Este viernes se cumplen 81 años del asesinato del dramaturgo y poeta andaluz Federico García Lorca. En el mes de julio de 1936, cuando ya se palpaba claramente la tensión en el aire, Lorca decidió reunirse con su familia en la finca Huerta de San Vicente, en Granada. Antes había rechazado ofertas de ayuda por parte de las embajadas de Colombia y México, que le habrían facilitado la huida del país.

En los primeros compases de la sublevación militar Granada permaneció tranquila, pero el día 20 la guarnición de la ciudad se hizo con el control y detuvo al alcalde, cuñado de Lorca. Finalmente el poeta se refugió en casa del también poeta Luis Rosales, confiando en que la cercanía de la familia de su amigo con el falangismo le protegería, pero como después escribió Gabriel Celaya: "fueron unos amigos, amigos que él contaba entre sus mejores, quienes en el último momento resultaron ser ante todo y sobre todo fascistas".

Dos guardias civiles y un exdiputado de la CEDA detuvieron a Federico. Cuando el gobernador civil de Granada le preguntó a Queipo de Llano qué hacer con el dramaturgo, el criminal que aún hoy está enterrado en la Basílica de La Macarena de Sevilla, le respondió «Dale café, mucho café».

Las últimas horas del poeta están aún rodeadas de polémica y son muchas las dudas, pero parece que fue fusilado en torno a las cinco de la madrugada del 18 de agosto junto a los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, y el maestro Dióscoro Galindo. Sus cuerpos siguen aún en una de las 2.000 fosas sin abrir que hay en España, en este caso en un paraje cercano al municipio de Alfacar.