BARCELONA-. El profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona (UB) Diego Marchante, que es transexual, ha conseguido que en su centro de trabajo se le llame por el nombre que coincide con el género con el que se identifica. Una larga lucha que ha durado cinco años hasta que ha conseguido cambiar el protocolo interno.
Marchante explica que "hace cinco años pedí a la UB que cambiase mi nombre de mujer por el de Diego en las comunicaciones oficiales y la universidad me negó esta posibilidad alegando que antes era necesario que el cambio se reflejase en el Documento Nacional de Identidad".
Pese a la negativa, Diego Marchante recuerda el "cálido apoyo" que recibió de la Facultad de Bellas Artes donde trabaja, que "me facilitó cambiar el nombre en la puerta de mi despacho y en el buzón".
Al conocer de la existencia de alumnos en una situación parecida, Marchante decidió recurrir a la Comisión de Igualdad de la Facultad de Bellas Artes, que remitió el caso a la Unidad de Igualdad de la Universidad, que a su vez consiguió que el equipo rectoral aceptase la propuesta y posteriormente llegase al Consejo de Gobierno de la Universidad de Barcelona.
El pasado mes de septiembre, el Consejo de Gobierno de la Universidad de Barcelona aprobó por unanimidad el procedimiento para el cambio de nombre de personas transexuales y transgénero de la comunidad universitaria, así como para permitir el uso de apodos y alias en las comunicaciones que no tengan implicaciones legales.
Esta medida permite adaptar el nombre al género con el que se identifican las personas transexuales y transgénero de la comunidad universitaria que lo deseen en el carné universitario, correo electrónico, campus virtual y listado de clase.
A pesar de que este protocolo cuenta con un precedente, que es el aprobado por la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) en 2013, el abanico de personas que pueden acceder al cambio de nombre en la UB es "mucho más amplio, ya que incluye a todo el colectivo trans", ha explicado Diego Marchante.
A diferencia del de la UB, el protocolo de la UPC exige un certificado endocrinológico que demuestre que "se lleva dos años de tratamiento hormonal" y otro psiquiátrico, lo que puede resultar "patologizante" para las personas trans, al diagnosticarse su situación como "transtorno mental", ha valorado el profesor.
A las personas interesadas en el cambio de nombre en la UB se las entrevista personalmente, pero "no se les exige información que pueda vulnerar su derecho a la intimidad", ha explicado Marchante.
Éxito también para los alumnos
Desde la aprobación del protocolo el pasado mes de septiembre, nueve alumnos de la Universidad de Barcelona han solicitado el cambio de nombre y ser tratados en función de su género.
El profesor de Bellas Artes ha afirmado que después de una mañana "de muchos nervios", la UB "me notificó por whatsapp que iban a cambiar mi nombre". Diego Marchante reconoce haber sentido en ese momento "una gran euforia y satisfacción", ya que por fin "me sentía reconocido por la universidad" y recuerda que la respuesta del resto de compañeros fue "muy positiva", ya que "me llegaron numerosas felicitaciones valorando mi valentía".
"Desde bien pequeño mi comportamiento no fue el de una chica normal", reconoce el docente, que recuerda que el día que le cortaron el cabello "fui la persona más feliz del mundo".
Mi adolescencia fue "confusa y complicada", reconoce, pero con la llegada a la universidad "cambió todo" y, con 21 años, en el arte y el feminismo encontró "muchos referentes que evidenciaron que era un chico trans", ha confesado Marchante.
La puesta en marcha del protocolo es un "logro importante" ha valorado el profesor, quien reconoce que "aún queda mucho camino por recorrer", y que explica que la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) "se han puesto en contacto con nosotros, interesándose por el protocolo".
"El reconocimiento legal de nuestra realidad ayuda a las familias a reconocernos, cada vez más, no como un problema, sino como personas excepcionales", ha sentenciado Diego Marchante.
El profesor de la UB ha recordado el caso de Alan, el menor trans de 17 años que se suicidó en 2015 víctima del acoso escolar y que, a pesar de haber recibido la autorización de cambio de nombre de su DNI, "no pudo soportar el dolor y la presión recibidos desde hacía mucho tiempo".
"Me hubiese gustado poder decirle: cuando llegues a la universidad encontrarás los referentes que buscas, podrás ser tú y te valorarán por tu inteligencia, te llamarán por tu nombre", se lamenta Diego Marchante.
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