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Gallinero chabolas La letra pequeña de los realojos chabolistas

Las familias que abandonaron en septiembre el poblado de infraviviendas de El Gallinero asumen ahora el desafío de integrarse plenamente en la ciudad y evitar conflictos con sus nuevos vecinos.

Vecinos de El Gallinero, poco antes del inicio del desamentelamiento. Foto Ayuntamiento de Madrid

Manuel Tapia Zamorano

El pasado 27 de septiembre concluyó la operación de desmantelamiento del poblado chabolista de El Galllinero, en el que vivían 85 personas –en su mayoría de origen rumano-, 43 de ellas menores. Ese día, el trabajo de las piquetas y máquinas de demolición fue ampliamente recogido por las cámaras de televisión y los reporteros gráficos. Pero, ¿qué ocurrió al día siguiente?, ¿alguien se interesó por la situación de los realojados?, ¿qué necesidades tendrían a partir de ahora?, ¿qué ayudas complementarias iban a recibir para garantizar su plena integración?

La búsqueda de un lugar digno para vivir y la adaptación a un entorno diferente con otro tipo de relaciones de convivencia vecinal representa también un desafío tanto para las personas afectadas como para los servicios asistenciales del Ayuntamiento, que siguen trabajando con los realojados.

Luis Nogués, director de Integración Comunitaria y Emergencia Social del Ayuntamiento de Madrid, ha seguido muy de cerca este proceso, que culminó con el desmantelamiento de un núcleo de infraviviendas que llegó a estar habitado por 500 personas y cuyo paisaje urbano forma parte ya del álbum de la memoria de la ciudad de Madrid.

En declaraciones a este diario, Nogués explica que la reubicación de las distintas familias de El Gallinero se realizó tras una evaluación conjunta de los servicios que venían trabajando con ellas, tales como entidades del tercer sector (Cruz Roja y Asociación Barró), equipo de voluntariado de la Parroquia San Carlos Borromeo, los servicios sociales del distrito de Villa de Vallecas, el equipo de intervención de la Agencia de la Vivienda Social de Comunidad de Madrid y el equipo de trabajo de la Dirección General de Integración Comunitaria y Emergencia Social del Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo.

Imagen del antiguo poblado de El Gallinero. Foto Ayuntamiento de Madrid

Imagen del antiguo poblado de El Gallinero. Foto Ayuntamiento de Madrid

Cada familia fue objeto de un plan de trabajo individualizado que se puso en marcha durante los meses previos al realojo. Dependiendo de la situación económica, laboral, formativa y de integración de cada una de esas familias, los equipos asistenciales decidieron que el realojo fuera en una vivienda de la EMVS (Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid), a través de un alquiler social, o bien a través de un alojamiento compartido.

Cruz Roja y ACCEM

"Ambas opciones" añade Nogués, “contemplaban un equipo de trabajo específico de seguimiento que en el primero de los casos lo realiza Cruz Roja Española, y en el segundo la entidad ACCEM, ambas a través de un convenio suscrito con el Ayuntamiento de Madrid”.

En el proceso de desmantelamiento del poblado de El Gallinero y el posterior realojo de las familias han participado diferentes organismos municipales. Así, en las tareas de seguridad y vigilancia participó la Policía Municipal, mientras que el Área de Medio Ambiente se ocupó de las tareas de limpieza de los contenedores.

La Concejalía de Desarrollo Urbano se encargó de mejorar los accesos y badenes del poblado, mientras que el Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo preparó los proyectos educativos y de inclusión, así como del acceso a la prestación de alojamientos alternativos y viviendas a través de la EMVS. Por su parte, la Junta de Villa Vallecas facilitó el trabajo de las áreas municipales y la atención social a las personas residentes en El Gallinero.

No todas las familias que en un inicio vivían en el poblado aceptaron el plan de realojo previsto. Algunas han vuelto a su país de origen u otros de la Unión Europea, donde contaban con apoyos familiares, según ellas mismas han manifestado a los equipos asistenciales.

En cuanto a las necesidades o demandas específicas que plantean los realojados, Nogués subraya que han pasado de vivir en un entorno chabolista y marginal a un entorno urbanizable y en altura, “lo que conlleva la necesidad de un proceso de acompañamiento que ayude a la adaptación a las nuevas zonas”.

Pagar los alquileres

La preocupación principal manifestada por estas familias, indica el director de Integración Comunitaria del Ayuntamiento, ha sido la escolarización de los menores y así como la obligación de cumplir con el compromiso de pago de los alquileres sociales.

Precisamente, el seguimiento individualizado de los menores constituye una de las principales preocupaciones de los técnicos municipales. “Las educadoras y trabajadoras sociales de Cruz Roja y ACCEM, que hacen el seguimiento más intensivo, abordan con cada familia las posibles dificultades que puedan surgir tanto por el propio cambio del entorno como posibles problemas derivados de las distintas etapas evolutivas o dificultades curriculares, haciendo en estos casos la coordinación con los centros educativos”, precisa Nogués.

Los antiguos moradores de El Gallinero viven ahora en Puente y Villa de Vallecas, Villaverde, Vicálvaro, San Blas, Ciudad Lineal, Latina, Usera y Fuencarral. Residen en viviendas con alquiler social a través del contrato de arrendamiento con la EMVS y en viviendas compartidas de titularidad ACCEM.

Imagen de una máquina excavadora que intervino en la demolición del poblado. Foto Ayuntamiento de Madrid

Imagen de una máquina excavadora que intervino en la demolición del poblado. Foto Ayuntamiento de Madrid

El desafío ahora es lograr la plena integración de estas personas tanto en la ciudad como con sus nuevos vecinos. Nogués confía en este sentido en que las familias y sus nuevos vecinos consigan llegar a una integración recíproca.

“Muchas de las familias realojadas han vivido, en alguna otra etapa, en viviendas de alquiler que se procuraron en el mercado privado, habitaciones alquiladas, etcétera, siendo conocedoras de las normas básicas de convivencia”, asegura el responsable municipal.

En su opinión, la presencia de los diferentes técnicos garantiza que ante las dificultades de integración que puedan surgir se actúe de manera inmediata para evitar conflictos vecinales y procurar una mediación con el entorno.

“Las familias realojadas son vecinos de nuestra ciudad desde hace muchos años. Por sus situaciones de especial vulnerabilidad vivían en un entorno marginal, pero con grandes capacidades de adaptación”, concluye Nogués.

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