GRANADA
Actualizado:"Mi abuela se llamaba Dolores Rosales y la fusilaron en 1936, cuando tenía 53 años. Dos de sus tres hijos estaban movilizados en las filas del bando nacional y, cuando volvieron a casa en Granada al acabar la guerra, se encontraron con que su casa estaba destrozada y su madre muerta. Nunca supieron por qué la detuvieron, tampoco lo sé yo ahora. Aparentemente mi abuela no tenía ideas políticas, solo les contaron que cuando fueron a buscarla estaba escuchando la radio. ¿Es que sintonizó la radio republicana porque en la nacional no habían dado noticias de la zona del frente donde estaban sus hijos?".
Yolanda Quesada atiende a Público por teléfono desde Extremadura. Su padre conoció allí a su madre durante la guerra y se instaló tras comprobar que no le quedaba nada en su Granada natal. "No coincidió con sus hermanos por meses. A su hermano mayor no volvió a verlo hasta los 60. En mi casa no se hablaba de esto y yo solo empecé a investigar tras la muerte de mi padre hace ya 25 años. Sentía que nos faltaba un eslabón de nuestra historia, esa abuela que era más una historia que una persona".
Quesada forma parte de una de las 37 familias que esperan noticias de la actual investigación arqueológica e histórica que se lleva acabó en el Barranco de Víznar, en la localidad granadina del mismo nombre, un paraje donde se calcula que siguen enterradas algo más de 400 personas y que está dentro de un parque natural. Dolores Rosales es una de las personas que tiene una placa con su nombre en la parte memorial del parque, de las pocas sin adscripción sindical o política y la única mujer con placa individual.
"Pregúntame lo que quieras mientras no sea sobre García Lorca", nos dice Francisco Carrión, arqueólogo la Universidad de Granada e investigador del Instituto Andaluz de Geofísica, que dirige la excavación. Han vuelto a los titulares después el anuncio de la excavación la pasada Semana Santa al confirmar el hallazgo de los tres primeros cuerpos e indicios de un cuarto en el llamado sector 1 del Barranco. Los sectores 1 y 2 son los actualmente investigados y de momento se han señalizado hasta siete posibles fosas, aunque queda mucho trabajo por delante.
Francisco Carrión: "Nos siguen preguntando por una sola persona cuando aquí había cientos"
Carrión explica su reacción sobre el poeta: "Nos siguen preguntando por una sola persona cuando aquí había cientos. En primer lugar, nos debemos a las familias, y en segundo, a un objetivo científico, no ideológico: demostrar que se cometieron delitos de lesa humanidad y que aquí han existido siempre enterramientos ilegales producto de asesinatos, detallando de manera exhaustiva quiénes fueron las víctimas, como murieron, identificando e individualizando sus restos para que les pueda dar una sepultura digna...".
El maestro de los niños obreros
Una de esas personas sería el maestro José García Esteban, que impartía clases de lo que entonces se llamaba Primera Enseñanza a los hijos de los empleados de la fábrica de pólvora y explosivos de El Fargue, en Granada capital. José Gallardo, su sobrino, nos explica que fueron a buscarlo el 1 de agosto de 1936 a casa de su abuela, la madre del maestro. "Él había fundado una asociación en el barrio que llamaban La Cultura y con otra gente que tenía estudios enseñaban a leer y escribir, organizaban teatros y conferencias... Cuando fueron a requisarle sus bienes a mi abuela, solo se llevaron una máquina de escribir y libros. Su madre bajaba a la Cárcel Provincial de Granada a llevarle comida hasta que el 25 de agosto le dijeron que ya no estaba, sin ninguna explicación. Es lo último que supimos de él hasta que años después. Yo ya adulto encontré un acta de defunción que se lo consideraba desaparecido, como si se hubiese fugado".
Durante décadas la familia de García Esteban creyó que lo habían fusilado en las tapias del cementerio de San José, donde se calcula que se llegó a matar a casi 3000 personas, hasta que los llamó Silvia González, documentalista de la Asociación Granadina por la Recuperación de la Memoria Histórica (AGRMH), para contarles que tenían pruebas de que estaba en Víznar. Gallardo nos cuenta que están "deseando que se pueda bajar para llevar a la única de sus familiares que lo conoció y sigue con vida", su tía Trinidad, "que tiene 91 años y su cabeza perfectamente". "En mi casa, no se hablaba de eso porque en El Fargue hubo auténtico terror, solo mi madre nos lo contaba a nosotros porque nacimos en Madrid. Su padre había muerto en la cárcel en 1938 porque lo acusaron de sabotear la fabricación de explosivos por tener un hijo... y era solo carpintero", declara.
La investigación en el Barranco de Víznar proviene de un trabajo de años cuya última intervención tuvo lugar en 2012 con una serie de catas arqueológicas que señalizaron los espacios donde había restos óseos. En este caso se trabaja contrarreloj, pues antes de junio el mismo equipo se trasladará a otra fosa en la localidad también granadina de Padul. La financiación de los trabajos corre a cargo del Ministerio de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, con 28.000 euros a la Universidad de Granada y de 18.000 euros de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) al Ayuntamiento de Víznar.
Rafael Gil: "Por la documentación, sabemos que hay al menos 12 maestros enterrados allí"
Rafael Gil, presidente de la AGRMH, nos explica que esperan obtener conclusiones aunque lamenta tener solo hasta final de mayo, en un trabajo "de ocho meses hecho en dos" con un equipo que incluye arqueólogos, criminólogas, antropólogas o sociólogos. "Estas fosas son muy relevantes porque reflejan la sociedad de la Granada de la época. Por la documentación, sabemos que hay al menos 12 maestros enterrados allí, el antiguo rector de la Universidad de Granada Salvador Vila, alcaldes, concejales, líderes sindicales...".
Los restos serán analizados en el Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada. Las muestras pasarán a un banco de ADN porque aunque ahora hay 37 familiares pendientes de ese agujero en la tierra, la experiencia de la Asociación Granadina para la Memoria Histórica es que, cuando las exhumaciones se hacen públicas, siempre aparecen más familiares con la esperanza de encontrar a sus desaparecidos.
El socialista y el escultor liberal
Ese 25 de agosto de 1936 es un día marcado en el calendario negro del Barranco. Ese día se fusila, entre otros, a José Raya Hurtado, uno de los líderes del PSOE local y sobre todo artífice de la alianza entre socialistas y republicanos en la región. Silvia González nos explica que se le pudo seguir el rastro por ser uno de los pocos masones de grado 3 que había en la ciudad de Granada en aquel momento. Y nos habla del trauma colectivo transgeneracional, una represión "heredada de hijos a nietos".
Ángela Raya: "Aunque me duela, sé que cada persona que rescaten los representa a todos"
Ángela Raya, nieta de José Raya, lo subraya: "varias generaciones de mi familia se han visto marcadas. Mi abuela no volvió a salir de su casa después de la guerra porque fusilaron a su marido, dos de sus hijos, uno de sus primos y un sobrino que vivía en Madrid y era periodista. Otra de sus hijas muere de un ataque al corazón al saber que han fusilado a mi abuelo. Mi padre recordaba que a su padre fueron a buscarlo para un supuesto trámite administrativo y no volvió. Se preguntaba por qué lo represaliaron. ¿Por ser personas que criaron a sus hijos para ser libres?". Sabe que es difícil que con los plazos se rescate el cuerpo de su abuelo "pero, aunque me duela, sé que cada persona que rescaten los representa a todos".
El mismo día que José Raya Hurtado, quizás junto a él, fue fusilado Pedro Domínguez Mazo. Escultor, arquitecto y constructor bilbaíno, miembro del Partido Liberal, que había bajado a Granada por trabajo y fue sorprendido por el golpe allí. Pedro Domínguez nieto espera que esta investigación "sirva para recuperar la memoria de mi abuelo, al que a veces se ha borrado de los trabajos que hizo en vida, como su contribución a la nueva catedral de Vitoria". Lo que ha sabido sobre él lo investigó ya adulto y tras la muerte de su padre.
"Nunca quiso hablar de ello. Sé que con mi abuela y mi tía, teniendo él 13 años, pasaron a Francia y estuvieron en un campo de refugiados... o de concentración. Cuando volvieron a España no tenían nada y tuvieron que empezar de cero", recuerda. "Mi abuelo era un hombre culto y de ideas libres. Lo único que me contaba mi padre de él es que los llevaba al teatro, a conferencias, que los hacía viajar... Si lo encuentran quiero viajar a Granada y que mi ADN sirva para identificarlo. Y aún así, mi padre no lo verá. Hemos tardado demasiado en buscarlo".
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