"El anuncio de plantear una pista flotante para ampliar el aeropuerto de Barcelona Josep Tarradellas-El Prat es una estrategia de globo sonda para que la gente vea menos mala la idea de alargar la actual". La reflexión del consultor aeronáutico, Javier Ortega Figueiral, simboliza el latido de una parte de la sociedad civil, entre la que se encuentran entidades ecologistas y expertos, que no ven con buenos ojos ninguno de los planteamientos que implique una ampliación del aeropuerto barcelonés por las consecuencias que comportaría desde el punto de vista ambiental, económico y social.

Ahora, con la reciente presentación de la propuesta de construir una pista sobre el mar para favorecer el tráfico aéreo intercontinental, han reaparecido las voces que meditan y se interrogan sobre hasta qué punto es necesario o conveniente ampliar la capacidad del aeropuerto en un contexto de crisis climática, agravada por la energética. Optimizar las operaciones o una reorientación del modelo de movilidad, poniendo el foco en el decrecimiento y en la reducción de la cifra de vuelos, son algunas de las soluciones que formulan.

Después de que el pacto por los presupuestos de la Generalitat para el 2023, en un acuerdo entre ERC y el PSC, estableciese un consenso "muy relevante sobre la modernización del aeropuerto y estudiar cómo lo hacemos para que gane capacidad", la esfera pública y política ha vuelto a llenarse de propuestas sobre el futuro de la infraestructura. La última es la de un grupo promotor, entre los que se incluyen personalidades como el ingeniero Joaquim Coello o los economistas Andreu Mas Colell y Guillem López Casasnovas. En esta, abogan por levantar una pista sobre el mar para evitar afectaciones en el paraje natural de La Ricarda (en el delta del Llobregat) y reducir el ruido que soportan ciudades como Gavà y Castelldefels por los vuelos intercontinentales.

La propuesta, presentada en el Col·legi d'Economistes de Catalunya, contempla una pista de 3,5 km de largo a 1.500 metros de la costa. Para evitar los efectos del oleaje, prevé una plataforma ubicada 10 metros por encima del nivel del mar, sujeta por unos pivotes anclados al subsuelo. El proyecto, que sería una realidad dentro de cuatro años, tendría un coste de 2.200 millones de euros.

Ante este planteamiento, el profesor de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y en la Cranfield University británica, y experto en aviación, Pere Suau Sánchez, centra el problema en la extensión del debate. "Se está produciendo en el ámbito de la esfera pública y mediática. Es necesario un proceso estructurado en el que nos preguntemos qué objetivos queremos. ¿Crecer o decrecer? ¿Ampliar o mejorar la operativa actual?". De hecho, Suau Sánchez recuerda que un 80% de los visitantes que acoge Barcelona llegan por la vía aérea. Esta cifra se incrementaría con una hipotética ampliación de 500 metros de la tercera pista.

Margen de mejora operativa

Suau Sánchez señala que, más allá de las soluciones técnicas que deberían desarrollar los ingenieros, el futuro del aeropuerto de El Prat implica tomar decisiones sobre el modelo de la instalación. "Se requiere un proceso de evaluación con propuestas y debates ciudadanos en los que estén implicados más actores de la sociedad civil, no sólo los empresarios". El experto insiste en ir un paso más allá de las opciones técnicas y poner sobre la mesa un planteamiento político.

En relación con la iniciativa sobre construir una pista sobre el mar, Suau Sánchez comenta que "no responde a las necesidades del sector ni a las políticas públicas de infraestructuras de la Unión Europea". Una posible herramienta a explorar, según precisa, es profundizar en c. En esta línea, explica que el aeropuerto londinense de Gatwick, con una pista más pequeña que la de Barcelona, mueve anualmente a más pasajeros. "Hay margen para una mejora operativa". El especialista en aviación cree que una ampliación es más rápida y da más réditos sociales y políticos a corto plazo que un replanteamiento sobre el modelo de movilidad.

Por parte de las entidades ecologistas y vecinales se desconfía del acuerdo para modernizar el aeropuerto de El Prat y temen que aumentar su capacidad comportará una ampliación. Es el caso de la plataforma ZeroportBcn. Sus integrantes creen que la propuesta para ampliar el aeropuerto responde al negacionismo climático. La entidad alude a que "la Comisión Europea ha abierto un expediente de infracción a España por la gran desprotección del delta del Llobregat, que está en marcha la ampliación de los espacios protegidos del Delta y que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha condenado a España por la pésima calidad del aire de Barcelona y Madrid. Una hipotética ampliación agravaría todos estos problemas".

Decrecimiento de la actividad de la aviación

Desde ZeroportBcn se considera que "Catalunya no tiene un problema de falta de capacidad de sus infraestructuras aeroportuarias, sino un déficit de carencia de políticas para un decrecimiento de la actividad de la aviación". Para ello, instan a políticas de regulación, gestión o fiscalidad para reducir los costes sociales, ambientales y energéticos asociados a la hipermovilidad global y el turismo de masas. Además, la plataforma advierte que "mientras en Europa ya se empiezan a hacer políticas para limitar la actividad aeroportuaria, como vetar vuelos cortos, detener ampliaciones de grandes aeropuertos o tasar el queroseno, aquí se apuesta por estrategias contrarias".

De forma más concreta, el colectivo 'Luchemos por la preservación de la Olla del Rei (otro espacio natural)', que reivindica la conservación de esta zona húmeda de Castelldefels, en peligro por la contaminación del agua y la urbanización, ha respondido a la propuesta de construir una pista sobre el mar con un comunicado. "¿Un debate riguroso? ¿Pero a quién se le ocurre proponer una ampliación del aeropuerto sobre una zona marina protegida? ¿O no saben que el espacio de la cuarta pista lo protegió el Estado en 2014 y corresponde a la ZEPA Marina 513?".

Desde diferentes ópticas se coincide en que más allá de las opciones técnicas para abordar el futuro del aeropuerto de El Prat, la urgencia más evidente es definir el modelo. Como ejemplo, indican que países del entorno como Holanda han decidido reducir un 12% los slots (las franjas horarias asignadas a cada compañía aérea) y en Francia se está legislando para limitar los vuelos cortos. Esta realidad, marcada por la emergencia climática y energética, es la que, según varios expertos, debe abordarse en Catalunya y en el Estado español.