barcelona
Este verano hay un goteo de casos de ahogamientos mortales en las playas catalanas. Los últimos han sido en la playa de Gavà (Barcelona), donde un hombre de unos 50 años fue hallado inconsciente sobre una tabla de paddle surf. También el de una niña de nueve años, fallecida en el hospital tras ahogarse en Castelló d'Empúries (Girona).
Con estos dos, el total de víctimas mortales hasta principios de agosto asciende a 19, el dato más elevado a estas alturas del verano de los últimos años, según el recuento de Protección Civil.
En 2022 hubo 18, aunque al final se convirtió en uno de los veranos más negros con 30 ahogamientos, cinco de ellos antes del inicio oficial de la campaña de playas, el 15 de junio. Las olas de calor que se sucedieron de mayo a octubre son uno de los factores explicativos.
Pero el 2019 fue el año con más ahogamientos, con 31, tres de ellos antes de que empezara la época de vigilancia en las playas. Sin embargo, hasta principios de agosto sólo se habían contabilizado 13.
Mueren ahogadas personas más jóvenes
El perfil más habitual es el de una persona mayor que sufre un desmayo cuando se baña
En cuanto a este verano, la jefa del Servicio de Gestión de Emergencias de Protección Civil, Montse Font, explica que la mayor presencia de banderas amarillas debido al mal estado del mar, en combinación con días de sol y calor, ha provocado un aumento de ahogamientos. "Antes esto ocurría pocos días, pero este julio ha sido desastroso y ha cambiado el perfil de ahogado".
Habitualmente, el perfil de una persona que se ahoga se corresponde con gente de más de 70 años que sufre un desmayo o algún tipo de problema de salud cuando está en el agua. Protección Civil les califica de "ahogados silenciosos" porque es difícil observarlos desde fuera, ya que no bracean. "No ves que se están ahogando", señala Font.
Sin embargo, estos días el perfil mayoritario está siendo el de una persona más joven, que se baña con bandera amarilla o cuando la playa no está vigilada. "El trabajo de los socorristas es brutal, gente arrastrada, que se cansa y no puede salir del agua", dice Font.
La mayor presencia de banderas amarillas en este mes ha multiplicado los casos. Sin tener en cuenta a los menores, la persona más joven ahogada este año fue un chico de unos 25 años en la playa del Miracle, en Tarragona, que se bañaba una vez terminado el servicio de vigilancia. También otro, de 32 años, en la misma playa, murió días antes cuando se bañaba con bandera amarilla.
Tarragona amplía el horario de los socorristas
Protección Civil destaca que es difícil poder adaptar cada día el servicio en función del tiempo
Precisamente, el ahogamiento de otra persona en la misma playa, con la que ascienden a tres los ahogamientos mortales -más uno que fue trasladado muy grave al hospital Juan XXIII- ha hecho que el Ayuntamiento de Tarragona decida ampliar el servicio de socorrismo. Funcionará una hora más, hasta las 20 horas, en todas las playas de la ciudad.
El Consistorio también tiene previsto instalar carteles informativos en todas las playas sobre el significado y los peligros que suponen los distintos colores de bandera, informa la ACN.
Font reconoce esta ampliación, pero remarca sus límites: "Está bien poder ajustar el servicio, pero se hace difícil poder hacerlo cada día en función de cómo evoluciona el tiempo".
También indica que Protección Civil hace campañas informativas cada año y el código semafórico de las banderas es bien conocido, especialmente, por la gente de aquí, mayoritarios en los casos de ahogamiento.
Por su parte, Cruz Roja ha alertado del aumento de corrientes marinas que se están registrando este año y pide más responsabilidad a la ciudadanía cuando ondea la bandera amarilla, recoge la ACN.
¿Faltan socorristas?
Un socorrista abarca unos 500 metros de playa, aunque depende de las condiciones del mar
Sobre el personal que hace labores de salvamento, Font apunta que es difícil de valorar el número necesario. "Un día de mala mar faltan socorristas, o los días de mayor afluencia", reconoce.
Un socorrista puede abarcar unos 500 metros de línea de playa, aunque las condiciones varían mucho en función de cuánta gente hay o de si hay mala mar.
"Los municipios sacan a concurso el servicio en diciembre, cuando no sabes qué calor hará ni cuánta gente te vendrá a la playa", recuerda Font.
Precisamente, en junio, la plataforma SOS Socorristes exigió al Govern catalán que saque adelante un decreto que regule los equipos de socorrismo de las playas de toda Catalunya.
Actualmente, cada ayuntamiento aplica criterios diferentes a la hora de regular el servicio de socorrismo de sus playas, ya sea en cuanto a duración, número de personal y torres de vigilancia.
Los socorristas recuerden que los veranos son cada vez más largos y calurosos y, por eso, la afluencia de gente a las playas no deja de crecer, lo que relacionan directamente con el aumento del número de muertes por ahogamiento. Todo esto se suma a la precariedad del sector, que llevó a los socorristas de Barcelona a hacer huelga la semana pasada.
Actualmente, Protección Civil, junto con la Federación Catalana de Salvamento y Socorrismo, está realizando el estudio Salvacat, que determinará si las cifras de socorristas son suficientes en Catalunya, entre otros. Después de más de dos años, se prevé que puedan acabarlo este año y que sirva de guía para nuevas actuaciones.
El caso de las piscinas
Hasta ahora se han contabilizado siete ahogamientos mortales en piscinas
Las piscinas son un caso aparte, y de momento este año hay unas cifras de ahogamientos similares a los últimos veranos. Hasta ahora se han contabilizado siete ahogamientos mortales, de los cuales dos menores. Tres estaban en piscinas particulares. El año pasado la cifra ascendió a 13, el mayor número desde 2014.
"En las piscinas públicas a las que acude mucha gente, al socorrista se le hace difícil detectar a una persona que ha quedado sumergida", señala Font. Lo que más preocupa, reconoce, son los menores, a los que dice que no se puede dejar de vigilar ni 30 segundos.
"Tenemos este concepto de que si tocan con los pies al suelo no se pueden ahogar y no es así. Con un palmo de agua ya se pueden ahogar", advierte.
Los últimos ahogamientos en las piscinas catalanas han sido el 29 de julio, cuando un hombre de 84 años murió en una piscina privada de Puigcerdà (Girona) y uno de 20 años lo hizo también en una piscina particular en Canyelles (Barcelona), y el 26 de julio, cuando un niño de ocho años se ahogó en la piscina municipal de Can Zam, en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona).
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