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MADRID.- Felipe Thames es brasileño, tiene 23 años y estudia Física en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Empezó el grado antes de que entrara en vigor el decreto de la Comunidad de Madrid que permite a las universidades públicas cobrar los precios de cuarta matrícula en los estudios de grado a alumnos en su situación, es decir, extracomunitario no residente mayor de 18 años. Dicho de otro modo: mientras un estudiante español o comunitario paga 23,09 euros por un crédito del Grado de Física, a uno extracomunitario no residente le cuesta 113,71 euros.
Las universidades públicas madrileñas cobran el 100% del coste de los estudios a este grupo de alumnos desde el curso 2015-2016 a raíz de la aprobación, en plena política de recortes del PP, del Real Decreto 14/2012 de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo. Como el decreto madrileño se publicó súbitamente y en plenas vacaciones de verano (agosto de 2015), la UAM se puso en contacto personalmente con todos sus alumnos extracomunitarios no residentes y no les aplicó la subida de tasas. "Este curso, en cambio, me van a cobrar los créditos como si acabara de entrar y mi matrícula asciende a 5.000 euros cuando tendría que ser de unos 1.200", critica Thames.
La UAM ofrece ayudas para que antiguos alumnos como Thames puedan recuperar esa diferencia de precio, pero los estudiantes afectados denuncian que no han sido informados de esa convocatoria. "No nos avisaron por mail, ni nos llamaron ni colgaron ningún aviso en el tablón de anuncios", denuncia Laura (nombre falso), una estudiante china que lleva seis años en la Autónoma y que prefiere no revelar su identidad. Sin embargo, la vicerrectora de Relaciones Internacionales, Amaya Mendikoetxea, asegura a Público que "la publicación de las ayudas siguió los cauces habituales: publicación en el tablón de anuncios de Relaciones Internacionales y en la página web de Relaciones Internacionales, a la que enlazaron la noticia las páginas webs de los centros".
Los alumnos tenían de plazo hasta el 23 de octubre para pedir esa compensación, según consta en la convocatoria de las ayudas publicada en la web de la universidad. "Ahora ya es tarde. Aunque no hayamos pagado todavía, tenemos la matrícula hecha. Aunque dejemos la universidad, tenemos una deuda con la UAM y si nos desmatriculamos, tampoco estamos exentos de pagar", relata Laura, que debe abonar casi 6.000 euros por siete asignaturas: "No sé si voy a poder terminar el grado", lamenta.
Las becas que ofrece la UAM, además, son sólo para asignaturas de primera matrícula dentro de un único curso académico. Dos requisitos difíciles de cumplir para la mayoría de estudiantes extracomunitarios no residentes debido a "la dificultad idiomática", señala Laura, y porque muchos de ellos estudian a tiempo parcial, lo que les dificulta "ir a curso por año". Los estudiantes extranjeros de grado no suelen compaginar estudios con trabajo. El estudiante debe asegurarse de tener un nivel de idioma suficiente para poder seguir los estudios. Mendikoetxea explica que la Autónoma compensa asignaturas matriculadas por primera vez "porque son las que con los precios públicos experimentan una subida que en algunos casos puede cuadriplicar el precio que pagan los estudiantes comunitarios y porque el alumno ya ha tenido dos oportunidades para poder aprobar la materia en las dos convocatorias que contempla cada matrícula".
Los antiguos alumnos de la UAM afectados por la subida de tasas denuncian que los estudiantes extracomunitarios no residentes se han convertido en "un chivo expiatorio para recaudar dinero" y tachan estas medidas de "injustas y discriminatorias". Otros centros madrileños, como la Universidad Rey Juan Carlos o la Complutense, aplican esta subida en los precios de los grados, pero no a los antiguos alumnos sino sólo a los estudiantes de nuevo ingreso. Mendikoetxea señala que las ayudas compensatorias y su alcance dependen de "las posibilidades económicas de cada universidad", ya que el esfuerzo lo hace el propio centro gestionando su presupuesto, "un presupuesto que, en el caso de la UAM, ha sufrido un descenso de alrededor de un 25% desde 2009", añade la vicerrectora de Relaciones Internacionales.
Thames no puede comprender que las normas cambien de un día para otro: "Es como si estuviera jugando un partido de fútbol y en el minuto 80 me dijeran que las reglas han cambiado y que a partir de ahora tengo que intentar meter gol en mi propia portería", compara Thames. La vicerrectora de Relaciones Internacionales insiste en que "los precios no los ponen las universidades sino la Comunidad de Madrid y las universidades deben aplicarlos". Además, recuerda que el esfuerzo económico para ayudar a los estudiantes extracomunitarios supone "más dinero que el fondo social que se estableció para ayudar a todos los estudiantes (incluidos los extracomunitarios) cuando hace unos años la Comunidad subió las tasas de forma lineal".
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