melilla
Las "mujeres mulas" de Melilla, así se conocen a las marroquíes que transportan cada día a sus espalda alrededor entre 40 y 70 kilogramos de materiales en la frontera entre Marruecos y España, desde el enclave de Melilla.
El trabajo es abrumador y lleno de riesgos. Algunos comerciantes han muerto en estampidos a través del estrecho cruce fronterizo. Por el viaje y el riesgo que conlleva, ganan en torno a unos siete euros por transporte.
Jema Laalaoua es una de las miles de mujeres que se gana la vida de esta forma: transportando grandes cargas de mercancías desde Melilla hasta la provincia de Nador, en el norte de Marruecos.
Laalaoua transporta en sus espaldas 50 kilogramos, y cobra unos "70 dirhams" por viaje, 7.40 euros, pero la mayoría de días ni siquiera saben cuánto viajes van a hacer por lo que no saben cuánto van a cobrar.
Las mercancías que transportan se contabilizan en la frontera como equipaje personal por lo que no gravan, y así ganan un pequeño margen se envían y se venden en todo Marruecos.
"Nos preparamos para el día, sin saber si saldremos vivos o muertos"
Cuánto más viajes, más ganarán, por lo que no tienen tiempo para descansar. Pueden cruzar durante cinco horas al día, cuatro días a la semana. Deben tener cuidado de que la frontera no cierre porque no pueden pasar más de un día en el enclave español.
"Rezamos nuestras oraciones por la mañana y nos preparamos para el día, sin saber si saldremos vivos o muertos", dice Laalaoua. Se levanta la ropa interior para mostrar moretones en la pierna de una porra de la Guardia Civil española. Ella dice que fue golpeada por intentar avanzar hacia el frente de la cola.
Laalaoua vive a casi 27 kilómetros de la frontera, despertando a las 2 de la mañana para prepararse para su viaje. Su esposo, Mohammed Zoubah, de 57 años, se enfermó hace seis años, obligando a Laalaoua a convertirse en el principal sostén de la familia.
Entre 30.000 y 40.000 cruces al día por la frontera
Antes, estos transportes lo realizaban siempre madres solteras que no les quedaban más opciones para ganarse la vida. Son conocidas como las "mujeres mulas". Pero a medida que el desempleo ha aumentado, las mujeres se han encontrado cada vez más en la competencia con los hombres jóvenes.
Cada madrugada, las mujeres se dirigen a un jefe que les indica las tareas que tendrán que realizar durante el día y la cantidad asignada de mercancías. Una vez repartido el trabajo, tienen que esperar a que los guardias abran las puertas de la frontera.
A veces pueden llegar a esperar durante horas. Una vez que las puertas se abren, comienzan las peleas por entrar: entre los comerciantes luchan y se empujar para lograr un espacio por donde cruzar. La mayoría se las arreglan para hacer dos o tres cruces antes de que la frontera vuelva a cerrarse.
La mercancía abarca de todo, desde simples artículos de uso doméstico como toallas, papel higiénico y jabón, hasta productos ilícitos como el alcohol y las bolsas de plástico, prohibidos en Marruecos desde el año pasado.
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