carmona se encuentra con Público en una cafetería en Sevilla. Carmona es abogado y trabaja para WWF, una organización conservacionista fundamental para la protección del entorno natural de Doñana.

En esta entrevista, Carmona profundiza en los argumentos que le llevaron a combatir el polémico proyecto de ley que impulsó el PP, junto con Vox y Ciudadanos la pasada legislatura, que provocó alarma en Bruselas. 

La pasada semana, Moreno dijo que cuando ha estado en Bruselas, nadie le ha hablado de Doñana. ¿Cree que eso es responsable?

Ahí se ve la importancia que le da a esto. Ellos se han dado cuenta de algún modo del problema en que se metieron. Algunos apostamos por que aquello fue un asunto electoralista. Ahora no creo que sea del todo así, pero una vez que tenemos cuatro años por delante y sabiendo que debido a que la política local en algunos lugares funciona con claves e intereses diferentes, saben que en los pueblos no van a repetir el triunfo andaluz. Hay partidos muy locales, como en Lucena, en Almonte (Huelva), donde por más que este discurso lo lleven a las locales, no van a tener ese tirón. Las claves son otras. Lo que quieren ahora es apagar el ruido, porque esto les ha perjudicado muchísimo. 

Los gobiernos de Andalucía, no solo este, ¿han entendido qué es Doñana y su importancia?

Doñana es un complejo lugar, estando como está al final de una cuenca hidrológica, donde tienes tres polos de población muy dinámicos: el condado de Huelva, toda la parte Oeste de Sevilla y toda la zona de la bahía de Cádiz. Hay unas presiones brutales. El tema de la ordenación del territorio es un tema importante por las normas que pueden proteger. A veces se pone por delante de Doñana, que es un lugar único, una plantación de tomates. Vamos a ver, que sí, pero todo no puede ser. No puedes llevar el espacio protegido a su máxima expresión de las marismas de los años 50. Pero sí tenemos que intentar ampliar la marisma, sabiendo que vamos a tener problemas pro el cambio climático. Pero en vez de priorizar eso, se prioriza dar una balsa y poner un campo de tomates. Ahí están los gobiernos que presionan. Ha habido consejeros, sobre todo, y gobiernos con mayor sensibilidad. Lo cierto es que Doñana en las últimas dos legislaturas ha retrocedido bastante.

¿La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) hace su trabajo? ¿Se cierran los pozos?

El problema de la CHG es también que es competente en lo que es y tiene los recursos que tiene. ¿Hace lo suficiente? No, porque los pozos están ahí. ¿Con el personal que tiene puede hacer más? Difícil también. A la CHG hay que ponerle toda la presión del mundo encima para que haga su trabajo de la manera más rápida y mejor posible. Y, además, ellos lo saben, nosotros lo sabemos, una de las cosas que hay que reconocer es que la CHG y el Parque Nacional en cuestión de guardería están muy solos. Y ahora vamos a ver. Con la sequía que tenemos, vamos a ver. Los recursos son escasos para un momento tan complejo como este. Y después hay otras administraciones que podrían ayudar, pero dimiten.

¿Cuáles?

La Junta de Andalucía. Es la competente en agricultura. Esto es una tierra de secano. Que se ha puesto como regadío ilegal. Ya. Cierren el pozo. Oiga, es que la ordenación del territorio dice que eso es secano. Usted tiene que estar ahí también y tomar medidas. Tiene agentes ambientales, que también son pocos. Si ese señor no cumple, cierre la finca.

¿Cuál es el principal problema de Doñana?

El principal problema de Doñana va a ser siempre la gestión del agua, y además con el nuevo marco en el que estamos va a ser mucho más recurrente. Toca reinventarse. Doñana se ha reintentado primero ella sola y después con la ayuda del hombre. Al principio, Doñana era parte del golfo de Cádiz, acabó siendo un lago, se cerró, se transformó en marismas, es un lugar en continua evolución. Doñana ahora se tiene que volver a reinventar. Le va a afectar el cambio climático. No solo en la costa, sino también las zonas de llanuras inundables del Guadalquivir. No se va a poder levantar un muro (contra el aumento del nivel del mar). Tendrás que trabajar con otras dinámicas. Hay un problema de reducción de agua para todos y, además, sabemos también que llevamos una década sin años húmedos.

¿Cómo se imagina Doñana en 20 años, en 30, en 50?

Hemos trabajado en escenarios de futuro y todo depende de las decisiones que se tomen en los próximos años. Los caminos pueden ser diversos. Podemos encontrarnos una Doñana árida. No estamos demasiado lejos en algunos momentos. Una Doñana donde hay agua para tres actividades humanas y ya y mal. Y el parque se convierte en un secarral. ¿Es posible? La marisma lleva cuatro años sin recibir agua. En otras zonas, en los altos, hay agua. Es absurdo que tengamos el parque con las lagunas secas. Para que nos entendamos, es absurdo tener a los animales en las balsas de riego. 

¿Qué medidas habría que tomar para evitarlo?

Lo primero es entender y comprender que Doñana necesita medidas excepcionales, porque es un lugar excepcional. Hay que reorganizar el tema de la agricultura. No podemos seguir hinchando la burbuja que estamos hinchando: esto va a reventar y va a ser un problema para los mismos agricultores, algunos de ellos metidos en inversiones potentes. Tenemos que eliminar todo el tema del regadío ilegal. Los discursos que hemos tenido en el Parlamento este último año... Diciendo que tiene derechos históricos un tío que ha puesto en riego ilegalmente algo. ¿Cómo le puedes reconocer en un parlamento un derecho? Eso es romper el Estado de Derecho. Creo entonces que todo esto pasa por medidas como Doñana 2030, que trata de recuperar caudales y zonas para el espacio natural y tener diferentes ambientes. Habrá que dejar que el río vuelva a inundar en las dos márgenes, por una cuestión ambiental y de seguridad: con el aumento del nivel del mar nos creemos que la marea va a venir un poco más alta. No. El mar va a estar un metro más alto, no se va a retirar, no vamos a poder construir una muralla hasta Sevilla, para evitar que el mar entre. Los científicos nos han dicho que lo mejor es permitir que el agua vuelva a entrar y habrá menor riesgo para poblaciones como Sanlúcar.

¿Qué se requiere para hacer eso?

Eso requiere que funcionen los canales y los caños que el río ha tenido durante toda la historia. No ha tenido las compuertas que hemos puesto para que no entre el agua. Hay que perderle el miedo y que el sistema empiece a funcionar de manera más diversa. Es algo donde nos va no solo Doñana, sino que nos jugamos cómo vamos a vivir en el Bajo Guadalquivir durante décadas.

¿El agua para consumo humano de Matalascañas también es un problema?

Matalascañas es un problema muy local y cuya solución se puede poner en marcha mañana. Lo que hay que traer es agua de superficie, ya sea de Almonte o de Mazagón. No son obras complicadas, no tendrías que tocar el espacio natural. Podrías meter las tuberías, por ejemplo si la trajeras de Mazagón, debajo del carril bici. Levantas el carril bici, metes las tuberías y vuelves a poner el carril bici. Solucionado: es una obra que no requiere saltos de ingeniería.

¿Por qué no se hace entonces?

Muchas veces en la política se juega al juego este del globo que se va hinchando y mientras no veas que tiene riego de explotar, se lo vas pasando al siguiente y al siguiente. Y llega un momento que uno dice: "Me va a explotar en la cara y voy a tener problemas, voy a tener que hacerlo yo y deshinchar un poquito el globo porque ya sí me va a reventar en la cara". Esto es algo que se sabe. En los 90 ya una misión de WWF lo dijo: vamos a tener este problema. Hablamos de 35 años cuando te das cuenta. Primero se juega a negar. Se pierde más tiempo en discutir con los técnicos porque se empeñan en negar lo que va a ocurrir aun sabiéndolo.

¿No lo ven?

No es que no lo vean. Es que dicen: "Yo no me voy a tragar este sapo". Así de claro.

Eso parece una irresponsabilidad.

Sí. A ver, perdemos tiempo negando cosas. En Matalascañas tenemos un problema de consumo humano. En Matalascañas puntualmente en verano se juntan 300.000 personas. Se convierte en la cuarta ciudad de Andalucía. No estamos hablando de ninguna broma. Con un consumo que sabemos cuál es: es tan simple como poner la tubería. Es verdad también que como tengo poco dinero, voy a seguir negando hasta que no pueda más. Porque ya cuando esto estalle, ya me tendrán que dar el dinero.

En Europa, independientemente de lo que diga el presidente, ¿hay preocupación por lo que vaya a pasar con Doñana?

El propio interés que tiene la prensa europea por Doñana no lo tiene por ningún otro lugar. El desfile de medios de comunicación que han pasado por aquí por todo lo que ha estallado ha sido brutal. El consumidor europeo [la fresa] y las cadenas de supermercados saben el valor que tiene para ellos Doñana. Lo que es la creación del parque nacional está ligada a WWF y a la gente del norte de Europa que dice: esto hay que conservarlo porque nuestros pájaros pasan aquí el invierno. Tenemos un tesoro compartido. Ese tesoro que hace que funcione la migración en esta parte tenemos que conservarlo. Se montó lo que hoy llamamos un crowdfunding. Los niños salieron con huchas en forma de ganso a recoger dinero. Con ese dinero se compraron las fincas de Doñana. Cuando se enteraron de qué iba a pasar dieron la voz de alarma.

¿Tenemos realmente adquirida la conciencia ecologista en este momento crítico?

Lo que no nos falta es conocimiento y sensibilidad hacia el problema, aunque últimamente estemos viendo cosas muy raras. Conocimiento hay. Si le preguntas a la gente, la gente te da respuestas que demuestran cierta sensibilidad. Nos falta dar el salto. No llevamos mucho con esto. Nos creemos que el sistema ha sido así toda la vida. Esto tiene 40 años, desde que apareció el coche. La carretera asfaltada en Matalascañas es del año 1974. Nos hemos aferrado a la comodidad y nos va a ser difícil cambiar. Algunos tendrán acceso a nuevas tecnologías antes que otros y eso cabrea. Si el transporte público funcionara, lo usaríamos.

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